Logo Autobild.es

Prueba Audi TT RS Roadster

Este descapotable de 400 CV me espera. Su capota se pliega en 10 segundos, tiempo que no te hará falta esperar para oír la atronadora melodía de su escape. 

Hay coches que dejan huella, como el de esta prueba: el Audi TT RS Roadster. Y no por su espectacular diseño, culpable de atraer la gran mayoría de miradas como si de un poderoso imán se tratase, sino por las excelentes sensaciones al volante que deja al conductor al circular de forma tranquila, disfrutando de un paseo con la capota abierta, así como devorando curvas en un puerto de montaña apurando las últimas revoluciones de su motor de cinco cilindros.

Y es que, como pone de manifiesto su apellido RS, su imagen no podía ser de otra forma más que deportiva, como la del TT RS coupé (prueba). A sus trazos, su sinuosa silueta y sus grupos ópticos, los delanteros bien afilados y los traseros con tecnología OLED, se suma un traje Azul Ara efecto cristal totalmente acertado para la fiesta, pero con el que no consigue pasar desapercibido. Como tampoco lo hacen sus enormes llantas de 20 pulgadas y los intermitentes dinámicos LED. Toda una verbena de diseño para disfrute de la vista.

Para disfrute de la vista de los espectadores, porque para el conductor aguarda dentro un puesto de conducción en el que no se echa en falta ningún botón, a pesar de ser minimalista, como los últimos modelos de la casa. Como ocurre con el exterior, también en el interior se aprecia el cuidado que se ha tenido con cada detalle, porque la enorme calidad percibida se ha logrado con muy buenos materiales, ajustes, diseño y tecnología. Solo hay que echar un vistazo a las toberas de aireación con forma de turbina de avión -desde las que se controla el sistema de climatización- o al cuadro de instrumentos digital de 12,3 pulgadas para darte cuenta de ello. Su estirpe le obliga a adoptar elementos que aumenten el aspecto deportivo del coche, y ahí es donde entran las molduras en fibra de carbono y su impresionante volante de tres radios tapizado en Alcántara en los extremos. Lástima que de nuevo se haya optado por el recurso de achatarlo por la parte inferior…

Hasta el momento solo han disfrutado mis ojos, porque ahora le toca el turno a mis otros sentidos. La fiesta comienza apretando el botón de encendido, que se encarga de que su 2.5 TFSI de cinco cilindros, el mismo bloque que el del TT RS Coupé, empiece a quemar gasolina. Un sonido arrogante y adictivo me da la bienvenida y me incita a que mueva la palanca de su rápido cambio de doble embrague a la posición S. Y, como chico educado que soy, obedezco sin rechistar lo más mínimo. En ese momento comienzo a circular acompañado de una melodía que si se lo propusiese podría tener más adeptos que 'Otello', de Giuseppe Verdi. Acciono el botón que abre la válvula del escape y el sonido se incrementa, recordándome, salvando las distancias, obviamente, al del escape del R8 Spyder V10 que también probamos en Auto Bild. ¡Bendita profesión!

No te pierdas: Cara a cara entre el Audi TT RS y el BMW M2

Tras circular en modo Comfort, es hora de dar juego al Audi drive select y su modo Dynamic. A la subida de decibelios le acompaña una entrega de energía más contundente, sobre todo a partir de las 3.000 rpm, aunque bajo mi pie derecho tengo potencia de forma instantánea en casi todo el rango de revoluciones. Y es que entrega un par motor de 400 Nm desde las 1.700 rpm y hasta las 5.850 rpm y rinde 400 CV entre las 5.850 y las 7000 vueltas. A pesar de no destacar por su ligereza -en la báscula pesa 1.605 kilogramos-, pasa de 0 a 100 km/h en solo 3,9 segundos gracias a su tracción integral y puede seguir dando rienda suelta a su aceleración hasta los 250 km/h, velocidad limitada electrónicamente -como opción puede ampliarse hasta los 280 km/h-. 

Mis órdenes son ejecutadas mediante las levas del volante, que son las encargadas de exigir a la caja de cambios S tronic que suba o baje de marcha. Lo hace de forma fulgurante, en un abrir y cerrar de ojos; por eso me gusta llevarlo hasta el corte, momento en el que el cuentarrevoluciones pasa de color amarillo a rojo, avisándote de que es hora de cambiar de marcha. De esta forma, lejos quedan los 8,3 l/100 km de consumo medio que había logrado a punta de gas.

La suspensión, que llega a ser bastante seca en calzadas en mal estado como las que presume gran parte de Madrid, mantiene la carrocería en curva firme como una tabla -también en modo Comfort-, mientras que la dirección, que es precisa, rápida y de dureza perfecta, comunica al conductor todo lo que está pasando bajo el eje delantero.

Tras una mañana de emociones, toda seguir disfrutando, aunque de otra manera. La capota de lona que me impide tocar el cielo se pliega en cuestión de diez segundos -hasta 50 km/h-. De nuevo El Vellón y el Atazar me esperan, pero ahora los afrontaré de otra forma, más calmado, disfrutando de las vistas, con el aire acariciando mi cara, pero con el mismo sonido…

Valoración

Nota9

En esta ocasión pongo a prueba el Audi TT RS Roadster, la versión más deportiva de la gama gracias a su motor 2.5 TFSI de 400 CV.

Lo mejor

Sonido de escape. Respuesta de su motor y sensaciones al volante. Diseño.

Lo peor

Volante achatado por la parte inferior. Suspensión demasiado seca incluso en modo Comfort.

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.