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AUTO BILD participa en la fabricación de un Nissan Qashqai

Nos trasladamos a la fábrica de Nissan en Sunderland (Reino Unido) para conocer el proceso desde el que el diseñador empieza a trazar las primeras líneas del futuro coche, hasta que es finalmente fabricado. Aunque lo mejor de todo es que un redactor de AUTO BILD ha participado en la fabricación de una unidad de Nissan Qashqai que se venderá en España.

No temas. Si eres el próximo propietario de un Nissan Qashqai que llegará a España en aproximadamente un mes al puerto de Barcelona, puedes tener la tranquilidad de que ha sido fabricado con el mismo esmero y calidad habitual, a pesar de que el que escribe estas líneas haya participado en todo el proceso, porque AUTO BILD ha participado en la fabricación de un Nissan Qashqai.

Ya había visitado otras fábricas, pero en pocas te dejan ser partícipes de su cadena de montaje y esta ocasión ha sido una de ellas. Para ello viajo a la fábrica de Nissan en Reino Unido situada en la zona nordeste de la isla británica, concretamente a Sunderland, una pequeña ciudad cercana a la más conocida Newcastle. Podrías conocer las dos ciudades por sus respectivos equipos de fútbol, pero en todo Reino Unido, a la pequeña Sunderland se la conoce como la ciudad de Nissan y no es para menos.

Los dirigentes de la fábrica me pasan datos sobre su historia y funcionamiento para ponerme en antecedentes de lo que me espera: cuántos coches fabrican al año, cuántas personas trabajan allí, cómo es el proceso desde que el diseñador traza las primeras líneas de un concept hasta que al final el coche se fabrica...

La teoría está muy bien, pero he venido por la práctica, así que me invitan a participar en todo ese maravilloso proceso. Me siento en primer lugar con el diseñador. Me explica que trabaja en lo que es su pasión desde pequeño. Se enfrenta a una hoja en blanco en la que crea las que serán las futuras líneas del coche de la marca. En sus manos el lápiz electrónico parece que se mueve solo por la pantalla. Cuando pasa a las mías para probar, tengo la sensación de que dibujo como un niño de 5 años y me dedico a pintar el fondo del coche que ya está hecho para disimular.

Algo parecido me ocurre con el diseñador digital. Me explica las múltiples funciones y posibilidades que tiene el programa de diseño, que es capaz de dar tres dimensiones al dibujo original y recrearlo en cualquier escenario. De nuevo salgo airoso seleccionando unas cuantas capas en el ordenador y cambiándolas de color, cuando me pasa el ratón para que pruebe el software que él maneja con tanta facilidad. Quiero resarcirme tras mis dos primeras experiencias fallidas como 'empleado' de Nissan y encaro la siguiente prueba con más determinación aún.

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Tengo delante un concept a escala hecho de arcilla y pienso que aquí voy incluso a destacar. De pequeño tuve el 'Alfanova' en casa y por mi sangre corren genes de Talavera de la Reina, tierra de cerámicas y botijos. Se van a enterar, pienso emocionado. Me dan libertad para que añada o quite elementos a lo que ya hay hecho y me pasan un trozo de arcilla. Varios ojos están atentos a mis movimientos y eso me hace tomar una mala decisión: decido hacer unos espejos retrovisores. Ahora qué empiezan a ser sustituídos por las cámaras ¿esa era mi mejor opción? Ya no hay vuelta atrás, así que al menos quiero hacerlo bien, pero las herramientas de los moldeadores son para mí como los instrumentos de un cirujano y no sé cómo tengo que usarlas para evitar que mis espejos sean como dos pequeños 'pegotes' a los lados del futurista concept. Remato como puedo la tarea y me voy dando cuenta de que el proceso de creación de un coche es complicado de principio a fin. Lleno de fases de prueba y error y de los mejores profesionales que dedican meses de su vida hasta obtener el resultado que buscaban.

Acto seguido, me cambio de ropa para transformarme en un operario y encamino los pasillos de la fábrica como si fuera a saltar al ring en un combate: los nervios me invaden porque al fin y al cabo ¡voy a participar en la fabricación de un Nissan Qashqai! Bajo la atenta mirada de los supervisores y la incrédula del resto de operarios que me miran como si fuera un intruso, con la mayor de las ilusiones y eficiencia, pongo todos mis sentidos en colocar en pocos segundos una goma que ajusta el capó con el resto de la carrocería. Parece sencillo y...¡lo consigo!, pero el tiempo juega en mi contra y mientras yo he colocado una, el operario ha puesto tres.

Como no es cuestión de paralizar la fábrica entera para que yo ejecute eficiente pero lentamente todos los cientos o miles de pasos que lleva el procesado del coche, mi siguiente tarea será la de muchos metros más adelante y pasados unos minutos, comprobar que todos los componentes encajan y han sido colocados a la perfección. Mientras, me van explicando todo el recorrido que hace el Nissan Qashqai: puertas, ruedas, el panel central que se coloca en tan sólo dos segundos, impresiona la sincronización con la que todo el mundo trabaja. Todo está ajustado al milímetro y cada segundo es oro en una cadena de montaje.

Por fin 'mi' coche está listo y terminado y sale hacia la pista de pruebas. Su destino es España y después de recorrer cientos de kilómetros por tierra y mar, llegará al puerto de Barcelona donde le espera el camión que le llevará al concesionario que lo ha vendido. Me voy con la sensación del trabajo bien hecho, aunque lo mío no sea trabajar en una cadena de montaje.

Y unas semanas mas tarde...

La marca me avisa de que puedo viajar al puerto de Barcelona, donde se encuentra el Centro de Distribución de Nissan, para dar la bienvenida al coche que hace unas tres semanas, dejé en Sunderland.

Con más de 200.000 metros cuadrados de espacio dentro del puerto de la ciudad condal, es un sitio impresionante. Cuenta con capacidad para guardar y almacenar 24.000 coches, de los que en stock hay unos 10.000. Se mueven a diario 1.500 vehículos aproximadamente en tareas de carga y descarga de barcos y transporte por carretera.

El puerto más lejano a donde se envían coches desde aquí es a Nueva Zelanda. Los barcos tardan en torno a las seis semanas en recorrer los 20.000 kilómetros que separan sus puertos. 

El Nissan Qashqai que fabricamos en Sunderlan es un dCi 1.5 Tekna Premium en color blanco, como ves en la galería anterior, y que tiene como destino Barberá del Vallès en la misma provincia de Barcelona, donde le espera su propietario. Llegó a España a bordo del barco 'City of Rotterdam' con capacidad para 2.500 coches más. Una capacidad pequeña si tienes en cuenta que justo al lado pude ver los otros dos barcos con los que cuenta la marca en este tipo de transportes con capacidades de 4.000 y 8.500 respectivamente.

Ha sido un placer poder participar y conocer todo este proceso, desde que el diseñador dibuja las primeras líenas del coche, hasta que llega incluso a su propietario final.

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