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Skoda Scout contra Buggy

Los buggys son ideales para recorrer las dunas del desierto. Pero, ¿será capaz un Skoda Scout de plantarle cara en su propio terreno? El pequeño 4x4 tiene en su tracción integral el único arma para afrontar la prueba, ¿será suficiente para seguir el ritmo?

Más de 43 grados a la sombra en medio del desierto de Nevada. Delante de mí, los vehículos que van a medirse entre sí: un Skoda Octavia Scout, un buggy de cuatro plazas con un ocho cilindros Cadillac y un Monster-Bug de competición, del constructor californiano Jimco, con un ocho cilindros de 620 CV.

Al volante de esta máquina infernal se encuentra Armin Schwarz, probablemente el conductor alemán de rallys más famoso después de Walter Röhrl (con el que compartimos una vuelta en su Audi quattro Sport A2). Se está preparando para una carrera de 300 millas de la serie Score-International, en la pequeña ciudad de Primm, en pleno desierto. Yo llevo el Scout que, aunque burgués, tiene tracción integral (el buggy de Armin sólo tiene tracción trasera) y lo que me gustaría saber es si puedo seguirle el paso a un buggy de competición con mi turismo de tracción integral. ¿Conseguiré al menos completar el recorrido sin percances?

Las carreras Score-International a través del desierto (Score quiere decir Southern California offroad Experience) están consideradas como las competiciones contrarreloj por campo más duras del mundo, junto con el rally Dakar. Los buggys que toman parte en ellas son monstruos terroríficos con ruedas descubiertas, bastidor tubular, chasis con gran capacidad torsional, amortiguadores con más de 60 cm de recorrido, motores V8 de hasta 700 CV, un peso en vacío entre 1.100 y 2.500 kilos y ... ¡tracción trasera! A pesar de todo, debería ser posible superar una pista de arena preparada para este tipo de buggys a bordo de un coche de serie 4x4 con tal de acelerar a fondo y esquivar hábilmente las piedras puntiagudas. Y de ser así, ¿cuánto tiempo me llevará lograrlo?

Matthias Kahle, compañero de equipo de Armin Schwarz, es el primero en hacer el recorrido a bordo del buggy de cuatro plazas. Se trata de un buggy especial con el que los pilotos y copilotos de esta competición recorren primero la pista, trazando todo el recorrido con un dispositivo GPS.

La longitud total varía según los casos, pero oscila entre los 480 y los 1.500 kilómetros. Matthias invierte 5 minutos y 50 segundos en completar las siete millas del circuito a bordo de este buggy de 355 CV.

El piloto de un buggy sólo tiene instrumentos redondos en su campo visual: cuentarrevoluciones, temperatura y presión del aceite y temperatura del agua y de la caja de cambios. Por el contrario, el copiloto tiene delante una gigantesca pantalla de navegación que podría competir con cualquier tele de plasma. Ambos ocupantes están metidos a presión en una jaula rodante con ceñidos asientos Recaro y cinturones de seis puntos de anclaje. El freno de mano funciona de forma diferente a como lo hace en un turismo: si el piloto lo empuja hacia delante, frena sólo la rueda trasera izquierda. Acto seguido, la máquina se adentra como un rayo en curvas de 90 grados hacia la izquierda; y en curvas hacia la derecha sólo hay que empujar la palanca hacia atrás, y esta jaula vertiginosa sale lanzada hacia la derecha sin más preámbulos. Armin Schwarz despierta el Jimco a la vida con gran estruendo, sometiéndolo a un breve calentamiento.

Cuando el trazado del recorrido discurre en línea recta y el suelo se vuelve más arenoso, el pie derecho de Armin abre las puertas acústicas del infierno, es decir, del V8 atmosférico de 6.4 litros. Los escasos cactus y arbustos diseminados aquí y allá desfilan a la velocidad del rayo. Lo que viene a continuación supera con mucho lo que pueden soportar los riñones de un hombre de oficina durante 300 millas. Súbitamente emerge del desierto una enorme ondulación del terreno que apenas se distingue bajo la centelleante luz del sol. A pesar de los 60 centímetros de recorrido de suspensión, los amortiguadores Bilstein alcanzan el tope. Las omnipresentes piedras se convierten en una bomba de relojería. “Arrancan sus buenos trozos de perfil” se oye decir a Armin, mientras el tacómetro digital indica 170 km/h ¡en campo a través! Este trayecto de entrenamiento ofrece, aproximadamente, el 60 por ciento del grado máximo de dureza de un rally de este tipo. Schwarz invierte tres minutos y 20 segundos en recorrer las siete millas de distancia.

Ahora me toca a mí en el coche de serie. ¿Haré el ridículo? Afortunadamente, Matthias Kahle, que hace de copiloto, conoce el trayecto a la perfección. Antes de nada, desconecto el ESP. Los bajos tocan tierra de vez en cuando. Conducimos con facilidad junto al rastro dejado por los otros bólidos. A las 3,4 millas nos vemos obligados a hacer el primer alto: una piedra puntiaguda ha perforado el flanco del neumático delantero izquierdo. La cambiamos en unos minutos y continuamos camino.

Aunque el embrague de tracción integral que conecta las ruedas traseras tiene que trabajar de lo lindo, logramos superar la prueba. Si restamos el tiempo del cambio de neumático, nos ha llevado 17 minutos con 40 segundos.

Bueno, Schwarz, en su máquina infernal sólo ha necesitado la quinta parte de nuestro tiempo. Pero .... ¡lo importante es que ya hemos llegado!

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