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Prueba: Mitsubishi Montero T3 del Dakar

¿Sabes lo que es un Mitsubishi Montero, pero por T3 'no te viene nada'? Se trata de la categoría que el Dakar reserva para los todo terreno modificados. Y el de Rubén Gracia pertenece a esa clase; lo acaba de sacar del barco que lo traía de Buenos Aires (Argentina), tras disputar la carrera por etapas más dura del mundo, y nos lo ha dejado un rato.

Mitsubishi España ha vuelto al Dakar en 2016 tras 17 años de ausencia. Y lo ha hecho con el Montero ACR T3 de Rubén Gracia, cuyo debut en la carrera por etapas más dura del mundo no ha podido ser mejor: 43ª posición final, 2ª en su categoría. Para una prueba que te da la gloria y te la quita en un suspiro, no está nada mal...


El coche embarcó en Argentina cuando acabó el evento y, tal y como atracó en España, ha sido puesto a nuestra disposición. "Tiene el óxido del buque, ha tardado 40 días en llegar", nos cuenta Rubén. "¿Ves? Se nota perfectamente el palier que cambiamos y el que no. No hemos tocado nada... Ni siquiera lo hemos limpiado", nos comenta.
No bromea. Aún hay arena de las pistas sudamericanas en el habitáculo, polvo en las paredes de fibra e incluso en los arneses, que dejan dos franjas de color café con leche en la ropa. Aunque eso lo descubriremos al bajar. Porque ahora mismo, lo que estamos deseando es que nos dejen soltar el embrague.

Al volante del Mitsubishi Montero T3... y ¡deseando comenzar la prueba!

Al volante de un Mitsubishi Montero participante en el Dakar, la sonrisa sale sin darnos cuenta.

Diego Vallejo, copiloto de Gracia en esta aventura y en el Nacional de Rallys TT, es nuestro navegante. Comprobamos que todo está listo: casco, guantes, varios cojines y abrigos en la espalda para llegar a los pedales (las personas de talla XS tenemos ese problema, qué le vamos a hacer). Arrancamos.
Lo primero que sorprende es la dureza de la dirección; hay que pelear un poco con el volante para mover unas ruedas 235/85, con llanta de 16". Paso por encima de una piedra que quería evitar a toda costa, pero la inercia del coche ha sido mayor (y el subviraje también, seamos honestos). En mi cabeza resuenan las palabras de Rubén: "No hemos pinchado ni una sola vez en todo el rally". Es decir, las cubiertas aguantan. Menos mal.
En contraposición, el manejo de los pedales y de la palanca de cambios, con recorridos precisos -como corresponde a un vehículo de competición-, es una delicia. Cuando subimos al Ford Fiesta S2000 de Xevi Pons, todo era brusco, funcionaba a golpes y había que rezar para que el coche no se calara en la salida. Aquí ni siquiera ha hecho falta apretar a fondo el embrague: pones primera y ya estás en marcha, empujado por la fuerza del motor, que llega desde muy abajo y te permite 'venirte arriba' en las rectas mientras estiras las velocidades. 

Más coches de carreras: también condujimos el Ford Fiesta S2000 de Xevi Pons

Los movimientos son suaves: este Mitsubishi Montero se deja conducir. Los discos de freno están ya muy desgastados (después de los 10.000 kilómetros del Dakar, te puedes imaginar) y hay que subirse encima del pedal para que el T3 se detenga. Con el fin de evitar riesgos -y esfuerzos- innecesarios, Vallejo nos va marcando los sitios en los que es mejor empezar a 'quitar hierros'. El ruido en el habitáculo es alto, pero no llega a niveles en los que haga imposible la comunicación: nos entendemos.

Así, la segunda vuelta a este trazado, con subidas y bajadas llenas de piedras que rebotan contra los bajos del coche hasta doler, una curva de 360º sobre arena y un par de pistas largas (parece mentira cuánto pueden dar de sí menos de dos kilómetros), es mucho más fluida. Ahora podemos disfrutar de la maravilla que supone el chasis, el elemento del Montero que más destaca Gracia. Las suspensiones pasan por encima de cualquier irregularidad sin inmutarse, permitiendo un avance firme y sin rebotes extraños. Justo cuando nos estamos acostumbrando, es hora de bajar. Qué rápido ha pasado todo...

Con aire acondicionado

En el habitáculo, además de los bacquets, arneses, arco de seguridad e instrumentación reglamentaria, hay poco más. Se han eliminado todos los elementos superfluos para evitar peso... y, aun así, al vehículo le habría hecho falta otra 'cura de adelgazamiento'. Este Mitsubishi Montero está por encima de los 2.000 kilos que la normativa establece como mínimo: la báscula marca 2.200, de los que casi 80 corresponden a repuestos. Es lo que toca cuando no tienes compañeros de equipo que puedan echarte una mano en caso de necesitarlo; todo ha de viajar contigo, perfectamente ordenado en el maletero, donde también han estado las ruedas de repuesto y las palas para quitar arena.

Resulta curioso ver cómo en un espacio tan reducido, cada cosa tiene su sitio, que se respeta escrupulosamente para no volverte loco buscando piezas cuando el tiempo juega en tu contra. Paneles de fibra, botones, cinchas y bridas... Todo tiene un aire austero y funcional, pero eso no significa que sea incómodo. Rubén y Diego contaban con aire acondicionado, que fue fundamental en las etapas más calurosas: el coche llegó a marcar 56º. Aunque eso en el Dakar sudamericano se considera normal.
Quizá ésta ha sido otra de las claves del buen resultado del madrileño y el gallego: cuidarse ellos tanto como la mecánica. Lo que querían era acabar, estar en la meta de la mejor carrera del mundo, la más mágica y la más cruel, y brindar ese triunfo (todo el que alcanza el podio de llegada es un ganador) a sus patrocinadores, a aquellos que han creído en este proyecto. No vuelven con mal sabor de boca por haber estado tan cerca de la victoria en una categoría que incluso lideraron: regresan sabiendo que el año que viene pueden mejorar. Por eso preparan ya el Dakar 2017. El que prueba, repite, es inevitable.

Y desde el asiento de la derecha...

Tras nuestra experiencia como 'pilotos', pasamos al asiento de la derecha para que Gracia nos dé una vuelta y nos demuestre lo que se puede hacer con este Montero T3. La última vez que monté en un coche que disputa una competición fuera de nuestras fronteras fue en el VW Polo WRC de Andreas Mikkelsen, así que creía que iba preparada. Pero no. Básicamente, porque en el vehículo del Mundial de Rallys no ves la pista, pero aquí sí... y estás a un metro del suelo, por lo que las inercias son mayores. Todo se multiplica: llegas a cada curva, a cada recodo, sintiendo cómo la carrocería se inclina hasta límites que cualquiera consideraría peligrosos. Y, en ese momento, lo que hace Rubén es acelerar sin piedad. Mientras, la sonrisa de nuestra cara da paso a unos ojos abiertos de par en par; sabemos que nuestras pupilas están dilatadas al máximo... Es lo que pasa con el disfrute puro.


Ficha técnica Mitsubishi Montero ARC T3

Chasis y carrocería: de largueros y travesaños con carrocería fijada mediante silentblocks. Estructura integral de seguridad ARC Racing.
Motor: diésel de 4 cilindros en línea, 16 válvulas, delantero longitudinal. Turbocompresor con brida de 38 mm.
Cilindrada: 3.200 cc.
Potencia: 220 CV
Par: 480 Nm
Electrónica: Ralliart
Transmisión: tracción total con posibilidad de reductora.
Caja de cambios: 5 velocidades.
Diferencial central: viscoso, con opción de bloqueo al 100% mecánicamente.
Diferencial trasero: autoblocante tipo Torsen con bloqueo eléctrico.
Suspensión delantera: doble horquilla superpuesta, muelle helicoidal y barra estabilizadora. 
Suspensión trasera: multibrazo, con muelle helicoidal y estabilizadora.
Amortiguadores: doble amortiguador por rueda Oram, de triple vía.
Frenos delanteros: discos ventilados de 330 mm. Pinzas Galfer de 4 pistones.
Frenos traseros: discos ventilados de 254 mm. 
Longitud: 4.315 mm
Anchura: 1.995 mm
Peso: 1.980 kg
Depósito de carburante: 210 l.

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