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Panamera contra RS 7, CLS 63 AMG S y M6 Gran Coupé

Estas cuatro berlinas suman juntas más de medio millón de euros: el Panamera, las variantes RS, M, Turbo y AMG combinan tapicería de cuero, climatizadores multizona y equipos de alta fidelidad con prestaciones de otra dimensión. ¿Cuál será la mejor?

En la pole me espera el Mercedes CLS 63 AMG S, preparado en la pista para demostrar de lo qué es capaz. Sus inmediatos oponentes son el BMW M6 Gran Coupé Competition y el nuevo Audi RS 7 Sportback. Y finalmente, cierra el grupo el Porsche Panamera. ¿Quién hará la mejor carrera en esta comparativa?

El primero en saltar al ruedo es el CLS de 585 CV, que proyecta con fuerza inusitada sus 800 Nm de para desde sus pistones, gracias a su gran cubicaje. Con tres décimas de ventaja sobre el BMW se pone a 100 km/h, aunque a los 200 llegan exactamente en el mismo tiempo. ¿Cómo puede ser esto? La desventaja del M6 en los primeros metros se debe asu tracción (trasera frente a integral), pero cuando ya está lanzado la manera en que traslada sus 575 a las ruedas de forma fulminante.

Igual de espectacular es su capacidad para divertir. Y aquí no hablamos de aceleración pura, por más que el bávaro es capaz de llegar hasta los 250 km/h con un empuje bruta, sino de la manera en que descarga su arsenal. Porque mientras el Porsche, el Mercedes y el Audi parecen medir la manera en que sueltan la caballería, el BMW, ya desde bajas revoluciones provoca una auténtica reacción en cadena desde sus 4,4 litros de cubicaje y a través del cambio de doble embrague, que desemboca en una apoteosis de fuegos artificiales. Su avance es tan frenético que da la impresión de que va horadando el asfalto con las ruedas traseras. Y a diferencia de sus contrincantes de tracción integral, algunas insinuaciones entrecortadas de la zaga se encargan de recordarnos que la adherencia tiene un límite. 

Además, el M6 sabe muy bien cómo entonar en una puesta en escena. En los otros tres, el espectacular bramido que sale por el escape se percibe, desde dentro, como una música de acompañamiento; en el BMW, su poderoso V8 parece instalarse en el habitáculo retumbando y martilleando como una fresadora cada vez que damos a la leva del cambio con la punta de los dedos. 

El bramido del CLS también eriza el vello, aunque no al nivel del bávaro, pero a diferencia del A7 y el Panamera, emite electrizantes y mecánicos acordes cuando sube de vueltas. Con todo, es más civilizado que el BMW, y no solo en el sonido: su sobrio interior puede llegar a parecer incluso austero si lo comparamos con el puesto de conducción del Gran Coupé, digno del puesto de mando del yate más excelso.   

Me subo al RS 7 y su  cambio automático avanza por decisión por las ocho velocidades y, en modo Sport, la dirección transmite una sensación a caballo entre el inquieto BMW y el sereno Mercedes. Lástima que de la impresión de ser más ágil de lo que luego demuestra en el circuito de Sachsenring: aunque su reparto de fuerza da prioridad al eje trasero, su ajuste general es tirando a conservador, y no ha podido desarrollar todo el potencial de su motor sobre la complicada pista. Dicho de otra manera: al entrar en las curvas de Sachsenring, no hace el giro de cadera ideal. Ya al empezar a mover el volante se siente muy rígido, y el empuje hacia las ruedas delanteras es tal, que en el transcurso de dos y tres vueltas ya ha restregado todos los pianos del circuito. 

El M6 está en el otro extremo: a diferencia del manso Audi, este BMW desafía a su conductor constantemente, y en modo Dynamic empuja rabiosamente a cada insinuación sobre el acelerador,  y agita su zaga cada vez que recibe la embestida de los 680 Nm de par. ¿Cómo cabalgar un cocodrilo? La sensación debe ser parecida. En cualquier caso, el que mejor demuestra que “menos” puede ser “más” es el Mercedes CLS. A diferencia del BMW, que permite ajustar todo lo que puedas imaginar, desde el tiempo de cambio hasta el ‘launch-control’, el de Stuttgart limita esto al ESP, la dureza de la amortiguación y el modo de cambio, aunque la protagonista indiscutible es su tracción integral con bloqueo mecánico del eje trasero. Su comportamiento en curva está a medio camino entre el Audi y el BMW. Nada caprichoso y neutral en todo momento, además está bendecido por sus extraordinarios reflejos en los cambios de apoyo, y su agilidad se acerca a la del Porsche.

Y ya que hablamos del Panamera: su escaso segundo de ventaja en circuito no lo aleja tanto de sus rivales, pero su conducción es absolutamente celestial. La razón ya la conocemos: mientras el RS 7, el M6 y el CLS 63 AMG S provienen de confortables berlinas replanteadas como deportivos después de unas cuantas sesiones de gimnasio, el Panamera se ha desarrollado en la dirección contraria: desde el principio se ha concebido como un deportivo, al que se le atribuyen cualidades de berlina. El doble embrague, la suspensión por aire y los discos cerámicos trabajan con la mayor precisión posible, totalmente enfocados a un objetivo: el tiempo en circuito. La diversión que proporciona te la puedes imaginar a la vista del resultado: este elefante ha recorrido Sachsenring en 1,37 minutos.

Con esto, se queda en la zona del BMW M3 GTS –sí, ese bávaro radical con semi slicks-. ¿Cómo lo logra? En gran parte, por la meticulosidad con la que la electrónica gestiona los requerimientos del conductor. A través de las ruedas traseras direccionales, la precisión de paso por curva es sobresaliente. En línea recta, es el más lento de los tres. Visto el tiempo por vuelta, esto solo subraya aún más su superioridad en curva. Y con todo, la aceleración en recta, tanto del Porsche como de sus oponentes, se mueve en esferas no accesibles para la mayoría de los mortales. El Panamera alcanza los 200 km/h en 12,9 segundos, el peor dato del cuarteto, pero está al nivel de superdeportivos como el Bugatti EB110, el Porsche 959 o el Ferrari GTO. 

Conclusión

El Porsche cada vez está menos solo en su trono. Esta comparativa demuestra que sigue siendo el rey en el paso por curva, pero el RS 7, el CLS 63 AMG S y el M6 le siguen muy de cerca. ¿Se hubiera alejado más el Panamera Turbo S? Seguramente no. Porque a la hora de puntuar, al Porsche no solo le han penalizado sus datos de aceleración en recta, que por otro lado se ven compensados por su espectacular frenada, sino su precio: los casi 50.000 euros que lo separan del Audi RS 7 no se justifican de ningún modo. El BMW es el más divertido de conducir, con su frenético motor, pero también el más exigente, al ser el único con propulsión trasera. Y es que el más equilibrad Mercedes logra un comportamiento sobresaliente, pero se lo debe, en su mayor parte, a su tracción integral. 

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Estas cuatro berlinas suman juntas más de medio millón de euros: el Panamera, las variantes RS, M, Turbo y AMG combinan tapicería de cuero, climatizadores multizona

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