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James Dean cumpliría hoy 90 años. Repasamos la leyenda del actor apasionado de las cuatro ruedas

La leyenda de James Dean continúa viva 60 años después

Mónica Redondo

- Actualizado:
Hoy hubiese cumplido 90 años

James Dean era un apasionado por las cuatro ruedas. Esta pasión llevó al actor a su muerte hace más de 65 años, el popular actor chocó casi frontalmente contra un Ford Tudor. La velocidad a la que circulaba Dean, 140 km/h, en su Porsche Spyder 550 impidió que el actor pudiera esquivar al Tudor. Rolf Wütherich, mecánico y copiloto el día del accidente, salió despedido del Porsche rompiéndose la mandíbula y el fémur. Por su parte James Dean murió casi al instante al fracturarse el cuello. Donald Turnupseed, conductor del Tudor, fue el mejor parado. Sólo se rompió la nariz y se magulló el hombro. James Dean adquirió el Porsche Spyder 550 conocido como el Pequeño Bastardo, tras el rodaje de Gigante. El Porsche de Dean tenía motor 1.5 bóxer con doble carburación y 110 CV para alcanzar una velocidad máxima de 225 km/h gracias a la ligereza del vehículo. Con tan sólo 550 kg de chasis y carrocería de aluminio. Una semana antes del accidente, Dean rodó un spot de seguridad vial cuyo lema fue "La vida que salva podría ser la mía".

El Porsche de Dean era fácilmente reconocible, gracias al 130 que el pintó en sus puertas y al lema 'Little Bastard' que lucía en la parte trasera. En 1955 Alec Guiness le advirtió al actor sobre el deportivo "si te subes en el coche, te encontrarán muerto en una semana". Warner, por su parte, le había prohibido participar en carreras, una actividad que a Dean le apasionaba. Justo ese fin de semana iba a participar en una carrera en Salinas, California.

Dean prefirió ser él mismo el que pilotara su Porsche en lugar de ser remolcado por su Ford Country Squire. James Dean tomó la 'carretera de los corredores', para evitar curzar Bakersfield. Esta carretera tenía limitada la velocidad a 40 km/h. Concretamente el lugar del brutal accidente fue el cruce de la Ruta 46 con la Ruta 41.

El Porsche Spyder 550 quedó completamente destrozado por el impacto contra el Tudor. George Barris adquirió posteriormente los restos del Pequeño Bastardo por 2.500$, pero el coche parecía estar sujeto a una especie de maldición. Los restos del Porsche de Dean cayeron sobre el mecánico que intentaba bajar las piezas de la grúa, rompiéndole las dos piernas. Troy McHenry y William Eschrid compraron el motor y partes de la transmisión para competir en circuito. McHenry perdió el control de su vehículo y falleció tras chocar contra un árbol  y por su parte, Eschrid volcó en una curva, aunque salió ileso. Las piezas se iban vendiendo entre los apasionados de los coches y la maldición iba haciendo efecto, tanto es así que incluido dos ladrones que se colaron en el garaje donde estaba el Porsche Spyder 550 de Dean, salieron magullados. Uno con el brazo roto al quitar el volante y el otro herido al intentar desanclar el asiento.

La maldición del Pequeño Bastardo no se quedó ahí, cuando se decidió donarlo a exposiciones de seguridad vial, el lugar estalló en llamas, quedando el Porsche de Dean como único superviviente. La segunda exposición, celebrada en un instituto, pudo ver cómo los restos del coche aplastaban a un estudiante, al que le rompió la cadera tras desplomarse el expositor. Una vez de vuelta al garaje de Barris, el camión que lo transportaba impactó contra un coche que perdió el control. 

Fuente: El Mundo

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