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Prueba Mazda CX-5 2017 2.0 165 CV: suave, suave

Aspira a ser mayor. ¿Lo es?

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He probado el nuevo Mazda CX-5 2.0 165 con tracción delantera y cambio manual, un modelo que gracias a esa combinación permite lanzarse por un precio muy ajustado de 26.600 euros, es decir, se convierte en el acceso a la gama de CX-5. Es un propulsor realmente suave, que va en clara sintonía con el ambiente premium que la marca ha intentado buscar en su nuevo SUV. Demasiado suave, quizás, al inicio de su curva de potencia, pues realmente hasta 3.000 vueltas no empiezas a sentir en plenitud que dispones bajo el pie derecho.

Se nota su naturaleza atmosférica en esos inicios, sin embargo después se recupera y estira con limpieza y alegría. Se asocia a un cambio manual de seis velocidades de recorridos cortos y rapidez en su manejo, que pone la primera piedra para un comportamiento dinámico aplomado. Apenas hay mejora en este aspecto frente a la generación anterior, que ya era referencia del segmento en este capítulo y solo mejoraría al tacto (algo artificial) de la dirección. Los frenos funcionan de maravilla y no presentan signos de fatiga.

Este CX-5 gasolina es un coche muy confortable, tanto por insonorización como por los tarados de suspensión elegidos. En espacio para los pasajeros saca nota y en su segunda fila viajan tres adultos sin problemas y conservando un buen maletero, cuyo portón eléctrico podría elevarse algo más para alegría de los que superan el 1,80 de altura. Lo que no supera son los 6,9 litros de gasto real en conducción mixta con tramos dinámicos, un valor destacado para sus medidas y potencia.

De salirse del asfalto, con esta versión de tracción delantera y sin transmisión automática... poco. Mejor disfrutar sobre el asfalto del Mazda CX-5 más premium que ha habido hasta el momento. Todo un salto de calidad.

Mazda CX-5, interior

Me cuelo en el interior para ver qué me encuentro. Lo primero en lo que me fijo: esa pantalla de siete pulgadas que deja de estar totalmente integrada en la parte alta del salpicadero para ofrecer ahora un formato tipo tablet, con la parte superior al aire. Tiene una forma más panorámica y es táctil. En ella se ofrece toda la información del sistema MZD Connect, que presenta varias opciones para conectar tu smartphone, ya sea por Bluetooth o por los protocolos avanzados para Android e iOS de Apple. De hecho, el CX-5 es el primer Mazda que incorpora este protocolo. ¿Alguna pega? Quizá esta pantalla tenga un tamaño demasiado discreto para lo que se estila hoy en día (las ocho pulgadas se han impuesto como la medida estándar en muchos rivales).
Más cambios en el interior: las salidas de aire son ahora distintas, más refinadas y grandes. El botón de arranque se ha llevado hacia la consola central y los mandos del climatizador cambian de sitio para estar situados un poco más bajos (antes me gustaba más su localización y estaban más a mano). 
Al volante, la posición es la típica en este tipo de vehículos: elevada, con las piernas más flexionadas que en una berlina y con muy buena visibilidad sobre la carretera. La sujeción de la espalda es normal (nada del otro mundo), pero el mullido sí es destacable. 


En la fila trasera sorprende lo mucho que abren las puertas, lo que favorece un buen acceso a esta zona. Cosas que antes no estaban disponibles: los respaldos traseros se pueden inclinar en dos posiciones para lograr una postura más confortable. También apunta la doble salida de aire específicas para esta fila (antes no existía) y unas bolsas en las puertas de mayor tamaño. En cuanto a dimensiones, el CX-5 no destaca especialmente entre sus rivales, aunque es suficientemente amplio y dos adultos de más de 1,80 m no van a tener problemas para acomodarse en sus butacas traseras (la plaza central es más incómoda, aunque esto es algo que pasa comúnmente). Donde mejor se sitúa con respecto a la competencia es en la distancia para la cabeza, con 97 centímetros. Luego, en cuanto a espacio para las rodillas o en anchura para los hombros, tiene a unos cuantos rivales por delante, aunque las diferencias son mínimas. No obstante, Mazda puede sacar pecho, porque hay también otras marcas Premium que ofrecen menos centímetros en sus plazas traseras. 

¿Y en la zona de carga del CX-5?

El maletero del nuevo CX-5 ofrece 506 litros de capacidad, lo que no está nada mal, aunque nuevamente se queda (por poco) por detrás de competidores como un Volkswagen Tiguan o un Honda CR-V. Aun así, tampoco es el más escaso, ya que un Ford Kuga ofrece menos maletero, con sus 456 litros bajo el portón trasero. Hablando de la apertura, en este CX-5 es totalmente eléctrica y su ángulo es destacable (nada de golpearse la cabeza para personas de talla alta). Lo que echo en falta (y que cada vez es más común) es la apertura sin manos, que se acciona con pasar el pie por debajo.

Valoración

Nota8

En esta prueba Mazda CX-5 2017 2.0 165 CV queremos saber si es tan premium como un BMW X3 y compañía. El motor desde luego, va muy suave

Lo mejor

Calidad de los acabados en el interior, suavidad del motor

Lo peor

Respuesta mecánica a bajas revoluciones, pantalla central pequeña

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