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Prueba Suzuki Burgman 400: un maxiscooter comódo y maduro

Probamos la Suzuki Burgman 400, un maxiscooter comódo y maduro para los que buscan soluciones prácticas de movilidad por encima de prestaciones o diversión sobre dos ruedas. ¿Cómo le ha sentado el paso del tiempo?

Hacía tiempo que no pasaba por nuestras manos el Suzuki Burgman 400, un maxiscooter comódo y maduro que llevaba siendo toda una referencia durante la última década en el mercado de las dos ruedas, aunque su historia data de finales de los años 90. Y, claro, teníamos algunas reticencias respecto a ello. ¿Seguirá estando vigente a pesar de su veteranía? ¿Merece la pena?

En mi caso particular, me gusta saber a quién me enfrento antes de arrancar y la Burgman era como esas personas expertas en un tema, que saben mucho de lo que hablan, que tienes ganas de entrevistar y que, cuando las tienes delante, 

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además de dejarte llevar por sus conocidos encantos, acabas por poner un poco a prueba para descubrir hasta qué punto son merecedores de su fama. Así que, durante todos estos años, reconozco que he mirado con un poco de veneración a todas las Suzuki Burgman con las que me cruzaba, que por cierto, eran muchísimas -porque se han vendido 'como churros'-, tanto si llevaban una motorización de 125 cc como si era superior. Aunque el miedo a la decepción, al no ser modelos muy actualizados por Suzuki, también se hacía presente. 

Y hablando de motores: actualmente, esta maxiscooter se ofrece también en 200 cc, 400 cc y 650 cc, para cubrir un amplio abanico de clientes potenciales, desde los que solo tienen el carné B y necesitan un vehículo para ir a trabajar por ciudad hasta los que requieren un poco más de velocidad punta, maletero y otras prestaciones para recorrer distancias un poco mayores. En esta ocasión, hemos tirado por la calle (y la carretera) de en medio y hemos tenido en la redacción la Suzuki Burgman 400... y al menos yo me he ido enganchando a ella con el paso de los kilómetros. Eso sí, la primera impresión me dejó un poco frío. 

Venía de probar en los últimos días motos deportivas, con marchas y prestaciones de infarto, cuando tuve ante mí la unidad de pruebas que ves aquí, en un blanco que, de nuevo, vuelve a ser el color más demandado por los españoles en este segmento. Así que por fuera, con esos reflejos tan bonitos de la pintura, los retrovisores en cromado y los grupos ópticos redondeados y con remates en azul no podían ser más acertados, en busca de quienes valoran un diseño actualizado pero sin estridencias. Bien, empezamos bien. 

¿Demasiado 'burguesa'?

Sin embargo, nada más sentarme, con la postura erguida pero ligeramente hacia atrás... me encuentro de pronto como un ejecutivo barrigón al que solo le importa llegar puntual a la próxima reunión para entregar unos documentos. Los retrovisores cromados tan cuadrados, ya no me hacen tanta gracia y las primeras gotas de lluvia han dejado el 'interior' un poco salpicado y sucio -de eso no tiene la culpa la pobre moto- y aunque las calidades son buenas, me veo a mí mismo con muchos años encima y sobre un vehículo que promete ser soso y anticuado. ¡Qué gris se ha puesto el día!

Arranco y la luz azul del cuadro me pide otra oportunidad. Suben las revoluciones y el ya probado motor de Suzuki, ahora con inyección electrónica, se esfuerza en agradar al que va sentado encima. Ahora llueve más fuerte y compruebo que el carenado protege muy bien y la gran pantalla frontal, aunque vibra y se retuerce un poco con el viento, me está salvando aún mejor de llegar empapado a la redacción. Estoy un poco lejos de mi destino, así que, como no tengo prisa y la velocidad con tanta agua es una mala consejera, trato de relajarme... y ahí empezamos a entendernos la Burgman y yo. 

Suzuki-Burgman-400-luces

Para empezar, se trata de un vehículo muy cómodo, con un buen aplomo y un tarado de la suspensión de lo más confortable. El motor no es el colmo del silencio, pero imprime un empuje sorprendente. Está muy probado con los años, y desde Suzuki aseguran que se han resuelto para siempre los problemas de embrague que tenían hace tiempo. Poco a poco me encuentro pasando entre los coches con la misma facilidad que en otras motocicletas más pequeñas y deportivas. Y cuando vuelvo a coger carretera, compruebo que ya estoy repanchingado sobre uno de los asientos más amplios, regulables y acertados del mercado, a una velocidad de crucero de 120 km/h de lo más desahogada para ella (en circuito cerrado la he superado con creces) e incluso me he permitido el lujo de estirar los pies hasta apoyarlos un poco más delante, con lo que la posición de mando se convierte en comodísima para alguien que mide 1,90 m. ¡Eso sí que no es habitual! 

En esta pose me haría muuuchos kilómetros, pero descarto la idea de ir directamente a casa, por dos motivos: no tiene tanta autonomía como me gustaría (la protección del piloto penaliza un poco la resistencia aerodinámica) y debería aprovechar para recoger unos paquetes que llevan en mi mesa de trabajo un par de semanas, a la espera de toparme con una moto con suficiente espacio de carga. Y esta lo tiene, ¡vaya si lo tiene!

Mucho espacio

La Suzuki Burgman 400 esconde en el escudo una gran guantera con toma de potencia y llave para guardar objetos y recargar aparatos electrónicos. Además, cuenta en la parte superior con dos pequeños compartimentos (esos, sin llave) que resultan útiles para depositar pequeñas cosas que te puedan hacer falta en marcha o en recorridos cortos.

Esta moto puede sacar pecho también debido al maletero: si sabes cómo colocarlos, caben dos cascos integrales, la documentación (en su propio departamento interior)... y sobra sitio para un pantalón de lluvia e incluso una cazadora fina. Desde debajo del asiento se puede regular el respaldo, con lo que la posición de conductor y acompañante siempre resultan adecuadas para ciudad o para recorridos más largos.

Solo desentona -y mucho- la luz interior, que mientras que en otros fabricantes son de LED o incluso cuentan con una célula fotoeléctrica para que si te dejas el maletero abierto no te quedes sin batería, aquí se sigue resolviendo con una pieza arcaica, con bombilla y tres posiciones de encendido, con lo que es recomendable dejarla siempre apagada, por si acaso. A cambio, esta versión tiene algo que parece poco importante, pero que a mí me gusta: dos pistones que mantienen levantado el voluminoso asiento cuando lo abres. Y esto, en una moto que pretende ser cómoda y práctica por encima de todas las cosas... sigue siendo muy de agradecer, máxime cuando pones la pata de cabra en vez del caballete, llevas las manos ocupadas con la bolsa del portátil, el casco, la cartera del trabajo...

No la descartes

Después de unos días con ella, tengo que reconocer que esta Suzuki Burgman 400 se ha convertido en mi fiel compañera en todo timpo de trayectos, tanto para callejear por el centro de la ciudad en hora punta como para ir a trabajar, volver a casa, acudir a ruedas de prensa en lugares imposibles o dedicar una mañana entera a compras y gestiones, tanto con un sol radiante como con lluvia intensa y repentina. Y como tiene hueco, siempre llevaba un segundo casco encima, con lo que los planes improvisados con acompañante también han tenido lugar y su posición 'de paquete' siempre ha sido cómoda. 

Hay maxiscooters mucho más atrevidas, pero casi ninguna de su entorno puede presumir de ser tan práctica y confortable como esta. No busques flechazos el primer día; deja que la Burgman te conquiste poco a poco y, si puedes permitirte su precio -esta con ABS sale ahora con promoción Suzuki por 6.599 euros- y valoras todas estas cosas, piénsate muy en serio el enlace definitivo con esta veterana máquina. Porque, después de todo, a lo mejor la madurez también tiene su atractivo, ¿no?

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