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Porsche 928: fue un incomprendido

El Porsche 928 apareció con el objetivo de 'enterrar' al Porsche 911 cuando se pensaba que iba a tocar techo. Fue acogido con frialdad: el motor delantero refrigerado con agua no era precisamente lo que el 'núcleo duro' esperaba...

El Porsche 928 demostró una cosa: el problema de crear mitos es que luego tienes que convivir junto a ellos. Mira Porsche. Creó el 356 y cuando llegó la hora de sustituirlo todo fueron caras largas. Vale, el Porsche 911 de 1964 se hizo un hueco por méritos propios y su silueta sigue enamorando 40 años después de su lanzamiento. Sin embargo, hubo un tiempo en que su supremacía fue amenazada por un modelo que, como poco, se puede definir como controvertido.

 

El Porsche 928 llegó en un momento en que los cimientos de la marca se estaban tambaleando. Crisis mundial, escasez de petróleo (o eso se decía)... Y encima el Porsche 924 salía al mercado un año antes con un motor en posición delantera... ¡y de origen Audi!

 

Motor Porsche 928

Un motor laaaaaaaargo... El V8 rendía 240 CV en Europa

Pero este Gran Turismo era diferente. Desde los años 60 Ernst Fuhrman temía que el 911 llegara a su límite, y ese límite -creía él- estaba cerca en los 70. Por eso en 1971 se inicia un estudio de diseño del que sería el posible sustituto del ‘nueveonce’.

 

El proyecto era de envergadura. Aunque el que dibujó las líneas de la carrocería fue Wolfgang Möbius bajo la supervisión de Anatole Lapin, los primeros test se hicieron bajo carrocerías de Mercedes 350 SL (W107), Opel Admiral, Audi 100 y una especie de todoterreno del que no he podido saber demasiado. Además, a partir de mediados de los 70 una docena de prototipos (hay quien dice que 13) se movieron por todo el mundo: desde el Polo Norte hasta el desierto de Argelia.

 

Y por supuesto, el Porsche 928 se desarrolló en un lugar mucho peor que todos esos: el circuito de Weissach. Allí se puso a tono la suspensión, McPherson con doble triángulo delante y un nuevo 'invento' llamado Eje Weissach detrás: un sistema pasivo de cuatro ruedas direccionales.

 

Un tema sobre el que se pensó, y mucho, fue el motor que debería mover al Porsche 928 y que estuviera a la altura. Los coches de prueba llevaban un V8 5.0 de 300 CV alimentado por carburadores. Con la crisis del petróleo se llegó a plantear un 3.3; por otro lado, Ferdinand Piech, el jefe de todo esto, quería un V10 (dos bloques de cinco cilindros de Audi).

 

 

¡Por fin me monto en uno!

 

Al final la lógica imperó y se optó por el 4.5 de 240 CV. Este V8 a 90 grados es el que monta el Porsche 928 que ves en las fotos, que es de 1980. Nada más subirme en él preparé la llave. Iba de chulito, la verdad, y ya me la había colocado en la mano izquierda: "Como buen Porsche", me decía, "el arranque estará al otro lado". Pero no, me equivocaba.

 

Por fin me monto en un 928...

El Porsche 928 fue un intento fallido de enterrar al 911...

Llevaba mucho tiempo deseando ponerme al volante de uno aparato de estos. El V8 despertó con un rugido que resonó por todo el garaje donde me esperaba. Luego, al ralentí, la aguja de las revoluciones se situó mansamente por debajo del '1'. Ni una sola vibración, ni un mal gesto. Este Porsche 928 tiene cambio manual. Según los registros, de los 61.056 modelos salidos de la fábrica de Zuffenhausen hasta 1995, el 80 por ciento fueron automáticos.

 

Las unidades con embrague tenían la primera hacia atrás. Tipo ‘dogleg’, como dicen los ingleses. Mi compañero y amigo Emilio Salmoral, propietario de un precioso BMW M3 E30, lo define mejor: tiene las marchas al revés.

 

Al revés o no, lo cierto es que no me cuesta dosificar el embrague. Tras los primeros segundos, en los que me muevo con pies de plomo entre las columnas del garaje, me siento como en mi coche.

 

A la hora de salir a la calle con el Porsche 928 no me cuesta incorporarme a la circulación. Entre otras cosas, porque su visión circular se acerca a la perfección. En una época en la que las leyes antivuelco no eran tan estrictas, los pilares A, B y C eran más estrechos de lo que solemos ver hoy en día y daban paso a un ‘greenhouse’ con una enorme superficie acristalada. ¿Greenhouse? Así es como se empeñan en llamar los ingleses a la zona que la de la línea de cintura hasta el techo.

 

Una vez en marcha, la suavidad del V8 me permite meter tercera e incluso cuarta a velocidades de ciudad. Pero cuando salgo a la autopista no puedo reprimir las ganas de pisarle a fondo en la incorporación. Un rápido vistazo a la temperatura en un cuadro de relojes típico de Porsche me da permiso.

Porsche 928 detalle interior

Fue coche del año en 1978 por delante del Serie 7 y el Ford Granada. Es el único deportivo que lo ha conseguido

Así que estiro la tercera hasta las 5.000 rpm. Por precaución y respeto a todo un clásico, no paso de ahí y eso que el régimen máximo de giro se sitúa en las 6.300 vueltas. A 120 en quinta circulo a unas 2.700 revoluciones, aunque no es hasta que me meto en una carretera rápida con curvas donde me lo paso verdaderamente bien.

 

El buen reparto de pesos de los Porsche 928 (48/52) se deja notar con su nobleza de reacciones y a pesar de las suspensiones de la época, blandas para lo que estamos todos acostumbrados hoy en día, el Eje Weissach hace su trabajo estupendamente. Sólo una traicionera rotonda mojada me demostró lo fácil que es dominar un sobreviraje. El volante, muy vertical, acciona una dirección precisa (y dura), aunque un poco lenta para hoy día. Eso sí, no os voy a negar que el sustito me lo llevé puesto...

 

Tras la prueba, decidí despedirme de él con un repostaje (vaya palo) y un buen lavado a mano. Mientras le paso una esponja por su capó de aluminio, me pregunto por qué demonios es un modelo tan infravalorado. No lo merece.

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El Porsche 928 apareció con el objetivo de 'enterrar' al Porsche 911 cuando se pensaba que iba a tocar techo. Fue acogido con frialdad: el motor delantero

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