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Duelo en circuito: Corvette Z06 vs McLaren 650S Spider

Nos ponemos al volante de dos de los superdeportivos más espectaculares del momento para llevarlos al límite en el circuito, y nos llevamos una sorpresa: el americano es el coche más veloz que hemos conducido hasta el momento en Sachsenring.

Motorizaciones comparadas:

Tenemos que confesar que nos sentimos afortunados en AUTOBILD. No bien sale una novedad al mercado, y ya tenemos la oportunidad de probarla a fondo en circuito. Incluso si se trata de creaciones tan espectaculares e inaccesibles como el Chevrolet Corvette Z06 y el McLaren 650S Spider. Hoy los enfrentamos en una comparativa al límite, para comprobar cuál nos hace volar más alto.

En cuanto a motor, los americanos entran en una nueva era respecto al anterior ZR1. Donde antes había un colosal siete litros, ahora ‘les basta’ con 6,2 cc de cubicaje en un V8 sobrealimentado para extraer 659 CV y 881 Nm de par. Pero, ante todo, el nuevo motor es mucho más compacto y ligero… Y brutal. Y es que tenemos que reconocer que con el nuevo Corvette Z06 los americanos han creado una máquina de correr prácticamente imbatible, como hemos comprobado en le circuito de Sachsenring.

Sensaciones al límite

Enfrente tenemos al McLaren 650S Spider, un superdeportivo estratosférico, también utilizable en el día a día. Vale que su V8 biturbo no es tan intimidante cono el ‘small block’ de su rival, pero sin duda es un bloque apto para volar a velocidades de infarto. Eso sí, te pide ir siempre alto de vueltas, ya que en la zona baja del cuentarrevoluciones apenas se hace notar. 

Pero cuando la aguja llega a la marca de 2.500, sientes un efecto catapulta que no cesa hasta poco antes de las 7.000. El sonido bronco que arrojan sus dos escapes tiene la suficiente intensidad para ponerte la carne de gallina. 

La sensación al volante del británico es muy similar a pilotar un F14: es endiabladamente veloz, apoyado en su chasis inteligente con amortiguadores hidráulicos y controladores de presión, aerodinámica activa y un sinfín de elementos innovadores. Dentro, me encuentro con un puesto de conducción concebido para correr: volante delgado, consola central austera y clara. La ergonomía y el novel de acabados son insuperables. 

Los asientos tienen un contorno parecido a los del Corvette, pero el agarre lateral es aún mayor. 

Eso sí: por muchos asistentes electrónicos de última generación que lleve, el conductor debe poner mucha atención y dedicarse por entero a lo que exige este coche: pilotar. Sobre todo a la salida de las curvas, donde el empuje es tal que requiere aferrar bien el volante para no descarrillar. Con todo, es un bólido preciso, entra en curvas con entereza y los cambios de apoyo son fulminantes y muy controlables. El resultado es un tiempo de 1:33,15 minutos por vuelta. Excelente, aunque no pasa del segundo puesto. El Corvette es aún más veloz.

El más rápido de todos

El americano tiene una estampa imponente, más bruta que la estilizada figura de su oponente, y más o menos así son las sensaciones cuando arranco el motor: ya desde la zona baja del cuentavueltas me regala su brutal par máximo de 881 Nm, el compresor sopla a 0,65 bar y el 6,2 litros lo da todo desde el principio. Delante, es como si detonara una saturnal de sonidos estremecedores, mientras la aguja sube fulminante hasta las 6.500 vueltas.

En marcha, las sensaciones siguen siendo impresionantes: los frenos cerámicos se llevan de maravilla con los neumáticos deportivos, el agarre en curva es espectacular, y el empuje a la salida violento, a la par que controlable. En puesto de conducción es el más refinado que había visto hasta ahora en un Corvette: cuero, Alcántara y carbono recubren todo el habitáculo. La instrumentación colorista me da la impresión de estar pilotando el Enterprise. 

Con todo, los asientos no son tan cómodos como los de su rival no ofrecen la misma sujeción, y la postura al volante es mejorable. Pero para controlarlo en circuito hay que tener nervios de acero: el empuje con el que entra y sale de las curvas es tan brutal que requiere controlarlo en todo momento y corregir la trayectoria con leves movimientos de volante una y otra vez, porque el coche tiene unas ganas terribles de ponerse de lado. Una vez que le coges el punto, eso sí, es un bólido veloz como pocos, apoyado en una aerodinámica sensacional que compensa mucho su elevado peso de más de tonelada y media. Pero, sobre todo: hasta ahora, no había conducido un propulsión trasera con un funcionamiento del diferencial autoblocante tan eficaz. Con un par de vueltas aprendes a domarlo, luego se convierte en una máquina de correr prácticamente imbatible: el subviraje a la salida de las curvas es inexistente, sus potentes frenos permiten apurar mucho las detenciones antes de los giros. Resultado: un tiempo de 1:30,47 minutos. No solo es el más rápido de este cara a cara: es el deportivo más veloz que hemos probado nunca en el circuito de Sachsenring. 

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