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Prueba del Opel Crossland X: la ciudad para ti y para ellos

Probamos el Opel Crossland X, un SUV con aires de monovolumen (o viceversa) pensado para facilitarte la vida en la ciudad en compañía de los tuyos. Acaba de ser presentado en el norte de Italia y ya nos hemos puesto al volante. Se fabrica en la planta zaragozana de Figueruelas y llega en junio para complementar al Opel Mokka X, con un precio que arranca en los 18.042 euros y con cinco motorizaciones, tres variantes de gasolina (81, 110 y 130 CV) y dos diésel (de 99 y 120 CV).

Siempre he sido más de familiares que de monovolúmenes cuando aparcaba mentalmente el espíritu ‘racing’ o aventurero para plantearme un coche con el que llevar a la tropa conmigo. Y no conviene olvidar que, aunque no salgas de la ciudad, tampoco puedes pensar sólo en ti mismo para los desplazamientos diarios. O más vale que te compres una moto, honestamente. Por eso, el hecho de que el coche de esta prueba, el Opel Crossland X, recupere el concepto de monovolumen, lo reduzca a su mínima expresión (con una longitud de 4,21 metros, el nuevo Crossland X es 16 centímetros más corto que un Opel Astra y 10 cm más alto) y lo dote de aires de crossover en algo más que en el nombre… resulta interesante antes de subirse este nuevo modelo, que pretende entrar por los ojos, desde el principio, gracias a una cuidada estética, la cual, sin excesivos alardes de diseño, luce elegancia, armonía y concesiones a las nuevas tendencias: aspecto elevado respecto al resto de los mortales, horizontalidad, techo ‘flotante’ con tonalidades diferentes a la carrocería… 

Opel Crossland: el nuevo miembro de la familia X

Esta primera prueba de conducción acaba de tener lugar en la región del Véneto, al norte de Italia, en una ruta de varios cientos de kilómetros que combinaba tramos por ciudad, carreteras secundarias, autopista y montaña. Y de entre las variantes disponibles probadas aquí (1.2 turbo de 110 CV, 1.2 turbo  130 CV y 1.6 turbodiésel de 120 CV -aunque habrá otra de acceso con bloque 1.2 atmosférico de 81 CV y otro 1.6 de 99 CV-), elijo la mecánica que me parece, a priori, más adecuada para la filosofía del nuevo producto (el tricilíndrico gasolina de 110), que, por cierto, pretende situarse dentro de la gama entre el Opel Mokka X (más pequeño, más versátil y con mayores aptitudes ‘offroad’ por ofrecer la posibilidad de montar una tracción total -no como el Crossland X-) y el Opel Grandland X (de mayor tamaño, que se lanzará en la clase compacta a finales de este mismo año).

VíDEO: ¡Quieres ver al Crossland X en movimiento? ¡Play!

Opel Mokka X: el más conectado

Pulso el botón de arranque y encuentro una postura de conducción realmente cómoda para mis 190 cm al volante, en un entorno de líneas muy fluidas en las que el display táctil que corona la consola central ofrece todo un despliegue de tecnología, conectividad ¡y wifi! Aunque lo que más me impresiona es que en su segmento traiga frenada automática de emergencia. También, faros LED, información de velocidad y navegación proyectadas sobre el parabrisas en un 'head-up display’, cámara panorámica de visión trasera, asistente avanzado de aparcamiento, alerta de colisión frontal con detección de peatones y frenada automática de emergencia. También puedes completar el asunto con aviso al conductor por somnolencia, sistema de mantenimiento de carril, asistente de señales de tráfico, alerta de ángulo muerto, sistemas multimedia Apple CarPlay y Android Auto, con tecnología compatible con IntelliLink y pantallas táctiles a color de hasta 8 pulgadas.

Y ojo, porque en cuanto a conectividad, el nuevo crossover con aires de monovolumen -o viceversa- monta Opel OnStar con punto de acceso wifi y otros servicios como reserva de habitación en hoteles y búsqueda de aparcamiento, y la posibilidad de que los smartphones compatibles se carguen por inducción.

Al volante del nuevo Opel Crossland X

Engrano la directa de esta caja de cambios automática de 6 velocidades (disponible en esta motorización, aunque puedes pedir un cambio manual también de seis relaciones) y el coche inicia la marcha sin aspavientos. 

El conjunto cumple bien por zonas urbanas. El tricilíndrico se desliza con agilidad suficiente, sin presunción, para desplazar a cinco pasajeros de un punto A a un punto B con un confort más que aceptable. Si te soy sincero, creo que suena más el zumbido propio de la rodadura y la resistencia aerodinámica que del bloque, que no es nada rumoroso como en otras mecánicas tricilíndricas que uno ve (y oye) por ahí, esforzándose demasiado por lograr unas respuestas dignas. 

Ya digo que no es el caso de este 1.2. El chasis también trabaja con honestidad y las suspensiones, sin ser duras, cumplen con su cometido cuando empieza el festival de curvas que nos promete el navegador.   

Es el momento de pasar al modo secuencial con un toque lateral de palanca (no hay levas, aunque para ir tranquilo, tampoco es que se echen de menos) y así controlo un poco mejor par, inercias y frenada sin abusar del pedal central-izquierdo. Veredicto: comportamiento correcto.

Las primeras impresiones en la primera fila de asientos también son correctas, si bien la calidad de algunos plásticos, a priori, parece ligeramente mejorable. La visibilidad y la luz que entra al habitáculo también han sido especialmente estudiados en el nuevo Opel Crossland X, lo que es de agradecer en lugares como este, que combina curvas sinuosas con bonitos acantilados. También cuando paras en un mirador y conviene controlar espejos y el entorno más inmediato (la cámara panorámica y los otros asistentes al aparcamiento ayudan mucho). Además, en aras de un mayor confort -tanto si eres alto como si no- y un mejor dominio de la situación también en la ciudad, la posición de conducción es un poco más elevada. 

¿Y los de atrás? 

Claro, si has optado por este modelo, probablemente des por hecho que habitualmente no vas a viajar sólo ni en pareja. Pues bien, es hora de sentarse detrás: aunque tenga un indiscutible ADN compartido con el Opel Meriva, el concepto es asimismo tan diferente que cuesta a priori encontrar similitudes -aunque las tenga-. Y aquí, dado que las pequeñas puertas de atrás no abren en contra de la marcha, da la sensación de que hay bastante menos espacio para acceder a los asientos posteriores. Sin embargo, tampoco hay que hacer grandes esfuerzos y tus acompañantes habituales enseguida agradecerán cosas como la altura del techo, la visibilidad ‘por encima’ del piloto y copiloto y que las butacas sean móviles y reclinables (un extra que montaba esta unidad de pruebas). 

Sin embargo, el hecho de no haber tocado los reglajes del asiento del conductor confirma mis sospechas: el espacio para las piernas es justito para una persona con cierta altura (creo que los niños y los adolescentes irán bastante cómodos, máxime cuando este no es un coche concebido para distancias largas. ¿Esto quiere decir que el Crossland X ha de ser necesariamente ‘sólo’ un segundo coche? En realidad, no, por dos motivos: el primero, las tres mecánicas aquí conducidas (a falta de catar la de acceso a gama, como te decía al principio) permiten trayectos desahogados y con consumos relativamente contenidos (a falta que que las testemos en profundidad más adelante). Y te recuerdo que una de ellas es un 1.6 turbodiésel de 120 CV que se supone que está pensada para hacer muchos kilómetros al año y más fuera de la urbe que dentro. Y la segunda razón: el espacio más reducido entre asientos beneficia la capacidad de carga, ya que la capacidad mínima del maletero es de 410 litros, que puedes aumentar hasta los 1.255 abatiendo las butacas traseras. 

Pequeño análisis comparativo entre las distintas versiones: 

Volviendo a las otras posibilidades que hemos podido probar del Opel Crossland X, aunque más someramente, lo mejor es que eches números también. El Crossland X con motor 1.2 de 81 CV tiene un precio que parte de los 18.042 euros, con un interesante equipamiento. El motor 1.2 gasolina de 110 CV arranca en los 19.582 euros tiene el brío necesario para cualquier desplazamiento por ciudad y alrededores y a priori, por ser el más eficiente según datos oficiales, ofrecería el equilibrio más adecuado entre prestaciones, consumos y precio, ya que sube pocos euros respecto al primero, aunque si vives en zonas de montaña o con muchos desniveles, quizás te compense el extra de potencia que aporta el 1.2 130 CV (desde 19.862 euros). Por último, el diésel 1.6 de 120 CV es el que más choca con el concepto urbano que impregna el diseño de este crossover, aunque, si te compensa por los km anuales, hay que reconocer que su comportamiento dinámico es muy agradable. Este último tiene un precio base de 22.427 euros (aunque habrá otro 1.6 de 99 CV -tampoco probado aquí- desde 20.202 euros).

Prueba Opel Crossland X

Por último: ¿manual o automático? En esta primera toma de contacto sólo hemos podido probar la caja de cambios manual en el Crossland X 1.2 130 CV y en el 1.6 diésel 120 y, francamente, no me ha parecido que sea el punto más brillante de este nuevo Opel: la palanca resulta demasiado larga y voluminosa dentro del pretendidamente afinado conjunto en el que se halla y el tacto no es el mejor de su segmento, ni mucho menos. Por tanto, si la motorización y el bolsillo te lo permite, no dejes de plantearte la caja automática: no es muy lenta, no hace que el coche ‘cabecee’ ni pierda par motor entre relación y relación… y, ya puestos a deslizarte por la ciudad y los alrededores con estilo y comodidad, puede ser una buena aliada para el día a día. 

El protagonista de esta prueba, el nuevo Opel Crossland X, además, se fabrica en la planta española de Figueruelas, en Zaragoza. Este año, la marca espera que se produzcan unas 450 unidades al mes y que el año que viene hayan visto la luz en torno a 8.000.   

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