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Comparativa: Mercedes Clase C, BMW Serie 3 y Audi A4

Basta de experimentos, Mercedes va más allá: con novedades heredadas del segmento superior, el Mercedes Clase C 2014 debe adelantar al BMW Serie 3 y al Audi A4.

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Normalmente, los cambios radicales están mal vistos en el sector del automóvil. Los cambios en un modelo –sobre todo si funciona comercialmente- , por lo general, se dan en pequeños pasos, para limitar los riesgos. Por eso resulta tan sorprendente el giro que ha dado Mercedes, que ha decidido estrenar sus últimos avances tecnológicos en uno de sus modelos más masivos. El nuevo Mercedes Clase C, en la calle a partir de marzo de 2014, tiene carrocería de acero y aluminio, un chasis más ligero y sistemas de asistencia heredados de la Clase S. ¿Se pone por delante a base de carísima tecnología? Lo hemos enfrentado a sus dos principales rivales, el Audi A4 y el BMW Serie 3, para comprobarlo.

También en el apartado de diseño la marca da un giro pronunciado. Si su antecesor parecía un compacto de tres volúmenes, el nuevo anuncia una longitud de casi 4,70 metros, hasta no hace mucho, un tamaño reservado al segmento de lujo. Sus líneas se suavizan y redondean, el coche gana músculo y volumen, como un personaje de la clase alta que se hiciera un tratamiento de bótox. 

Pero no solo sorprende su exterior. Entrar en su puesto de conducción es toda una experiencia, con su gruesa consola central, su instrumentación circular y profunda y la sensación de que la cintura del coche queda muy arriba. “El nuevo Clase C va a ser mucho más deportivo”, dice el jefe de desarrollo de Mercedes Christian Früh, “siempre manteniendo los estándares de seguridad y confort”, añade.

De la Clase S provienen detalles como la regulación eléctrica de los asientos integrada en las puertas o muchos mandos, lo que da una idea de dónde está el listón en los acabados del coche. 

La pantalla al estilo iPad, con una ubicación independiente, tiene la ventaja de poder ser sustituido en un futura por otras más grandes. Pero la principal novedad es que su superficie táctil del ‘touchpad’ que se usa como la pantalla de un Smartphone: puedes pellizcar, ampliar, reducir, escribir… Y no con el caro navegador opcional, sino ya desde el equipo de audio de la versión básica. 

Una juguete, sin duda, pero logra causar la impresión de ser más moderno que la rueda multifunción de BMW y el mando de Audi, que espera a su sucesor en 2015. Sin duda el A4 es un tipo burgués y muy sólido, pero en la parte emocional, despierta tantas pasiones como un ordenador portátil de la penúltima generación. Se está quedando anticuado.

Desde luego, los botones de un coche no son decisorios a la hora de calificar la calidad de un coche, pero tienen mucho que decir: en este apartado, Mercedes logra la mejor ergonomía, el manejo más intuitivo y, además, un plus de espacio. “Más sitio para la cabeza delante y detrás, cinco centímetros más para las rodillas”, apuntaba en su día el jefe de desarrollo. Aunque debemos decir que no es para tanto: el notable aumento de tamaño exterior no ha traído consigo ventajas significativas en el habitáculo. El BMW, aunque es más corto, sigue siendo más desahogado detrás. El Audi, sin embargo, por el escaso hueco de las puertas y su estrecho respaldo, es el más incómodo. 

¿Dónde se nota, entonces, la mayor longitud del Clase C? Sobre todo en la zona delantera, un tributo a la nueva plataforma MRA (Mercedes Rear Architecture), que en el futuro unificará a todos los modelos de propulsión trasera de la marca, incluido el Clase S. Y precisamente de la berlina de lujo el nuevo Clase C hereda elementos hasta ahora reservados a ese segmento como la suspensión neumática, el reconocimiento de la sillita de niño o el piloto semiautomático en atascos que lo hacen, por el momento, único en su categoría. 

La cámara estéreo tras el espejo interior posibilita que el Start-Stop reinicie la marcha solo, sin participación humana. Habrá que ver cómo resuelven el tema legal de todo esto, porque de momento no creo que la policía vea con buenos ojos que el conductor circule con las manos fuera del volante. Pero las mejoras más importantes se perciben ya desde esta prueba que hemos realizado en el asiento del copiloto. La carrocería, casi en un 50% de aluminio, ahorra el peso del conjunto hasta los 1.395 kilos. El BMW (1.460) y el Audi (1.505) pesan bastante más. 

El nuevo eje de cuatro brazos delantero, en parte de aluminio, logra que el Mercedes sea tan ágil como el Serie 3. Al igual que en el bávaro, ahora se regulan mediante el mando Agility Control de la consola central el acelerador, el cambio y la dirección, hasta en cinco ajustes diferentes. Por medio de la suspensión neumática (opcional) cambia en segundos del modo confort al modo Sport plus. BMW y Audi logran esto con una amortiguación regulable. 

En la parte propulsora, Mercedes continúa con su dieta a base de aluminio, que junto a su gran aerodinámica (0,24 en el Eco) logra rebajar mucho el consumo. Y eso, aun cuando bajo el capó no se encuentra de momento lo último de lo último. El 2,2 diésel es de acero fundido en lugar de ser un bloque de aluminio, pero gracias a su mejor aislamiento es muy silencioso. El cambio automático también permite ahorrar, pero no llega a la comodidad de uso del de ocho velocidades automático de BMW. 

La venta del nuevo Clase C se iniciará con tres motores de entre 156 y 184 CV. Dos ahorradores Eco con los pequeños 1.6 diésel de Renault les seguirán en septiembre, el primer híbrido diésel esperará hasta 2015.

También llegarán versiones con tracción integral, más potentes (hasta 333 CV) y el deportivo AMG con 565 CV. Y si todo sigue según lo planeado, el nuevo modelo se producirá en Bremen (Alemania), Sudáfrica, Estados Unidos y China (allí, además, una versión alargada en ocho centímetros).

En definitiva, el nuevo Clase C tiene poco que ver con el anterior, tan solo el precio, que sigue por encima de la media. Con 34.950 euros de precio básico, supera claramente al Serie 3 (desde 30.600 euros) y al A4 (desde 30.400 euros). En ese sentido, a los compradores seguro que les hubiera gustado que también hubiera seguido una “dieta” en el precio, además de en el peso.

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