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Citroën C4 vs Renault Megane: premio al más ahorrador

Citroën C4 y Renault Mégane: dos viejos conocidos en la palestra: ¿Misión? Ahorrar. Sobre el papel ambos saben hacerlo y bastante bien. La pregunta es: ¿cuál es mejor?

Motorizaciones comparadas:

El Citroën C4 y el Renault Mégane se vuelven a ver las caras en una prueba, ahora vestidos con el mismo traje blanco. Desde la última vez que lo hicieron han pasado ya dos años (aquí tienes más información del Renault Mégane 2012) y por aquel entonces, el Citroën se ofrecía en su anterior generación. Renault arrasó. Pero hoy las cosas pueden cambiar: el Citroën C4 se ha puesto las pilas y solo en imagen ya gana una importante batalla psicológica... A su lado, el Renault Mégane parece llegado de la década pasada.  

Ambos acuden con versiones ahorradoras y que se encuentran en las Antípodas de la diversión. Con 110 CV diésel bajo el capó, conseguir el mínimo consumo es la prioridad de estos dos franceses. ¿Lo logran? Al menos, el apellido eco2 de Renault y eHDi de Citroën ya te ponen en la pista de que se tratan de las variantes menos sedientas. En el caso de esta última, lleva asociado el sistema Start-Stop del que el Mégane carece. Él sabrá por qué...

Comienzo el enfrentamiento. Al volante, el Citroën C4 1.6 HDI me recibe con un salpicadero que lleva integrada una enorme pantalla de siete pulgadas y unos acabados bastante logrados.

Todo eso es gracias al 'Pack Exclusive' que supone un desembolso de nada menos que 2.700 euros. A cambio le da un giro de 180 grados a este C4, ya que incluye navegador, faros bixenón con función de curva, llantas de 18 pulgadas y control de presión de los neumáticos. Ante semejante despliegue, el Renault Mégane se queda atónito, porque, además, su rival lleva de serie sensor de parking delantero y trasero, un asistente que mide si el espacio disponible para aparcar es suficiente, control de ángulo muerto y hasta ¡asientos delanteros con función masaje! El Renault está K.O. y no sabe cómo rehacerse.  Con el metro en la mano tiene pocas posibilidades, porque si bien en las plazas delanteras es más amplio que el Citroën, detrás el C4 vuelve a imponer su fuerza a base de centímetros extra para los pasajeros de las plazas traseras, tanto en anchura como en espacio para las rodillas. En cualquier caso, tres adultos irán apretados y ninguno de los dos modelos cuenta con salidas de aire para esta fila.

Me pongo en marcha. En el Renault Mégane basta con apretar un botón para dar vida al archiconocido 1.5 dCi common rail, esta vez con 110 CV. A estas alturas no te voy a descubrir las bondades de un motor que se exhibe por su suavidad de marcha y buena respuesta. 

En el caso del Citroën, tampoco hay demasiadas novedades: los 110 CV se extraen del también popular bloque de aluminio y 1,6 litros. La igualdad en este apartado es máxima, porque este cuatro cilindros también muestra muy buenos modales y se asocia, como en el Mégane, a una caja de cambios de seis relaciones. 

Ninguno de ellos te va a sorprender por sus prestaciones. Esa no es su obsesión. Lo suyo es otra cosa: ahorrar y llevarte de un sitio a otro de la forma más cómoda posible. También en carretera y hasta con la casa a cuestas, aunque evidentemente, ahí tendrás que pensártelo dos veces a la hora de adelantar y te verás obligado a echar mano del cambio más veces de lo esperado. Todo no se puede tener, y si quieres pasar de largo una y otra vez por delante de las gasolineras no puedes exigir que además sean divertidos. 

Sobre todo porque el esquema de las suspensiones tampoco te lo permite: la del Citroën es especialmente blanda y deja que la carrocería oscile mucho en los cambios de apoyo. En estas circunstancias, el control de estabilidad se ve obligado a hacer horas extra para poder contener las inercias. Lo mejor es bajar el ritmo.

El Renault es más eficaz en este sentido y sabe cómo combinar un alto confort de marcha sin tener que comprometer el comportamiento dinámico. Su eje delantero se inscribe con mayor nobleza en las curvas, mientras el tren trasero sigue mejor la trayectoria. ¡Por fin el Mégane le saca los colores al C4! La dirección no es lo mejor del coche, pero está un paso por delante de la del Citroën. Además, no acaba de convencerme la forma achatada del aro en su parte inferior. Al menos, para hacer maniobras, el Citroën te ayudará un poco más, con un radio de giro más pequeño. Pero si hablamos del volante, tendrás que hacer un máster para aprenderte todos los botones que lleva, porque incluye los mandos de la radio, el control/limitador de velocidad, el teléfono, el ordenador de viaje... 

Llega el momento de comparar tarifas. El Citroën C4 con acabado Exclusive, el más alto de la gama, cuesta 21.400 euros, un precio alto si no reparamos en su equipamiento de serie. De hecho, el Renault Mégane, que también llega con la terminación más completa, denominada Dynamique, cuesta 2.000 euros menos. ¿Justificado? A medias, porque si bien el Citroën monta elementos de serie que son propios de segmentos superiores, como los asientos con masaje, es cierto que no deja de llevar un motor pequeño con unas prestaciones bastante modestas. Si te parece excesivo, siempre puedes bajar un escalón con el acabado Collection (19.600 euros). También lo harás en equipamiento. 

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