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Prueba Ford Ranger Wildtrack: ¡la bestia se civiliza!

Preparado para aguantar el trato más duro en todo tipo de terrenos, el Ford Ranger Wildtrack destaca sobre sus rivales por montar un equipamiento impropio para este segmento.

Me encantan los pick-up como el Ford Ranger Wildtrack. Son vehículos dispuestos a aguantar el uso más despiadado del ser humano. Por eso, porque están muy orientados al trabajo en las peores condiciones y a ser básicamente mulas de carga, tienen un tacto muy especial en su conducción. Con la caja vacía vas literalmente dando saltos en los badenes más pronunciados y tomar una rotonda con el asfalto mojado se puede convertir en un desafío tan divertido como difícil para tus manos, ya que como buen todoterreno que son, tienen muchas vueltas de volante. 

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El nombre Ford Ranger nos trae a la cabeza campo, todoterreno y fuerza bruta. Y así es, una vez más, en el modelo de 2016 que es el que tengo justo delante de mí. Su estampa es brutal: 5,36 metros de longitud y una altura que me supera por un centímetro. Estoy ante la versión Wildtrack, la más equipada y cuidada de la gama. Solo se puede elegir con la versión de doble cabina y con el motor 3.2 diésel de 200 CV bajo su enorme capó.

No es nuevo, ya que ya estaba disponible antes para el Ranger y sigue siendo uno de los más potentes disponibles para este segmento. Su poderío genera la nada desdeñable cifra de 470 Nm de par desde solo 1.500 vueltas, algo que viene muy bien para sortear pasos difíciles en campo y arrancar en pendiente. 

Ford Ranger Wildtrak sobre nieve, grava y ¡lo que venga!

Pero empecemos por lo más obvio de esta prueba del Ford Ranger Wildtrack que es su actualizada estampa, con una poderosa parrilla y esos enormes faros. Todo en este Ranger parece estar sobredimensionado, como sus grandes ruedas de 18" de serie, que dan soporte a unos neumáticos 265/60. También lo es su enorme caja, con la superficie de carga recubierta de plástico y el borde a 85 cm del suelo (permite transportar una burrada de peso: más de 1.000 kg). 

Pero aunque todas estas cifras son muy llamativas, lo que más destaca de esta variante Wildtrack es su dotación y su calidad, más propias de otros segmentos que de los pick-up. De eso te das cuenta nada más acceder al habitáculo, donde te encuentras con unos asientos parcialmente forrados en cuero, con costuras dobles a juego con el color exterior, naranja metalizado. El volante está forrado en cuero (otro guiño de calidad) y ofrece botones de fácil acceso (quizá demasiados) para manejar las funciones de la radio, el teléfono o el control de crucero adaptativo.

Sí, has leído bien. Este pick-up puede montar elementos que en principio no te los esperarías en un modelo así. Pero esa es la manera de diferenciarse de sus rivales y convencer a todos los que quieran y necesiten una pick-up robusta y, a la vez, de calidad. Fíjate, por ejemplo, en el sistema de navegación (es de serie) del Ranger Wildtrack que no es otro que el Sync2, con una gran pantalla táctil de ocho pulgadas y todas las funciones de esta interfaz, con la que puedes dar órdenes mediante la voz para los distintos dispositivos. 

Paso a la fila trasera y me encuentro mucha altura para la cabeza y también unos buenos centímetros para las dos plazas exteriores (la central es bastante más estrecha). No hay salidas de aire específicas, pero los acabados nuevamente brillan a un buen nivel. 

Hora de ponerse en marcha

Analizados los principales detalles que ofrece esta versión hiperequipada del Ford Ranger Wildtrack, es hora de ponerle a prueba sobre el asfalto y sobre tierra. La potencia es perceptible desde el primer patadón al acelerador. Se nota que los 470 Nm de par están disponibles desde bajas vueltas. La fuerza se deriva al asfalto a través de una caja manual de seis velocidades (también puede ser automática por algo menos de 1.700 euros) y, dependiendo de lo que elijas puedes moverte con tracción a las ruedas traseras o a ambos ejes.

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La selección se debe hacer de forma manual mediante una pequeña rueda. No hay diferencial central, así que cuando se conectan ambos ejes las ruedas giran solidarias. Lleva reductora y gracias a ella y a unas buenas cotas offroad este Ranger se atreve hasta con los pasos difíciles. 

Sobre asfalto se vuelve más torpón debido a su chasis de largueros y a su peso, lo que no le hace especialmente ágil. Sus 3,5 vueltas de volante entre topes tampoco lo hacen muy preciso a la hora de guiarlo, así que parece claro que el Ranger no está cómodo a ritmos altos. Ni falta que hace. Si quieres diversión y sacarle todo el partido a los 200 CV lo mejor es irse al campo. Con los neumáticos adecuados, vas a tener capacidad de tracción y fuerza de sobra para superar cualquier obstáculo.

Conclusión: muchos detalles para los más sibaritas

El Ford Ranger es un pick-up de los duros, pero en esta versión Wildtrack sale de fábrica mucho más civilizado que sus hermanos de gama y con un motor que es pura fuerza desde muy bajas vueltas. ¿Merece la pena el desembolso extra? Todo depende de si vas a hacer un uso exclusivo en campo y zonas urbanas o vas a tener que moverte y hacer más kilómetros por carretera. Si la tuya es la segunda opción, bendecirás sus asistentes y la calidad extra que ofrece.

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