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Cómo funciona el GPS de tu coche

Cómo funciona el GPS de tu coche
Estamos acostumbrados a que, casi de forma mágica, el GPS nos lleve de un lado a otro de forma rápida y –casi siempre- sencilla-. Pero, ¿sabes cómo funciona un GPS? Te lo explicamos con todo detalle.

Es una rutina que muchos tenemos ya automatizada: nos montamos en el coche, seleccionamos una dirección en el navegador de nuestro coche o móvil y nos ponemos a seguir sus indicaciones hasta llegar a nuestro destino. Pero, ¿sabes cómo funciona un GPS?

En realidad, el navegador necesita de tres elementos para funcionar correctamente: la tecnología GPS, unos mapas o cartografía de la zona por la que queremos transistar y el propio dispositivo (navegador, móvil con navegador, etc.).

La siglas GPS significan Global Positioning System o Sistema de Posicionamiento Global. Esta tecnología permite localizar la posición de una persona u objeto en cualquier parte del mundo con un margen de error de unos pocos metros. Su origen procede del ámbito militar: el departamento de Defensa de los Estados Unidos comenzó a utilizarlo tras la II Guerra Mundial para suministrar a los sistemas de navegación de sus flotas observaciones de posiciones actualizadas y precisas. Así surgió el sistema Transit, que quedó operativo en 1964 y hacia 1967 estuvo disponible, además, para uso comercial. En ese momento, las actualizaciones de posición estaban disponibles cada 40 minutos, y el observador debía permanecer casi estático para poder obtener información correcta.

¿Cómo funcionan los GPS actuales?

Pero, ¿cómo funcionan los GPS actuales? Hoy en día, el sistema GPS está formado por 24 satélites, cuya señal es utilizada para obtener la localización de un sujeto u objeto por trilateración. El GPS funciona mediante esta red de satélites en órbita sobre la Tierra, con trayectorias sincronizadas para cubrir toda la superficie.

A la hora de determinar nuestra posición, el receptor GPS del navegador localiza un mínimo de cuatro satélites de la red, de los que recibe unas señales que informan de la identificación y la hora del reloj de cada uno de ellos. De acuerdo con estas señales, el aparato sincroniza el reloj del GPS y calcula el tiempo que tardan en llegar las señales de los satélites al equipo. Así, mide la distancia al satélite mediante el método de trilateración inversa (basado en determinar la distancia de cada satélite respecto al punto de medición). Una vez conocidas las distancias, se determina fácilmente la posición del objeto o persona con respecto a los satélites. Conociendo además las coordenadas o posición de cada satélite por la señal que emiten, se obtiene la posición absoluta o coordenadas reales del objeto. También se consigue una exactitud extrema en el reloj del GPS, similar a la de los relojes atómicos que llevan a bordo cada uno de los satélites.

Pero el funcionamiento del GPS de tu coche no acaba aquí. Una vez que el dispositivo conoce nuestra localización exacta (expresada en coordenadas), entran en funcionamiento otros dos elementos indispensables: la cartografía o mapas de la zona por la que queremos circular y el software de navegación instalado en nuestro dispositivo (navegador integrado del coche, portátil, teléfono móvil con navegador, etc.).

La cartografía permite traducir las coordenadas facilitadas por el sistema GPS a un punto concreto del mapa, es decir marca nuestra localización en una determinada calle con un margen de error de escasos metros. En segundo lugar, el software de navegación instalado en el dispositivo nos permite introducir la dirección de nuestro destino y trazar la ruta idónea según el criterio seleccionado por nosotros (ruta más rápida, más corta, etc.). Además, nos proporciona en tiempo real las indicaciones necesarias para seguir el itinerario propuesto. En caso de error, el navegador calcula rápidamente nuestra nueva ubicación y reconfigura la ruta con las modificaciones necesarias.

Como punto final hay que destacar el principal hándicap del funcionamiento de un navegador: el sistema GPS no funciona cuando no está a cielo abierto (túneles, aparcamientos, etc.). Este es el motivo por el que el navegador puede perder ocasionalmente la señal. No obstante, la mayoría de los dispositivos realizan una simulación del trayecto hasta que vuelven a recuperar la señal de los satélites.

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