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Comparativa: nuevo Audi RS 3 vs BMW M2

Cuando Audi presentó el facelift de su RS 3 en Oman, sorprendió a todos, par bien: con el nuevo ajuste de su tracción integral Haldex, por fin era un devoracurvas pero, sobre todo, alcanzaba la cifra mágica de los 400 CV. ¿Suficiente para poner en aprietos al rey de la categoría? Lo comprobamos. Comparativa: Audi RS 3 vs BMW M2.

El Audi RS 3 se parece mucho técnicamente al S3. Los ejes portantes y los brazos transversales son los mismos, y los dos se basan en la plataforma MQB. Pero el nuevo cinco cilindros de aluminio (similar al del TT RS) reduce el peso en 26 kilos sobre el eje delantero. Con eso, destierra el acusado subviraje de este modelo. En total, ahorra sobre la báscula 33 kilos, lo que favorece un reparto de pesos más equilibrado: 58:42. 

El motor, tras darse un pequeño respiro en la arrancada, catapulta al coche como si no hubiera un mañana, con un rugido atronador que despierta una sonrisa en la cara de quien lo conduce, no así de sus vecinos. Su rival, el BMW M2, tiene la configuración de un coupé clásico, con ancha vías y un diferencial con bloqueo heredado del BMW M4 en el eje trasero, donde arroja el motor su potencia. No nos andamos con miramientos: el M2 es una de las máquinas de conducción más puras que existen hoy en día. 

VIDEO: ¡Audi RS 3 sobre hielo!

Pero dejémonos de fríos dato: ¡Al circuito de Sachsenring! El Audi RS 3 tiene un arranque bastante civilizado, y el cinco cilindros explota a las 2.500 vueltas. Con un turbo más grande, el empuje que ofrece ahora es bestial. Apoyado en su tracción integral el deslizamiento es igual a cero, y logra incluso rebajar el dato de fábrica en tres décimas: pasa de 0 a 100 km/h en solo 3,8 segundos, cinco décimas antes que el BMW, que gestiona toda la fuerza solo con las ruedas traseras. De 0 a 200 km/h, el Audi le rasca casi un segundo a la versión anterior de 367 CV. 

Como la postura al volante es algo elevada, la sensación de empuje es aún mayor. Esto no va bien para tallas grandes: fácilmente, tocarán con las piernas en la columna de dirección. Los asientos deportivos deberían ir más cerca del suelo. 

El cockpit del BMW es, sencillamente, otra cosa. La postura es mucho más baja, y la sensación es tan envolvente que el piloto tiene la impresión de que pasa a formar parte del coche. Todo está enfocado a la conducción deportiva, las consideraciones prácticas quedan en segundo plano, por más que en las plazas delanteras se vaya realmente cómodo y desahogado y pueda llevar a cuatro ocupantes con equipaje. 

En cuanto enciendo el seis cilindros, piso a fondo y el cambio de doble embrague empieza a subir endiabladamente hasta las 7.200 vueltas, olvido que es más lento en el cero a 100 que el Audi.

Más aún cuando compruebo la manera en que enlaza las curvas, con un deslizamiento de la zaga controlado, apurando cada décima en cada entrada y salida de los giros, en cada cambio de apoyo. A día de hoy, sigue habiendo pocos modelos, incluso si buscamos en deportivos mucho más caros, con la eficacia de este M2. Y en este sentido, supera a su rival el Audi RS 3, que aunque es un coche capaz de pasar por tramos de curvas a velocidad endiablada con mucha seguridad y sencillez (hasta para las manos más profanas), le falta el tacto extremadamente deportivo de su rival, y la capacidad para trazar los giros con trayectorias impecables. Aquí estamos valorando la deportividad y eficacia pura en circuito. Y en estas lides el BMW, aunque tenga 30 CV, sigue siendo el rey de la categoría.

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