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Mercedes Arocs: la cantera es su territorio

Rafael García

La prueba de hoy no es la de un vehículo convencional. El Mercedes Arocs tiene la friolera de 625 CV de potencia y, a su lado, el todoterreno más grande parecería un coche de juguete. Hoy me subo a la nueva 'bestia' de Mercedes Benz.

En realidad, el Mercedes Arocs es el vehículo perfecto para potentados, porque hoy por hoy no puede comprarse nada 'más gordo' que este nuevo camión destinado al sector de la construcción. El Arocs es un eficaz trabajador en la cantera y obras de envergadura. Tanto si se trata de transportar cemento o materiales de construcción por terrenos difíciles como de llevar escombros o tierra excavada, el Mercedes es un currante.

Y es que el Mercedes Arocs no le hace ascos a ninguna clase de trabajo sucio. Todo lo contrario. Sólo cuando está bien enfangado, cuando sus ruedas, tan altas que le llegan a uno hasta la cintura, hunden su profundo perfil tamaño ladrillo en el lodo y cuando puede escalar una cuesta de 90% de inclinación llevando en su volquete, del tamaño de una piscina, 20 toneladas de gravilla, se siente en su hábitat.

Y es que los desarrolladores del Arocs, una derivación del coloso rodante Actros, no han reparado en gastos: tracción integral, un motor diésel 6 cilindros con 15,6 litros de cilindrada, 625 CV de potencia, un par de 3.500 Nm, media docena de bloqueos, tracción en las ocho ruedas y una caja de cambios con 16 marchas y 4 de marcha atrás. Un despliegue mecánico destinado a que la lucha en el fango de la cantera se convierta en un juego de niños.

Una vez al volante cuesta un poco acostumbrarse: el cambio en forma de 'H doble', las marchas cortas... Con un radio de giro de casi 20 metros tienes que contar con la amplitud de visión de un capitán de un barco de vapor, algo que por cierto no viene mal cuando hay que frenar. Porque este camión Mercedes completamente cargado puede llegar a pesar fácilmente, fuera de la carretera, más de 40 toneladas: mucho peso en el caso de que el Mercedes Arocs pierda adehrencia en sus ruedas traseras.

Una vez adaptado, el Arocs se conduce parecido a un Mercedes Clase Mno se necesita mucho más que el dedo meñique para mover el enorme volante, un buen pie para el pedal y la fe ciega en un motor que, con cada aceleración, solo hace vibrar suavemente el suelo de la cabina. El coloso se pone entonces en marcha, dando la impresión de que nada lo podría parar.

En carretera, sí. Ahí, el Mercedes Arocs se muestra menos poderoso, ya que necesita una eternidad hasta que se pone realmente en marcha. Sin duda, su reino es la cantera. Pocas veces se siente uno más cercano a los viejos tiempos, cuando de niños jugábamos con los camiones de juguete, que cuando conduce un Actros ‘on the rocks’…

Thomas Geiger / Autobild.de

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