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Prueba a fondo del Citroën C4 Cactus con motor e-HDI 92 ETG6

¿Qué tal con cambio automático?

Tenía ganas de hacer la prueba de este Citroën C4 Cactus con motor e-HDI 92 y cambio ETG6, porque, sobre el papel, el Citroën C4 Cactus me parecía una apuesta más que arriesgada. Sin embargo, desde que vi por Madrid –se fabrica en Villaverde- los primeros camiones cargados con el coche de serie más parecido a un concept car desde que salió el primer Audi TT, empecé a pensar todo lo contrario. El Cactus, que en realidad se asienta sobre la plataforma PF1 del Citroën C3 entre otros, es el modelo más curioso que ha salido al mercado en años: de hecho, me las he visto y deseado para decidir cuáles pueden ser sus rivales.

Y es que el Cactus –seguro que se acabará conociendo así- no solo tiene un diseño bastante atractivo, además incluye algunas soluciones originales, que van más allá de sus Airbumps... aunque en mi opinión a Citroën se le ha ido la mano con tanto ahorro. Pero, volvamos al principio. Durante este primer test a fondo del Citroën C4 Cactus, al sentarme por primera vez en él, me costó un rato acomodar los ajustes manuales del puesto de conducción, que carece de apoyo lumbar. La ergonomía del coche es buena, a pesar de que el volante no se regula en profundidad: tienes todo lo necesario a mano y el manejo es de lo más sencillo e intuitivo que hay. Puedes controlar la mayoría de las funciones desde el volante y las que no, las manejas con tres toques en la pantalla táctil de la consola central. Sin embargo, te hundes tanto en las butacas que tiene por asientos que, a ciertas horas del día, ahí te dan ganas hasta de echarte una siesta.

Hay que decir que, además de mullidas, las butacas del Cactus son anchas: nada menos que 51 centímetros si incluyes el borde. No sé si recogen bien el cuerpo por lo hundido que vas o por su forma específica, pero te aseguro que aunque tengas un culo tamaño XXL, ahí va a caber estupendamente. Además, el tejido del enorme brazo central de 13 centímetros -muy similar a la del primer Citroën C4- contribuye bastante a dar esa sensación de que vas en un sofá de la que hablaba antes. La calidad del tapizado es buena, pero tienes la sensación de que parece más bien una moqueta.

El interior del C4 Cactus, sobre todo en la primera fila, ofrece plásticos  blandos y suaves al tacto tratados para dar sensación de calidad y robustez. A esto también ayuda que los ajustes se correspondan más bien a los de un vehículo de una categoría superior, aunque en general el Cactus es un coche lleno de luces y con alguna sombra. Por ejemplo, quien viaje en la segunda fila tendrá que lidiar con algunas incomodidades.

¿Por qué? Para empezar, porque detrás lo que hay es un banco corrido de los antiguos -se han ahorrado casi 10 kg de peso así-, pero no hay luz ni asideros, y falta el típico hueco que suele haber delante de la plaza central... Pero aquí lo que me ha parecido de verdad criticable es que el gigantesco techo solar del C4 Cactus carezca de cortinilla. Entiendo que la versión que probé lleva la protección solar extra, que vale 400 euros, pero da igual. Como lleves a alguien muy alto ahí, notará cómo la temperatura justo al lado del cristal es demasiado elevada los días de sol. Encima no te puedes refrescar, porque en las plazas traseras no hay salidas de aire ni ventanillas de apertura normal, sino en compás: ¿un guiño a los modelos de los años 70? Más bien ahorro de peso, según Citroën.

Al girar la llave de contacto, el sonido del motor apenas se percibe dentro del habitáculo y rodando a velocidades de autopista el aislamiento acústico me parece mejor incluso que el del C4. Eso sí, luego hay que vérselas con el molesto cambio manual pilotado, que encima es la única opción si tu C4 Cactus equipa el motor diésel de 92 CV como el que lleva nuestra unidad de pruebas, un Citroën C4 Cactus e-HDi 92 ETG6 SHINE. Me hubiera gustado mucho más, seguro, si hubiera llevado una transmisión manual, sobre todo porque este propulsor sí me ha parecido adecuado para un coche en el que Citroën ha puesto mucho esfuerzo en la reducción de peso y por eso detiene la báscula en 1.055 kg. En ciudad y conduciendo tranquilo, el cambio ETG 6 –así se llama esta caja cuya respuesta se aleja de la suavidad de otras de la competencia- no interfiere de manera perceptible, pero al pisar el acelerador o si la demanda de fuerza es mayor al subir una cuesta, empiezan las sacudidas.

Acostumbrado a esas reacciones, el modelo francés resulta muy confortable en marcha, con un tacto bien conocido en Citroën: ante todo, comodidad. Además, los graciosos y bien visibles botones con los que se manejan las funciones desde la columna central o el enorme y cómodo reposabrazos con el que ocupa el espacio donde iría la palanca del cambio facilitan la vida a bordo.

Sigo el análisis al volante del Cactus de Citroën, por cierto, el mismo del Citroën C5, forrado en un cuero agradable al tacto y desde el que puedes manejar el teléfono, el sistema de sonido o el control de velocidad. La dirección tiene bastante desmultiplicación y es tan suave que podrías hacer las maniobras cogiendo el volante con dos dedos. Otro guiño a facilitarte las cosas en el día a día, uno de sus objetivos. También es muy adecuada para la conducción en ciudad y, aunque en carretera es bastante menos efectiva, resulta confortable a cualquier velocidad. Por cierto, aunque los datos de aceleración del Cactus son los esperados en un modelo de 92 caballos, no te costará nada alcanzar los 130 km/h -y mantenerlos- cuando este límite sea legal en algunas autopistas.

Lo que no te puedo decir es a cuántas vueltas gira el motor e-HDI 92 a 120 km/h porque el tablero central ¡no tiene cuentarrevoluciones! Parece que Citroën lo tiene tan claro como yo: el Cactus no es un coche para los amantes de la conducción deportiva, sino para alguien que busque sobre todo un coche amplio, sencillo, cómodo y de estética diferente. De hecho, la altura de sus asientos lo hace ideal para personas mayores, aunque no me atrevo a dar un retrato robot de sus clientes porque sospecho que se va ser un éxito para la marca, precisamente, por su aspecto. Sin duda, el C4 Cactus es el modelo más curioso que ha salido al mercado en muchos años, levanta pasiones y atrae miradas... y eso es de las pocas cosas que casi aseguran el éxito en este negocio. Solo por ello, ya puede ser todo un acierto de Citroën.

Valoración

Nota6

Probamos la versión diésel de acceso unida al cambio automático ETG6. Por respuesta de la mecánica, bien. Pero la caja de cambios no es tan suave como debería

Lo mejor

Manejo sencillo de la instrumentación. Buen aislamiento acústico. Respuesta del motor.

Lo peor

Postura de conducción. El volante no se regula en profundidad. Falta de sujeción de los asientos. Cambio brusco

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