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El nuevo Volkswagen Beetle se encuentra con el Escarabajo

El New Beetle se retira y deja paso al nuevo The Beetle. Para celebrarlo lo juntamos con su abue lo nacido en 1951. Cuando el Beetle aún se llamaba Escarabajo. Cuando dos Escarabajos se juntan, pueden empezar a templar los Mini y Audi A1.

Motorizaciones comparadas:

El nuevo The Beetle (video Volkswagen The Beetle) ya está aquí. La pregunta es inevitable: ¿También es más cool? ¿Tiene potencial para ser un modelo de culto? Y, en lo posible, ¿posee un poco de esencia de Escarabajo? Para comprobarlo lo comparamos con un modelo de 1951, un sesentón aún lleno de energía. Su diseño mantiene la pauta del modelo primigenio de 1938 y lleva la luna trasera partida. Es redondeado y va pintado en un exquisito marrón rojizo, que recuerda los tiempos de la posguerra en Alemania. Solo era realmente cool en invierno, cuando la escarcha de la mañana se adhería a los cristales.

Por aquel entonces la gente estaba hasta las narices de las cosas de culto. ¿Qué hubiera pasado si esa época Volkswagen hubiera ofrecido el Beetle de 2011? Pues habrían percibido su lejano parentesco con el original, pero poco más, porque no tienen nada que ver. Para empezar, por las dimensiones. Coinciden en los pasos de rueda redondos y el techo acampanado. Pero parece que está visto a través de esos espejos distorsionadores de las ferias. Seguro que pensarían: “pero, bueno, ¿pretende alojar a un elefante ahí dentro?”

Es 21 centímetros más largo, 27 más ancho y seis más bajo, o sea, tiene la longitud de una berlina media y es más ancho que un Mercedes 300 de entonces. También ha crecido respecto al New Beetle, que es 15 centímetros más corto. Y luego están las proporciones. Con un morro más largo y un techo más plano, es más coche deportivo que del pueblo. “Un tributo al diseño del grupo”, reza la nota de prensa. Mucho dibujo mezclado con un poco de Escarabajo. Pero de esto último, queda bien poco. Su aspecto musculoso recuerda más a los divertidos hotrods estadounidenses. Aparenta más calidad que su antecesor, es más moderno con su luna delantera retrasada, lleva un equipamiento más lujoso y, como se basa en el Golf VI y no en el IV, va notablemente mejor en carretera.

El Beetle tope de gama con 200 CV se comporta igual que un Golf GTI (prueba Volkswagen Golf GTI 35 Aniversario), pero en carrocería coupé. Aunque también hay versiones más económicas, por supuesto. Como el 1.2 TSI de 105 CV, desde 21.120 euros. En comparación se ve más maduro, más formal que su antecesor. No hay rastro de la graciosa sonrisa del anterior New Beetle, ni detalles como la margarita artificial del interior o ese salpicadero de aspecto básico para rememorar lo retro. Los novatos en Escarabajo deben tener en cuenta sus características a la hora de subirse en él y encender su motor bóxer. Es un coche peculiar y precisamente en su peculiaridad hay que buscar su encanto.

Visibilidad precaria, la luna delantera que casi te toca la nariz... pero eso sí, asientos “regulables incluso en marcha”, como rezaba la publicidad de entonces. Detrás se oye el tosido del motor al despertar y que el ventilador de refrigeración empieza a aullar. Avanza con sus 25 CV a través de sus cuatro marchas, la dirección tiene la precisión del timón de una barcaza, las ruedas el apoyo de las patas de una mosca y al pasar por las curvas la zaga bascula sobre su eje que da gusto. Y frenar con sus cuatro tambores implica perder la trayectoria constantemente. ¿Queda alguna coincidencia entre el clásico y el más moderno? Pues sí, tres: el angosto espacio en las plazas traseras (típico del Escarabajo), la mala visibilidad (normal en un coche con ventanillas pequeñas) y el botón para encender el motor (antes era una solución barata, ahora es algo innovador).

Está claro que el nuevo Beetle solo pretende ser un coche divertido, llamativo y con un toque deportivo para ser un duro rival del Mini de BMW o el Audi A1 de sus primos de Ingolstadt. ¡Larga vida al Escarabajo!

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