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Nuevo Mercedes SLK: cada vez mejor

El Mercedes SLK cambia de cara, aunque no de filosofía; consume y emite menos, pero mantiene intacta la diversión al volante de siempre. Con un inédito techo de cristal, capaz de oscurecerse pulsando un simple botón, la marca de la estrella pone la guinda a su nuevo 'roadster', ya a la venta desde 38.675 euros.

Desde que naciera, en 1996, el Mercedes SLK ha sabido superarse a sí mismo sin perder de vista su esencia. La tercera generación de este biplaza de propulsión trasera viene representada por un ligero y acertado cambio de imagen, aunque hay mucho más. De momento, olvídate de sus afilados faros. La nueva parrilla, más vertical, preside un frontal más elegante y con formas más redondeadas. Fíjate en las definidas líneas laterales de la carrocería o en los rediseñados pilotos traseros que incorporan por primera vez tecnología LED. En el interior, más de lo mismo: la elegancia y la deportividad se mezclan. ¿No te suenan esos relojes? Sí, están inspirados en el mismísimo SLS AMG.

En cuanto al equipamiento, el nuevo Mercedes SLK ha vuelto a sorprender a propios y extraños. Si el Airscarf (un chorro de aire caliente orientado a la nuca) fue el gran protagonista de la segunda generación, en esta última entrega la mayor novedad ha recaído en el techo de cristal MAGIC SKY CONTROL, que con un solo botón se oscurece para proteger a los ocupantes de la luz directa del sol.

De los motores, tengo que decirte que todos llegan con el sistema de parada y arranque Start-Stop y la tecnología BlueEfficiency de serie. Son tres: dos de cuatro cilindros sobrealimentados (de 184 y 294 CV) y un V6 atmosférico de 306 (en otoño aparecerá un diésel, mientras que la imponente versión AMG se espera para 2012). Solo el SLK 200 monta un cambio manual de serie, mientras que las variantes más potentes se asocian a una transmisión automática 7G-Tronic de siete relaciones (por cierto, muy suave, pero a la vez lenta).

¿Manos a la obra? La capota se descubre en menos de 20 segundos para dejarte a cielo abierto y empezar el vendaval de sensaciones. La dirección funciona con una precisión suiza, mientras la zaga no se inmuta a no ser que abuses intencionadamente del acelerador. ¿Te parece poco divertido? Con el SLK 350, el sonido que llega a tus oídos es una pura delicia, mientras que con las versiones sobrealimentadas, lo que valorarás es la aceleración a bajas vueltas para realizar adelantamientos con una facilidad pasmosa. Si te convence, ya puedes correr al concesionario, aunque este juguete de dos plazas no es barato: 38.625 euros para el 200; 44.256 para el 250 y 52.300 euros para el potente SLK 350.

Valoración

Nota8

El Mercedes SLK cambia de cara, aunque no de filosofía; consume y emite menos, pero mantiene intacta la diversión al volante de siempre. Con un inédito techo de

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