Prueba del Nissan Pulsar 1.5 dCi 2015

La prueba del Nissan Pulsar 1.5 dCi está protagonizada por uan unidad con el acabado Tekna, que cuenta con un equipamiento que quita el hipo y que se sale de lo normal en el segmento: asientos calefactables, navegador, cámara 360, faros ‘full led’, apertura y arranque sin llave, algo que haría que muchos de sus rivales se acercara sin dudarlo a los 30.000 euros.

Pero no solo de imagen y equipamiento vive un coche, y eso lo saben bien en Nissan.. Para empezar, la habitabilidad interior del Nissan Pulsar es muy buena gracias a un techo elevado que le permite dar sensación de desahogo en todas sus plazas, aunque a cambio ofrece una línea menos estilizada que rivales de peso como el Volkswagen Golf 7 o el nuevo Peugeot 308.

Al volante te vas a sentir cómodo: la postura en el Pulsar está bien lograda y los asientos, que no tienen regulación lumbar y cuentan con un mullido tirando a duro, son cómodos a pesar de que suene a lo contrario. Sí que echo en falta algo más de sujeción lateral, pero como no es un coche con el que atacar con demasiado entusiasmo un puerto de montaña, no te dará quebraderos de cabeza.

Parte de la comodidad se consigue gracias a la posición del reposabrazos, que no molesta al meter las marchas pares como sí ocurre con modelos de la competencia. Eso sí, es una pena que el asiento del acompañante no se regule en altura.

Detrás me ha sorprendido la gran cantidad de espacio que hay para las piernas y la cabeza. La peor parte se la lleva de nuevo el respaldo, que sujeta regular el cuerpo y la banqueta, que no acaba de recoger los muslos al quedar baja. Pero el acceso es bueno, en parte, gracias al hueco de la puerta y a una línea de techo elevada que no te obliga a agacharte más de lo necesario. También es de agradecer que se hayan acordado de colocar un reposabrazos y bolsillos en los asientos delanteros.

En la prueba del Pulsar 1.5 dCi se ha revelado un coche tranquilo. La unidad que he conducido tenía apenas 200 km cuando lo cogí por primera vez, por lo que su motor no ha estado todo lo fino que sería deseable. Aun así muestra sus atributos: suavidad de marcha y cierto brío. El motor K9K, que así se llama, los comparte con Renault y hasta Mercedes, empuja con ganas desde un poco antes de las 2.000 rpm y estira hasta más allá de las 4.000, aunque te puedes imaginar que ese no es su régimen preferido. De hecho, te deja circular en marchas largas a velocidades de ciudad con cierto desahogo. Así, si metes quinta a 50 puedes ir a 1.800 vueltas cómodamente y reducir sin que te dé pereza gracias a un accionamiento del cambio que no te va a poner en problemas.

En autopista, tampoco. A 120 km/h en sexta vas a 2.000 rpm, un ritmo relajado que encaja con el carácter de este modelo, que no está hecho para rodar a ritmos vertiginosos, pero sí alegres: no hace demasiado ruido y el tarado de las suspensiones no castiga a los ocupantes.

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