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Test de 100.000 km Ford Grand C-Max

Ha obtenido un notable, pero podría haber logrado el sobresaliente sin despeinarse. ¿Qué ha fallado? Problemas con la electrónica, una asignatura pendiente que los ingenieros de Ford van a tener que aprobar. Y es una pena, porque eso lleva a que un buen coche se quede, después de 100.000 kilómetros, con una puntuación más baja de la que merecía.

Es la hora del Ford Grand C-Max. El espacioso monovolumen con puertas deslizantes llegó a la redacción con el acabado que gusta a tantos clientes: un test de 100.000 km del Ford Grand C-Max 2.0 TDCi Titanium de 140 CV y cambio automático. Añadimos unos cuantos extras como el asistente de seguridad Active City Stop, el portón trasero eléctrico, los faros bi-xenón y el sistema de navegación, que elevaron el precio hasta los 29.760 euros. Este monovolumen enseguida despertó una gran simpatía en la redacción. “Hace bien todo lo que debe hacer un coche así”, opinaba uno de nuestros probadores. Por dentro es muy grande, con unos interminables 1.742 litros de capacidad en su maletero y mucho desahogo en las plazas traseras, en las que pueden sentarse dos adultos grandes en las butacas exteriores y uno más pequeño en la central.

El modelo de Ford rivaliza claramente con el Volkswagen Touran

Esta configuración 40-20-40 no ha sido del agrado de todos; uno de nuestros redactores, por ejemplo, comentó que prefería la banqueta corrida. La solución de las puertas es aplaudida Las puertas deslizantes sí que gustaron a todos, porque, además, ahorran espacio, aunque al moverlas por el raíl se hacen un poco pesadas. A eso, los padres le han sacado el lado positivo: saben que sus hijos pequeños no serán capaces de moverlas desde dentro aunque se lo propongan. El portón eléctrico sí que enfadó a muchos, ya que “o no se abría o lo hacía con una lentitud pasmosa”, según otro de nuestros redactores. Sus grandes asientos delanteros son perfectos para viajes largos y puedes olvidarte de los dolores de espalda. Pero sí que sacó de quicio a alguno el escaso espacio para los pies y la precaria visibilidad perimetral.

Además, las baratas alfombrillas de fieltro son la desesperación de muchos padres, cuando los sábados tienen que limpiar las migas de galleta que van tirando sus hijos. ¡Es muy complicado! Esto ya nos molestó en el Ford S-Max, y nos ha confirmado en la idea de que a veces Ford ahorra donde no debería hacerlo. Lo que sí recibió continuas alabanzas fue el motor de 2,0 litros (originalmente de Peugeot). Es perfecto para viajes relajados, empuja con fuerza y resulta increíblemente silencioso. Tan solo uno de nuestros redactores acusó un pequeño “agujero” del turbo al echar a rodar y se quejó de que, tras medirlo con el GPS, no alcanzara los 198 km/h de velocidad punta que promete la marca (dentro del circuito de pruebas, claro). Detalles así a un lado, la conclusión de la mayoría de quienes lo condujeron fue unánime: “un supercoche para viajar en familia”. Mucho tiene que ver en esto su chasis, que refleja la nueva filosofía de Ford: tras años de pura deportividad, se decantan por el confort.

Test de 100.000 km Ford Grand C-Max

Y eso que el Grand C-Max mantiene un tarado lo suficientemente rígido para disfrutar de una conducción decidida, pero la suspensión filtra ahora los baches mucho mejor que antes. Eso se agradece con el paso de los kilómetros. La precisa dirección y la gran capacidad de tracción (no hemos tenido ni una queja sobre pérdida de adherencia en las ruedas delanteras) proporcionan muchas satisfacciones a quien va en el asiento del conductor de este monovolumen que también sabe ofrecer una buena puesta a punto dinámica. La relajación al volante solo se ha visto perturbada por una transmisión automática que, de vez en cuando, tenía un mal día.

Test de 100.000 km Ford Grand C-Max

Esto ha dado lugar a opiniones dispares. Mientras un redactor alabó su armónico funcionamiento “aunque sus lentas reacciones recuerdan más a un convertidor de par que al doble embrague”, otro de nuestros probadores se quejó de su “tosco funcionamiento y respuesta nerviosa al cambiar”. Detengámonos brevemente en este punto: los primeros cambios DSG de Volkswagen no eran mucho mejores: digamos que Ford es nuevo en esto y aún le queda por aprender. Sobre todo en el sistema electrónico: hemos tenido fallos en un sensor del turbo y en la antena del navegador. Sin duda, una pena.

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