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Al volante del Land Rover Discovery Sport 2.0 TD4 150

Motor más eficiente, SUV igualmente polivalente.

Misma potencia, pero menos consumo.y emisiones. La fórmula es ya archiconocida. Esta vez la ha adoptado el Land Rover Discovery Sport 2.0 TD4 150, que se olvida del anterior bloque de cuatro cilindros y 2,2 litros de cilindrada para esconder bajo el capó un nuevo cuatro en línea con menos cubicaje y así mejorar, como suele ser habitual, las cifras de gasto sin perder potencia ni prestaciones. Sobre el papel, la nueva incorporación a la gama le tiene que sentar muy bien a uno de los SUV más polivalentes del fabricante británico. Lo que voy a hacer es justamente comprobar si eso es cierto.

Al lío. Con la llave en el bolsillo, entro, me acomodo y arranco el motor. Suena poco y no vibra nada. Buen comienzo. En esta nueva gama de motores, bautizada como Ingenium, los ingenieros de Land Rover han trabajado sobre todo en las partes internas para reducir  fricciones y mejorar su funcionamiento. Para los ávidos de datos técnicos, cuenta con dos nuevos sistemas: de reducción catalítica selectiva y de recirculación de gases de escape de baja presión. 

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Todo ello logra que emita solo 139 gramos de CO2 y que marque un consumo de 5,3 litros, lo que no está nada mal para tratarse de un coche que pesa 1.775 kilos y mide 4,6 metros. No obstante, esas cifras son las que aparecen en la ficha técnica oficial. Los primeros datos del ordenador de viaje no son para nada tan optimistas. Pero bueno, en el fondo, acabo de empezar mi ruta y quedan muchos kilómetros por analizar. Mientras continúo el viaje, déjame que te cuente que este motor se puede asociar, como hasta ahora, con la transmisión automática de nueve velocidades que es la que lleva esta unidad que estoy probando (cuesta 3.500 euros sobre la opción manual). ¿Recomendable? Sin duda. Funciona bien y las transiciones se hacen con mucha suavidad. Digamos que está claramente orientada hacia el confort del pasaje y a una conducción tranquila. Por eso, a veces, cuando le demandas mucha aceleración al motor y de forma repentina, se lo piensa demasiado. Para subsanar ese carácter tranquilo puedes elegir el modo Sport que hace que el motor gire más alto de vueltas y favorece las reacciones más rápidas al pie derecho.

En autovías y carreteras rápidas, el confort es elevado. El esquema de suspensiones logra absorber bien las irregularidades del asfalto y viajas muy bien aislado. En otras palabras: rara vez se te quejará el pasaje. Lo bueno del Discovery Sport es que incluso en las carreteras más reviradas sabe mantener el tipo y pasar con nota. Las inercias se notan, pero las oscilaciones de la carrocería son bastante contenidas y el nivel de confianza que aporta es muy alto.

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Pero si realmente quieres extraer todo el potencial de este SUV, tienes que sacarlo a pasear al campo y meterle mano al Terrain Response. Para asegurarse un buen comportamiento fuera del asfalto, el Discovery Sport se presenta con unas cotas offroad más que convincentes: ofrece una altura libre al suelo de nada menos que 212 mm y una profundidad de vadeo de 600 mm. Pero estas cifras no servirían de nada si no hubiera detrás un sistema de tracción capaz de sacarte de las situaciones más difíciles. Dispositivos como el Efficient Driveline (reparte tracción al eje que más lo necesite en cada momento gracias a un embrague Haldex) y el Terrain Response con cinco programas (normal, hierba/gravilla/nieve, barro y arena) permiten al Discovery Sport superar obstáculos muy complicados. Por ejemplo, puede escalar pendientes máximas de 45 grados, algo que no pueden hacer algunos rivales como Audi y BMW

Dicho de otra forma: la polivalencia que ofrece este SUV no es fácil de igualar en el segmento. Después de hacer bastantes kilómetros, lo puedo decir: su nuevo motor le sienta como anillo al dedo, ya que apenas se siente y tiene fuerza suficiente para tirar incluso con siete ocupantes. La única pega es el consumo: se ha reducido con respecto al anterior 2.2, pero la verdad es que esperaba un dato aún más bajo.

Valoración

Nota8

Ponemos a prueba el Land Rover Discovery Sport 2.0 TD4 con tracción a las cuatro ruedas 4WD y cambio automático de nueve velocidades. Un SUV que vale para el campo.

Lo mejor

Bajo sonido y vibraciones. Respuesta en campo. Suavidad del cambio

Lo peor

El consumo es elevado, pese a que es menor que en la generación anterior.

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