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¿Cuál es mejor, Ferrari F40 o Porsche 959?

¿Cuál es mejor, Ferrari F40 o Porsche 959?
Una rivalidad mítica de los ochenta que se ha mantenido en el tiempo, un duelo por ser el mejor que todavía a día de hoy es difícil dirimir.

Dos joyas a subasta: F40 y 959 'Komfort'

Hay rivalidades históricas, opuestos cuya existencia no se entiende sin la presencia de su contraparte. No hay Real Madrid sin F.C. Barcelona. No se entiende la dinastía Laker sin los orgullosos Celtics plantando cara desde la Conferencia Este. Y el mundo de la automoción  no se queda atrás, con un largo historial de caras a caras, de enemigos que se han obligado a evolucionar mutuamente. A finales de los años 80 comenzó un enfrentamiento mítico que hay día de hoy se puede revisitar sin que haya perdido un ápice de frescura: el Ferrari F40 contra el Porsche 959.

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Un duelo de finales de los años 80 en el que ambos participantes rayaban al mejor de los niveles, pero cada uno adoptando una postura radicalmente opuesta. El Porsche nació como coche de competición, aunque acabó produciendo una serie limitada homologada para su uso en carretera para cumplir con la normativa establecida por la FIA, y supuso una revolución tecnológica realmente importante. El Ferrari fue directamente un modelo de calle, pero desde su concepción fue vislumbrado como un deportivo de los de antes.

El F40 era un modelo espartano a más no poder, fue desarrollado para disfrutar al volante y no pensó en nimiedades como la comodidad. Valgan como ejemplo la ausencia de tiradores de las puertas, de alfombrillas o incluso de ventanillas practicables. Y esta austeridad también se trasladaba al apartado mecánico: ni una solo ayuda electrónica, para conducirlo había que tener manos (y muy buenas, además). Y no es peccata minuta teniendo en cuenta lo que alimentaba a la bestia era un motor 3.0 V8 de 478 CV que se combinaba con una algo tosca caja de cambios manual de cinco relaciones. El 959, que había llegado al mercado un año antes, sentó las bases de los superdeportivos actuales, más domesticados. Sus múltiples asistentes hacían que fuera relativamente sencillo domar los 450 CV de su motor bóxer de seis cilindros. Se trata de elementos que, aunque hoy en día se den por hecho hasta en vehículos de menor categoría, no eran comunes en aquella época como la monitorización de la presión de los neumáticos o la tracción integral con reparto electrónico.

Sus prestaciones también los sitúan muy a la par, aunque se decantan por el superdeportivo italiano en parte por su potencia superior y en parte por un peso ligeramente inferior, con 1.100 kilos por los 1.450 del alemán. Así, el F40 hacía el 0-100 en 3,8 segundos, el 0-200 en 7,6 y el 0-300 en 11 segundos; mientras que el 959 necesitaba 4,1, 8,7 y 13,4 segundos respectivamente para completar los sprint. Otro caballo de batalla entre ambos fue convertirse en el coche más rápido del mundo, título que consiguió el Porsche al alcanzar los 317 km/h solo para que el F40 se lo arrebatase gracias a su punta de 323 km/h.

Dos estilos radicalmente opuestos, dos maneras de concebir un superdeportivo que no podían distar más entre sí, pero que dieron al mundo de la automoción uno de sus duelos más memorables.

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