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Prueba: Renault Clio GT 2014

Si estás harto de los dCi y quieres un Clio diferente, ojo a este Renault Clio GT 2014. Te ofrece buenas prestaciones, acabado ‘racing’ y comportamiento eficaz por un precio más que justo

La prueba del Renault Clio GT se inicia con sorpresa... Porque bajo al garaje de AUTOBILD.ES y veo Renault Clio con pinta de malote... y sin ningún logo RS en su carrocería roja (precioso el color, por cierto). Lo que sí aparecen son las siglas GT en el frontal y la trasera para apellidar al segundo Clio más deportivo de la gama. Un modelo que, comparando su precio con el del Renault Clio RS de 200 CV, es el más interesante si buscas sensaciones, huyes del gasóleo y quieres conducir un utilitario diferente.

Ahora te digo su nombre entero: Renault Clio GT 120 EDC. Por fuera, lo distingues gracias al paragolpes, el spoiler trasero o las imponentes llantas de 17 pulgadas. Sin embargo, más espectacular me parece un interior dominado por un volante de grueso aro con grandes levas plateadas, inserciones cromadas en la consola y una gran pantalla para controlar todas las funciones del R-Link. La euforia baja al sentarme en las plazas traseras, de cotas estrechas para tres adultos y altura justa. Al menos, el maletero del Renault Clio GT supera la media del segmento con sus 300 litros. En cualquier caso, te recomiendo que en este coche te sientes al volante, notes cómo la espalda queda recogida por unos asientos muy envolventes y pulses el botón de arranque para comprobar cómo funciona el binomio motor 1.2 TCe/cambio EDC.

Una sopa de letras que se refiere a la asociación entre la nueva familia de bloques gasolina de Renault y el cambio automático de doble embargue. Este Renault Clio GT se mueve con un bloque de solo... ¡1,2 litros! de cilindrada. ¿Eso es suficiente para alguien que quiere llamarse GT? Pues gracias al turbo que lo apoya te puedo decir que sí... siempre que pases de 3.000 vueltas. Por debajo le falta chispa y paga su bajo cubicaje. Es una delicia su forma de estirar y, más que una sensación de quedarte pegado al asiento, es un propulsor que respira mejor cuanto más alto gira de vueltas. Eso lo demuestra una cifra de aceleración por debajo de los 10 segundos, un buen logro para un coche de 120 caballos.

Para conseguirlo, resulta fundamental en la prueba usar el modo secuencial de la transmisión EDC, un automático con doble embrague que conquista por su suavidad y rapidez en las transiciones entre marchas. Lo malo es que deja un pequeño efecto vacío entre la marcha atrás y la primera. Primera, segunda, tercera... las marchas irán cayendo con la misma agilidad que su chasis (con suspensión deportiva) demuestra entre las curvas. Sobre todo, si pones en Sport el botón RS, que actúa sobre la dirección y la sensibilidad de un pedal derecho... que se manifiesta demasiado sensible al consumo, por cierto.

Valoración

Nota8

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