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Porsche Experience Center: estrella Michelin a pie de pista

La alta cocina ha llegado al espectacular Porsche Experience Center que la compañía abrió hace unos meses en el mítico trazado de Le Mans. Allí, donde los de Stuttgart han logrado 17 victorias absolutas, consiguen satisfacer el sentido del gusto. Y es que el edificio cuenta con un restaurante dirigido por Olivier Boussard, chef francés galardonado con una estrella Michelin.

Porsche ha querido crear un espacio a lo grande, un edificio en el que los amantes del motor y aquellos que sienten predilección por la firma alemana estén como en casa, disfruten con las joyas que allí están expuestas y pasen un día inolvidable. Cursos de conducción, reuniones, conferencias, exposiciones… Todo, o casi todo –nos cuentan que no descartan celebrar hasta bodas-, se puede realizar en este lugar de ensueño de tres plantas y cerca de 3.000 metros cuadrados de superficie que fue construido en un tiempo récord, 10 meses, en el lugar en el que estaba la antigua noria.

Como su propio nombre indica, Porsche Experience Center, la compañía de Stuttgart quiere que la visita sea toda una experiencia, y sabe que a muchas personas se las conquista por el estómago. Por eso ha elegido al reconocido chef francés Olivier Boussard (info) para dirigir el restaurante, situado en el segundo piso. Este cocinero, galardonado con una estrella Michelin por su trabajo en el restaurante Le Beaulieu, situado en la 34 Bis Place République de Le Mans (info), ha reinventado las recetas tradicionales sin olvidar los principios culinarios de la región.

En nuestra visita a este templo del automóvil pude probar sus platos con sabores, colores y aromas sacados de París, Sologne y los Pirineos. Como aperitivo, Boussard me obsequió con un huevo de Loué pasado por agua con chicharrones de Le Mans, una sensación exquisita para el paladar. De entrante, mis papilas gustativas tomaron vida gracias a un atún con sésamo parcialmente cocido y un tartar de atún con jengibre y línea de lima. Como era de esperar, el plato principal estuvo a la altura: ave de corral de cien días deshuesada, salsa 'Suprême', foie y trufa de verano blanca. Siempre que disfruto en la mesa, intento dejar un hueco para el postre, algo que por obligación debe ser la guinda del pastel. Ese día puso punto y final una tarta de chocolate con habas Tonka de cacao. ¡Exquisita combinación mientras 'degustaba' con mi mirada la chicane de entrada a meta!

Sin duda, una experiencia para todos mis sentidos, pero sobre todo para el paladar.

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