Cara a cara: Mercedes GLC Coupé vs BMW X4
Motorizaciones comparadas:
Los SUV coupé tienen más que ver con el 'look' que con la prestaciones puras. Con el prestigio antes que los CV. Con la estética antes que la practicidad. Enfrentamos a los dos que mejor representan todo esto. Cara a cara: Mercedes GLC Coupé vs BMW X4.
Concretamente, son las versiones de acceso, el BMW X4 xDrive20i y el Mercedes GLC 250 Coupé. Empecemos por las medidas. El GLC Coupé es más largo (ocho centímetros) y bajo que un GLC normal. En estas proporciones está el secreto de su imagen: imponente, se planta sobre el asfalto. Y, por supuesto, la línea inclinada de su techo, que termina asimismo en una zaga inclinada: el abc del diseño coupé, solo que con una carrocería elevada.
También ayudan a su imagen poderosa, claro, las llantas de 20 pulgadas de AMG, que perjudica el confort de rodadura, pero ya se sabe eso de que la belleza cuesta sacrificios.
BMW fue el precursor en aplicar líneas coupé a un SUV, y ya conocíamos de sobra el X6 y, ahora, el X4. La filosofía de las dos marcar con estos modelos es la misma: importan mucho menos las especificaciones técnicas que su imagen y lo que representan.
Ambos toman base mecánica y tecnológica, cockpit y asientos del GLC (Mercedes) y el X3 (BMW).
Esto no es malo, sino todo lo contrario: ambos se garantizan un manejo intuitivo del interior, accesos cómodos, espacio desahogado delante y, en el caso de BMW, por desgracia unos acabados algo dejados en ciertos detalles como la guantera o los aireadores, para tratarse de un coche de esta categoría (hablamos de más de 50.000 euros).
A eso hay que añadir unas vistas traseras bastante precarias por sus pequeñas lunas traseras, que obligan al uso de la cámara de visión posterior a la hora de aparcar. Lo asientos traseros del BMW tienen a banqueta demasiado baja pero, a cambio, su maletero tiene formas más aprovechables y una boca de carga inferior y por tanto más accesible que la del Mercedes para meter equipaje.
El BMW X4 y el Mercedes GLC Coupé recurren a mucha tecnología para compensar las desventajas que sus elevados puntos de gravedad o sus ruedas de perfil bajo suponen para el comportamiento. Ambos modelos de prueba llevan los motores de dos litros gasolina de acceso (211 CV en el Mercedes, 184 en el BMW) y tracción integral de serie, así como cambio automático. Mercedes añade es esta versión básica una dirección más directa (15.1 en lugar de 16.1 de desmultiplicación) y el chasis deportivo con una rebaja de 15 milímetros con la que reduce en parte el centro de gravedad. Resultado: pues sí, efectivamente, es algo más manejable y ágil que un GLC normal. Pero tampoco era algo tan difícil.
En ambos modelos, los amortiguadores adaptativos reducen el balanceo, pero la física no se puede rebatir nunca al 100%. Y es que hablamos de recorrer carreteras de curvas con modelos que llegan a las 1,9 toneladas y no, por mucho que prometan sus deportivas siluetas, no llegan ni de lejos al ágil comportamiento de un Clase C Cpupé o un Serie 4. Estos dos SUV coupé se encuentran más a gusto rodando a elevadas velocidades por el carril izquierdo de una amplia autovía, a ser posible, recta.
Y es que lo que sí que nos ha sorprendido es la respuesta de estos gasolina turboalimentados. Ya casi desde el ralentí dan un empuje notable, y a pesar de su tonelaje el Mercedes acelera de 0 a 100 km/h en solo 7,3 segundos y el BMW, un poco menos potente, en 8,1.
Hay otras diferencias: los asientos del X4 agarran bastante mejor y su cambio de ocho velocidades automático inserta de manera fulminante y sin tirones. El de nueve del GLC Coupé sí tiene algún que otro tirón puntual, aunque leve, y es más lento a la hora de subir o bajar de marcha.
Conclusión
No son dos deportivos aunque así lo aparenten sus líneas coupé: son más bien dos coche muy atractivos para lucirse, con elevadas dosis de confort, mucho refinamiento y tecnología y motores que van sobrados para moverlos velozmente por autovías. ¿Buscas un SUV? Entra en nuestro recomendador y encuentra el tuyo rápidamente.
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