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Nos montamos en el Audi RS 5 DTM de Miguel Molina

Increíble experiencia la que he podido vivir en primera persona. He montado junto con Miguel Molina en el Audi RS 5 con el que va a participar en 2016 en el Campeonato Alemán de Turismos DTM.

Miguel Molina es el único piloto español que ha ganado una carrera del exigente DTM (Deutsche Tourenwagen Masters), concretamente logró la victoria en el circuito de Nürburgring y tras confirmar que seguirá en el DTM en 2016 y que formará una vez más parte del equipo Audi Sport Team ABT Sportsline, la marca de los cuatro aros ha querido que la prensa sepa qué se siente cuando vas en este impresionante Audi RS 5 con motor V8 de cuatro litros y 470 CV. Y para eso estoy yo aquí.

La verdad es que lo que me hubiera encantado es poder conducirlo, pero acepté con gusto la invitación para vivir la experiencia desde el asiento del copiloto.

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Entrevista a Miguel Molina

El lugar elegido para el evento ha sido el ratonero circuito del Jarama, una pista a la que Miguel tenía ganas de volver, porque como él mismo ha reconocido le “hacía ilusión rodar aquí de nuevo, porque en esta pista debuté con los monoplazas de las Fórmula Renault 16000”.

El coche descansa en uno de los boxes mientras los técnicos e ingenieros del equipo ABT Sportsline comprueban que todo está en orden. Tras una breve presentación, Miguel aparece vestido de faena con su flamante mono de carreras rojo y blanco con los colores de Audi.

Antes de nada, Miguel sale a la pista en solitario para calentar ruedas y comprobar el estado del trazado madrileño. La mañana es soleada, pero hay poco más de 10º en el ambiente y el viento sopla con fuerza.

El sonido cuando el V8 despierta es impresionante y deja claro que este coche es un aparato muy trabajado y muy ‘gordo’, que poco tiene que ver con el Audi RS 5 en el que se basa.

Copilotaje del Audi RS 5 DTM de Miguel Molina: habitáculo para contorsionistas

Llega mi turno. Para la ocasión me visto como un piloto oficial más del equipo Audi. Casco, hans, mono bien ajustado y a dentro… Todo parece muy sencillo, pero para encajarse en el habitáculo de este RS 5 hay que estar ágil. Primero hay que sortear un elevadísimo umbral de la puerta y tener mucho cuidado en no tocar demasiado la fibra de carbono que lo protege, porque justo debajo van situados los escapes, cuya salida, como puedes ver en la galería de fotos, se encuentra en los laterales del vehículo. A continuación, pasar la cabeza por debajo de la jaula de seguridad y, por último, encontrar la posición en unos asientos que no son unos bacquets al uso, sino unos asientos creados de manera específica para este coche y que, pese a sus reducidas dimensiones son bastante cómodos. Además, el de Miguel tiene incluso un hueco para meter una botella que en las carreras utilizan para su hidratación, ya que la temperatura que se alcanza dentro del coche es de ¡65º centígrados!

La posición del asiento es semitumbado y vas con el culo literalmente pegado al suelo del coche. Esto limita mucho la visibilidad. Pero aquí todo está enfocado a la eficacia e ir tan abajo ayuda a rebajar el centro de gravedad del coche. No hay ni una sola concesión al confort, salvo el hueco para la botella, claro…

No es la primera vez que me calzo un hans, pero sigo sin acostumbrarme a lo mucho que limita los movimientos del cuello una vez que los arneses de cinco puntos de anclaje lo dejan pegado a mi pecho con más ganas que cuando mi hijo me da un abrazo después de volver a casa tras un viaje de varios días. Me cuesta incluso girarme para ‘chocar los cinco’ con Miguel para la foto de rigor y pedirle, por favor, que lo de todo, que quiero ver de qué es capaz un coche del DTM, un campeonato que para mí es de lo mejor que existe por debajo de la Fórmula 1.

Desde luego, Miguel se toma muy en serio lo que le digo y arranca a saco por la calle de boxes, dejando pintadas en el suelo dos grandes marcas negras durante casi 100 metros. Buff… ¡esto promete!

Noto que empieza suave, como haciéndose a la pista. No obstante, pese a salir del pit lane, llega a final de recta a más de 150 km/h y me queda muy claro que esto no es una broma cuando veo que en algunas curvas tiene que hacer correcciones de la trayectoria para mantener la trazada, porque si no la zaga amenaza con ponerse a jugar… 

En las dos primeras vueltas me dedico a mirar el cuadro de mandos del volante, que tiene una forma similar al del coche fantástico, sin aro cerrado ni por arriba ni por abajo. Ahí hay mil parámetros en los que fijarse, pero yo me centro en la velocidad. En las eses de Le Mans pasa a casi 100 km/h, un dato que sorprende teniendo en cuenta que son dos ‘paellas’ enlazadas como los que te puedes encontrar en una carretera de montaña y que serían de esas que con un coche de calle tomarías a 40 km/h. Pese a todo, cuando le pregunto a Miguel (un rato después de habernos bajado del coche, evidentemente, porque dentro es imposible escuchar nada), cree que este es el principal punto del mejora del Audi RS 5 DTM, el grip en curvas lentas. Según me cuenta, por la flotabilidad de la dirección, aunque yo creo que lo dice por buscar la perfección absoluta, porque a mí me ha dejado con la boca abierta…

Copilotaje del Audi RS 5 DTM de Miguel Molina: ¿coche 'capado'?

Cuando todavía no he salido de mi asombro, alucino con cómo va engranando marchas con las levas tras el volante y con la facilidad con la que este coche, que pesa poco más de 1.100 kilos, gana velocidad. Tanta, que cuando se enfrenta a la frenada de la curva de la hípica en la parte alta del circuito, el marcador supera claramente los 200 km/h. Un dato espectacular que sorprende casi tanto como la velocidad a la que pasa por la bajada de Bugatti: 180 km/h. Aunque cuando me quedo totalmente perplejo es cuando el propio Miguel me cuenta que estas cifras podrían ser superadas fácilmente si el coche no estuviera ‘capado’.

Sí, la reglamentación del DTM limita el número de test libres, por eso en test privados o exhibiciones como esta colocan unos tacos en los bajos del coche y en el difusor trasero para que no se puedan aprovechar como tests encubiertos. Así que no me quiero imaginar hasta qué punto podría llegar este coche de contar con todo el ‘downforce’ posible…

Todavía me quedan dos vueltas y las aprovecho de forma diferente. En la primera de ellas trato de buscar referencias y puntos de comparación con otros coches de calle y de carreras que he probado en esta misma pista. Si te digo la verdad, no he tenido esa sensación que podrías imaginar en plan: “¡¡este tío loco qué hace que no frena si la curva está aquí mismo y sigue con el pie en la tabla!!” No, me ha dado la impresión de que las referencias son similares a las de otros coches de carreras. La gran diferencia es que con este bólido se llega mucho más rápido. Pero tiene una capacidad de frenada tan bestia, que Miguel lo para en muy poca distancia. De hecho, él mismo me confiesa que los frenos es una de las cosas que más le gusta del coche, junto con la rapidez que demuestra en el paso por curva. Aunque se sincera totalmente y me confiesa que lo que de verdad ‘le pone’ de su RS 5 es disfrutar de una vuelta completa con gomas de clasificación cuando lucha por lograr la pole.

La vuelta final se supone que es de refrigeración, para que el coche llegue en condiciones al siguiente compañero que se subirá como copiloto. Pero yo intento ‘picar’ a Miguel con un gesto con las manos que dibuja en el aire un coche derrapando. El piloto de Lloret de Mar coge la idea al vuelo y en la siguiente curva lo balancea un poco, pisa gas a fondo y logra que la trasera se mueva ligeramente. Le indico que me ha gustado con el pulgar y le invito a que repita. En la salida de Bugatti dibuja una bonita y más larga cruzada, pero esto no es un coche de drift, “cuesta moverlo. No está pensado para eso”.

Por desgracia, toca bajarse. Ha sido una gran experiencia. Sin duda el coche más bestia en el que me he montado en el Jarama. Aunque para bestia, Miguel, que este año aspira a todo y me adelanta que puede dar mucha guerra en las citas de Hockenheim, Budapest y, cómo no, Nürburgring, donde espera poder repetir victoria. ¡Mucha suerte!

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