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Cara a cara: Mazda CX-3 ‘vs’ Mini Countryman, ¡estilazo!

El Mazda CX-3 y el Mini Countryman se ven las caras en esta comparativa para medirse en polivalencia. Juegan a seducir con su estética SUV, pero encierran en su interior más de una sorpresa. ¿Cuál de los dos responde mejor?

Hace un tiempo, el Mini Countryman o el Mazda CX-3, protagonistas de esta comparativa, habrían sido una auténtica ‘rara avis’. Hoy en día, hablar de un SUV de poco más de cuatro metros empieza a ser cada vez más cotidiano. Las marcas apuestan por la estética SUV en cualquier segmento, sabedoras de que van a tener buena aceptación. ¡Y aciertan! El problema viene a la hora de delimitar el concepto SUV en sí mismo, porque no puede haber más variedad de formas y colores a día de hoy. Fíjate simplemente en estas páginas. Desde Japón nos llega el Mazda CX-3, con sus ángulos imposibles y una carrocería que destila dinamismo por los cuatro costados. Luego veremos si esa apuesta deriva en alguna pega, pero para empezar no está nada mal y entra por los ojos. Lo que está claro es que poco o nada tiene que ver con las líneas redondeadas del Mini Countryman

Pero entremos en faena. Como el último en llegar es el Mazda, va a ser el primero que analice. Llega con el motor 1.5 diésel de 105 CV que ofrece unas cifras de consumo realmente bajas. Es un propulsor completamente nuevo que ha evolucionado desde el anterior 2.2, con una notable reducción de la cilindrada. Tiene varios escalones de potencia, pero para este nuevo CX-3, Mazda solo tiene previsto (de momento) una opción con 105 caballos de potencia y 270 Nm de par máximo. Se asocia a un cambio manual de seis velocidades, cuyo guiado (por recorrido y precisión de manejo) convence a las primeras de cambio. 

Los desarrollos son cortos y contribuyen a que el Mazda CX-3 diésel tenga brío desde el inicio. Eso y que se ve favorecido por la estricta dieta a la que lo han sometido. Al bloque no le falta capacidad de recuperación y solo si la pendiente es notable y vas en marchas largas se echa en falta algo más de fuerza. Frente a eso, el Mini aporta más potencia en su motor 1.6, pero en su contra hay que decir que tiene que lidiar con un mayor peso (110 kilos más), por lo que eso, al final, acaba repercutiendo negativamente en las prestaciones: desde las aceleraciones hasta las frenadas o el consumo. No son diferencias muy grandes, pero la tendencia es clara: el CX-3 es más ágil y menos gastón. En lo que el Mini saca pecho es en comportamiento: su chasis está puesto a punto como solo Mini sabe hacer en sus modelos y en el tacto de conducción prima siempre la diversión al volante. La dirección es dura y directa, y las suspensiones permiten un paso por curva muy elevado en cualquier circunstancia. 

Comparativa Mazda CX-3 ‘vs’ Mini Countryman: cumplen en el apartado dinámico

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¿Y en confort? El Mazda CX-3 se pone por delante, ya que su chasis es más benévolo con los pasajeros apoyado en unas suspensiones menos tensas que las del Mini Countryman. Otra cosa bien diferente es si hablamos de bienestar a bordo con el metro en la mano. Para empezar, el acceso a la segunda fila en el japonés no es todo lo fácil que uno se espera, debido a que el paso de rueda trasero es demasiado intrusivo. Una vez dentro, te vas a topar con un techo muy inclinado que hace que los más altos toquen irremediablemente con la cabeza. Las rodillas tampoco se salvan y en anchura sigue esta simple regla: dos mejor que tres. En el Mini, las plazas traseras se ven algo más desahogadas, sobre todo en altura para la cabeza (el diseño ayuda mucho). El as en la manga del modelo inglés radica en que su fila trasera se desplaza longitudinalmente hasta en 13 centímetros, por lo que permite adaptar las necesidades de espacio a cada momento, ya sea para beneficiar a los pasajeros de la fila trasera o para ganar volumen de maletero. En volumen de carga ambos modelos se desquitan con 350 litros que los erigen como buenos candidatos para hacer escapadas de fin de semana y en pareja.

Me falta por analizar lo que se encuentra el conductor nada más sentarse al volante. En el puesto de conducción del CX-3 rápidamente te sientes rodeado de todo lo que necesitas. La calidad de materiales es alta (muy similar a la del Mini) y sorprende lo bien equipada que llega con la versión Luxury. Es irreprochable. Como siempre, el Mini en este aspecto va por libre y eso me gusta. Lo que no aplaudo tanto es que para igualar la dotación que el Mazda CX-3 trae de serie hay que gastarse unos cuantos miles de euros más y eso encarece demasiado una factura ya de por sí abultada si cogemos los precios de tarifa. 

Al final el Mini Countryman debe hincar la rodilla frente a un CX-3 que llega con muchos y buenos argumentos para imponerse en un segmento en el que hay una enorme variedad de propuestas. La del Countryman me convence por la soltura con la que pisa el asfalto, pero la del Mazda es más equilibrada: cuesta menos, está mejor equipada y luce una estética que sinceramente gusta a primera vista.

Comparativa Mazda CX-3 ‘vs’ Mini Countryman: conclusión

Mazda CX-3 y Mini Countryman comparten la misma filosofía, pero sus desarrollos son muy distintos. Aunque el Mini sea más caro, al final no es solo una cuestión de precio. Hay que valorar muchas otras variables para decidirse por uno de estos dos. Si buscas dinamismo, quédate con el Mini y si lo que prefieres es algo más de estilo en tu día a día, mejor el Mazda.

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