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Ford Fiesta 1.4 Titanium, Suzuki Swift 1.2 Comfort y Citroë

De aburridos nada: los coches pequeños están de moda y aportan una nota de color en su segmento. El nuevo Suzuki Swift viene desde Japón para competir con los Citroën C3 y el Ford Fiesta. Ha cambiado por dentro mucho más que por fuera, ¿será suficiente?

Los árboles empiezan a perder sus hojas, pero la savia nueva llega al mundillo de los coches pequeños. El Suzuki Swifty el Ford Fiesta se visten de rojo chillón para ahuyentar a los fantasmas otoñales, mientras el Citroën C3 le pone un lazo dorado a este mes de noviembre. El del óvalo se ajusta un traje new edge para darle rienda suelta a su deportividad, mientras el C3 se transforma, echándole un poco de fantasía y pensando en su condición de práctico utilitario, en el nuevo Dos Caballos. ¿Y el Suzuki Swift? Para empezar, hay que mirarlo con lupa para darse cuenta de que es la nueva versión. Los faros han cambiado ligeramente su diseño y, metro en mano, me doy cuenta de que ha crecido nada menos que nueve centímetros en longitud. Pero los japoneses no le han cambiado apenas sus líneas básicas. En cualquier caso, ¿por qué lo iban a hacer? Después de haber vendido más de medio millón de unidades en tan sólo cinco años, se puede decir que el predecesor es todo un ídolo de masas: su look con aires de Mini cae verdaderamente simpático.

Otra historia es el maletero, apartado en el que este Suzuki fabricado en Hungría no es caballo ganador. Con 211 litros de volumen supera en diez al anterior Swift, pero no deja de ser una cifra bastante discreta. Además, a la hora de cargar las maletas, los 78 centímetros de altura del borde de carga terminan poniéndote de los nervios. Si pliegas los respaldos consigues una superficie de 902 litros, pero te tropiezas con un molesto escalón en plena zona de carga. Sus rivales tienen mucho más espacio (el Fiesta: 295-965 litros; el C3: 300-1.121 litros) aunque su superficie es más lisa y utilizable.

Sin embargo, el Suzuki cuida a sus ocupantes a la hora de hablar de espacio, algo que llama especialmente la atención en la parte trasera, donde dos adultos se acomodan sin problemas. Por contra, el Fiesta y el C3 se empeñan en estrujarte las rodillas de lo lindo si te sientas detrás... Es cierto, sólo son utilitarios. No debo olvidarme de eso, pero lo cierto es que lo podrían hacer un poquito mejor.

En cuanto al diseño interior, queda claro que sus responsables han trabajado fino en casi todos los casos. Y digo casi, porque en el Ford observo detalles que no me acaban de convencer.  Por ejemplo, la consola central  tiene una curiosa mezcla de materiales, con plásticos feos a la vista y algunos remates que no me gustan. Eso sí, no se puede decir que la calidad no sea buena. En el Suzuki, en cambio, abunda más aún el plástico y, lo que es peor, sus  pilares se ponen a crujir al rodar por calles llenas de baches. Por último, el Citroën deja claro que los franceses entienden de moda. De la cuna del prêt à porter nace un diseño muy agradable a la vista que, todo sea dicho, cuenta con ciertos materiales que deberían estar mejor terminados. Además, unos asientos diferentes tampoco estarían mal, ya que los conductores altos echan en falta una banqueta menos elevada. Ford, en cambio, sabe tratar a sus ocupantes con mucha más comodidad, aunque con algo menos de espacio para las piernas. En cuanto al Suzuki ofrece más confort, aunque lo cierto es que ninguno llega a alcanzar el nivel del C3 en este apartado.

El equipamiento está a la altura de sus hermanos mayores: radio y teléfono con control por voz en el Fiesta y navegador fijo con aires de gama alta, aunque opcional (730 euros) en el Citroën. Los equipamientos superiores de esta comparativa son tan completos que colman todos o casi todos los deseos.

Pero es momento de empezar a rodar y el primero en pasar por mis manos será el francés. Ufff, ¿qué pasa? ¿A estas alturas del otoño resbala tanto el asfalto? Cuando te pongas al volante del C3 por primera vez seguro que le echas un vistazo al termómetro. Diez grados... tampoco es para tanto. ¡Entonces va a ser cosa de la dirección! A pesar de que aparcar se convierte en un juego de niños, la verdad es que el timón del francés no se muestra muy preciso. Por eso mejor disfrutar de la alegría de los 95 CV de su motor en rectas, donde llevarlo se convierte en todo un agradable paseo que te permite disfrutar del paisaje a través de su techo panorámico (de esto se benefician más los ocupantes), aunque sin demasiada información bajo las ruedas.

Conducirlo sin darle mucha caña es la mejor manera de llevar un Citroën... si no quieres que te responda con una buena sucesión de balanceos. En cambio, la amortiguación de largos recorridos del francés te trata con delicadeza cuando pasas por encima de los adoquines y demás superficies bacheadas.

Por su parte, el Swift y el Fiesta reaccionan con bastante torpeza a los baches de poca altura, así que las tapas de alcantarillas acaban convirtiéndose en un suplicio. A cambio, los dos juegan sus mejores bazas en lo que a diversión se refiere. El Fiesta toma las curvas con una dirección muy precisa y su motor de 1,4 litros no sólo se muestra lleno de vida en las marchas cortas sino que suena genial cuando la aguja del cuentavueltas sube hasta arriba.

Al Suzuki le falta fuelle. El nuevo 1.2 parece estar falto de vidilla: por ciudad no anda del todo mal, pero la autopista se le atraganta por la escasa respuesta de su propulsor. El Mini nipón lleva regular eso de cambiar de marcha y ponerse a correr. Para que te hagas a la idea, en quinta velocidad, necesita 24,8 segundos para pasar de 80 a 120 km/h.

Es una lástima que el motor no sea tan mordaz como sus frenos: con unos buenos 35 metros, se cuelga unas cuantas medallas. En consumo, en cambio, no consigue unos resultados tan brillantes. Tal y como he podido medir durante el test, los 5,9 l/100 km obtenidos superan en más de medio litro la cifra oficial. Está claro que la función Start-Stop (de serie) no es suficiente para contener el gasto. Pero lo cierto es que el Fiesta y el C3 se tragan 0,4 litros más cada 100 kilómetros, así que no hay mucho de lo que preocuparse.

Como colofón, una buena noticia común a los tres: niguno te roba la cartera... aunque, como verás, hay diferencias. El Swift, con el generoso equipamiento del acabado GLX, es por 14.726 euros toda una tentación, sobre todo si se compara con el Ford y el Citroën. El Fiesta y el C3, con 16.400 y 17.350 euros respectivamente, no dejan de tener buen precio aunque ya parecen acercarse a las puertas de los compactos.

CONCLUSIÓN

El nuevo Swift es un tipo simpático... pero eso no le vale para conseguir el primer puesto. Al motor le falta chispa y al maletero, espacio. Y a la hora de hablar de confort, no le llega a la suela de los zapatos al Ford Fiesta. Por otra parte, el cambio de diseño que ha experimentado es bastante conservador y poco sorprendente. Como consuelo cabe citar que el Suzuki va muy bine equipado y nadie le hace sombra en la relación calidad-precio.

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