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Red Bull, el buscador de tesoros de Bernie Ecclestone

Bernie Ecclestone - Sebastian Vettel

José Armando Gómez

La escudería Red Bull se ha convertido en los últimos años en una de las mejores herramientas de Bernie Ecclestone para buscar nuevos mercados.

En la escudería Red Bull se conjugan dos factores que Bernie Ecclestone sabe que son realmente valiosos. Por un lado, se han convertido en la referencia del Campeonato del Mundo de F1 con tres años de hegemonía en los que nadie ha podido batir a los monoplazas diseñados por Adrian Newey y conducidos por Vettel.

Sus tres tripletes consecutivos les han aupado hasta la quinta posición del ranking histórico de equipos con solo cinco años de existencia, desde que el multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz decidiera comprar la maltrecha escudería Jaguar para montar un equipo de F1 alimentado por su 'milagrosa' bebida energética.

Pero más allá del mero aspecto deportivo, el elixir espumoso cuenta con una poderosa maquinaria de marketing perfectamente engrasada y su influencia como marca comercial ha reescrito la historia de la comunicación. Red Bull apostó por los deportes extremos para demostrar que su fórmula daba incluso más alas que la de Coca-Cola.

Con esa política, han invadido más de 70 modalidades distintas de competiciones, siempre contando con los mejores. Sirva como ejemplo que, a pesar de no tener un equipo propio (como en la F1), vistieron el Citroën de Sebastien Loeb hasta que el francés ha firmado su 'pseudo-jubilación' y ahora han subido sus colores en el VW Polo de Ogier. Así, directamente a la competencia... porque solo les vale tener al mejor.

La voracidad de Red Bull en este sentido le encanta a Bernie Ecclestone y sabe que, además de ser buenos clientes (son los únicos que se permiten tener dos escuderías en la parrilla de F1), tener a su lado a la empresa que ha hecho saltar a un hombre desde el espacio es un valor seguro. Y esto se traduce en una estrategia conjunta que no es ninguna casualidad.

Bernie Ecclestone - Sebastian Vettel

Allá donde Ecclestone pone el ojo para organizar un nuevo Gran Premio de F1, Red Bull aterriza con uno de sus road shows. Unas veces van los pilotos estrella, en otras van viejas glorias (como David Coulthard) y también hay ocasiones en las que mandan a las jóvenes promesas, como Ricciardo, que estuvo recientemente en Argentina realizando una de estas exhibiciones. 

No es que estos eventos sean parte del trato, ni que signifiquen la estampa definitiva de la firma del contrato. Simplemente, los monoplazas de Red Bull pasean por la ciudad o el país en cuestión para hacer ruido. Son la avanzadilla perfecta de Ecclestone que, normalmente, consigue un buen feedback de la acogida que su deporte ha tenido en el lugar elegido y, además, se hace con un excelente material para promoción como son las imágenes y vídeos que se suelen realizar en estos eventos. Normalmente, de altísima calidad. 

Estrenaron el circuito de Austin cuando aún era solo una pista de tierra y ya han estado en Nueva Jersey, Bangkok, Argentina... la lista es tan larga como la hoja de ruta que Ecclestone tiene marcada para el futuro de su campeonato. Así que allá donde Bernie pone el ojo, Red Bull pone la fiesta.

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