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Walter Röhrl: la leyenda de los rallys

Walter Röhrl, el maestro entre los maestros y bicampeón del mundo de rallys, se reencuentra 30 años después con su Audi quattro. AUTO BILD 4X4 no ha querido perderse este momento y lo ha acompañado.

En 1977, Audi solicitó a la Federación Alemana de Automovilismo que, a su vez, pidiera permiso a la FIA para poder participar en el Mundial de Rallys con un coche dotado con tracción total. Todas las marcas respondieron a la pregunta con un: "Sí, sí, que se vengan con un tracción total. Es imposible que un coche con este sistema de tracción tan pesado gane una carrera. Además, lo único a lo que Audi puede recurrir es al Volkswagen Iltis (un 4x4 con 75 CV)". ¡Qué error más grande cometió Lancia, Renault y compañía! El Audi Quattro debutó en el Rally de MonteCarlo de 1981 con un abandono, pero en la siguiente carrera (Suecia) se llevó su primera victoria.

Hoy, a primera hora, me he subido a una Volkswagen T5 que me va a llevar al Col de Turini. ¡El chófer es malísimo! No para de dar volantazos. Con el hielo que hay en la carretera y los enormes barrancos que hay a mi izquierda, me digo: "Verás cómo al final acabamos despeñados. ¿Merecen la pena tantos riesgos?" Medio mareado, llego a la cima del puerto y, sí, allí me encuentro un precioso Audi quattro con un señor sesentón y larguirucho vestido con un mono con los colores de Martini. No te equivocas, es... ¡Walter Röhrl! Lo saludo y empiezo a decirme a mí mismo: "Leches, es Röhrl, el que me enseñó a hacer el punta-tacón como en un curso a distancia cuando veía aquellos vídeos en VHS".

En unos minutos me subo a un Audi quattro Sport A2 del año 1984 que está como nuevo. ¡Ya quisiera yo tener mis cacharros en este estado! Todo es antiguo, pero los bacquets, los arneses, el Terratrip... están en impecable estado. Walter arranca suavemente para llevarme al tramo cerrado y como soy un bocazas empiezo a masacrarlo de preguntas. "Sr. Röhrl... ¿Qué es ese piloto naranja que hay en el centro del salpicadero?" Me dice que es la presión del aceite. Entonces, miro a mi izquierda y veo que el coche no tiene freno de mano. Se da cuenta de la pregunta que le voy a hacer y me dice que efectivamente, no lo lleva ya que el reparto de par es fijo entre ambos ejes y que se bloquearían las cuatro ruedas. Me explicó que en el quattro Sport S1, con diferencial central Torsen, sí lo llevaba y era de gran ayuda.

Como bajábamos a una velocidad razonable, continué con mi particular interrogatorio. "¿Cuál es su rally preferido?" "Montecarlo, me encanta conducir en la nieve. Pero en estos tramos, al contrario que en Suecia, no te puedes apoyar en los taludes, ya que debajo están las rocas y destrozarías el coche", me indica con sabiduría. Por fin, después de unos minutos charlando como dos buenos aficionados a los coches, llega el momento de empezar a subir el Turini a un ritmo de carreras.

Me hace la señal de OK, enciende su cronómetro y salimos como un disparo. La sensación de empuje del Audi es increíble, escucho cómo silba el turbo y los 360 CV de potencia son tan bruscos que asustan.

En pocos metros, ya vamos en cuarta velocidad y llega la primera curva. Ahora, el espectáculo está en la zona de los pedales: Walter Röhrl hace un perfecto punta-tacón mientras baja de marcha y el quattro toma la curva como un suspiro. ¿Siguiente destino? Una curva de derechas rápida. El maestro mete el coche, empieza a hacer el baile de los pies tocando el freno con el izquierdo y aprecio cómo pone al Audi en su sitio, sigue dando gas y apenas tiene que hacer contravolante.

El sonido de motor es espeluznante. En algunas zonas alcanzamos los 140 km/h, lo que es mucho si tienes en cuenta lo estrecha que es la carretera y la cantidad de nieve que hay. Pero Röhrl sigue a su ritmo, encadenando una curva tras o otra y derrapando, ayudado por ese pie izquierdo que maneja mejor que nadie.

¡No está nada mal para un abuelo de 63 años! Como puedes imaginar, en esta situación dejé de hacerle preguntas y me limité a disfrutar. Era un placer ver cómo el maestro de los rallys lleva un coche sin nada de ayudas electrónicas a toda velocidad por el Col de Turini.


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