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El Rolls-Royce Wraith más hortera de Frankfurt

El Rolls-Royce Wraith más hortera de Frankfurt
El Rolls-Royce Wraith Mansory que acaba de ser mostrado al público en el Salón de Frankfurt 2015, es, sin lugar a dudas, el más hortera de todos los Rolls-Royce que pisan el IAA de Frankfurt. El exterior combina fibra de carbono con un azul eléctrico ligeramente cromado. Las llantas y demás cambios en la carrocería no ayudan a mantener la elegancia del modelo de serie. Eso sí, bajo el capó, es una auténtica animalada.

El Rolls-Royce Wraith Mansory que puedes ver en estas imágenes y que acaba de ser presentado en el Salón de Frankfurt 2015 es un auténtico despropósito, siguiendo las normas de muchas de las creaciones de este polémico preparador alemán. No obstante, una cosa es evidente, esta marca realiza estos proyectos por orden de sus clientes, por lo que quizás debamos echar la culpa de cargarse un Rolls-Royce Wraith a algún que otro oligarca ruso o a un multimillonario árabe. Pero vamos a ver por partes por qué este Wraith es el más hortera entre todas las novedades del Salón de Frankfurt 2015.

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Lo que más llama la atención es la combinación de colores. Si bien ese color azul eléctrico ligeramente cromado llama poderosamente la atención, son las aplicaciones de fibra de carbono mate, que cubren la parte superior del vehículo, el elemento que resulta más hortera y que no pega en absoluto con la elegante línea del Rolls-Royce Wraith. El kit aerodinámico no es demasiado recargado para lo que suele ser habitual por parte de Mansory, pero claro, estos colores no ayudan a que se vea más discreto. Las llantas multirradio y el difusor trasero, con la cuádruple salida de escape, terminan de completar un look racing difícil de encajar con un producto llegado de Goodwood.

En el interior, el color negro y azul también se combinan, aunque afortunadamente no recibe demasiadas modificaciones tan estrafalarias como en el exterior. Pero todo tiene que tener su parte buena y en este caso, se encuentra bajo el capó: el motor V12 de 6.6 litros aumenta su potencia de los 632 CV originales hasta unos respetables 740 CV, mientras que el par crece de los 800 Nm hasta los 1.000, disponibles desde las 1.500 hasta las 5.000 revoluciones. Con estas cifras te puedes imaginar que este Rolls-Royce corre que se las pela: acelera de cero a cien en 4,4 segundos y, sin el limitador, la velocidad máxima alcanza la cifra mágica de 300 km/h. Es una pena que un coche así sea destrozado por una combinación de colores realmente poco acertada. ¿No te parece?

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