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Renault Megane RS Trophy R: casi de carreras

Radical es poco... Todo en este Renault Mégane RS Trophy R está pensado para quitarle décimas al cronómetro. Jamás había probado un compacto tan extremo como este... ¡Y me ha encantado!

No llevo casco ni guantes de competición, pero ahora me arrepiento, porque dentro de este Renault Mégane sería lo más adecuado. ¿De qué hablo? Del compacto francés más radical que ha salido de la factoría de Palencia: el Renault Mégane RS Trophy R

Ya no es solo su exclusiva estética, con aletas ensanchadas, llantas específicas de 19 pulgadas en rojo o ese alerón posterior tan espectacular. Es que a poco que repases sus especificaciones, te das cuenta de que estás ante un modelo que es carne de circuito. Me explico: monta de serie el Chasis Cup que es el más parecido al que se utiliza en competición, las pinzas de freno están firmadas por Brembo, los asientos son bácquets Recaro que no te dejan ni un mínimo movimiento lateral, el volante está forrado en piel vuelta y cuando echas la mirada atrás, ves que no existen plazas traseras. ¿Por qué? ¡Porque pesan! Por si esto fuera poco, Akrapovic se encarga del escape y para que los 275 CV de su cuatro cilindros turbo no se descontrolen a la salida de las curvas, han introducido en el eje delantero un diferencial de deslizamiento limitado. 
¡Qué cóctel tan absolutamente maravilloso! 

Arranco. El sonido que sale del escape central va directamente al centro de placer de mi cerebro. Ni un Volkswagen Golf R, ni un Audi RS 3 suenan así. Meto primera. El tacto de los pedales no es tan duro como me esperaba. El del cambio sí y me gusta. Si estás maniobrando y giras totalmente la dirección, enseguida te das cuenta de cómo sufre el autoblocante. Salgo a la calle y no hay manera de pasar desapercibido. Activo el modo RS (excesivamente escondido a la izquierda del volante) y a la salida de un semáforo decido deleitar a los transeúntes con unos buenos petardeos del escape. 

Primera a fondo y a los dos segundos tengo que soltar. ¡Cómo empuja y cómo suena! No es cuestión de armar tanto escándalo por la ciudad. Me dirijo a mi circuito de pruebas para poder exprimir al máximo lo que da de sí un coche tan exclusivo. ¿Todo es tan estimulante? Para nada: en el trayecto acabo de los nervios con un tarado de suspensiones tan firme que me temo que tendré que visitar al dentista (seguro que algún empaste se ha movido).

Devora las curvas a un ritmo endiablado

Por fin llego. Ya puedo dar rienda suelta a mi locura. Segunda a fondo. El motor se estira hasta rozar las 6.200 vueltas. No sube más y eso te exige estar atento para no llegar al corte... aunque te voy a decir una cosa: las explosiones del escape al corte son una delicia. Subo una marcha y sigo aumentando la velocidad. ¿Hasta donde apuro la primera frenada? A mi favor cuenta que tengo un equipo de frenos Brembo y unos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup que se agarran de forma brutal al asfalto. Al final (loco de mí) me dejo llevar y concedo unos metros más antes de hundir el pie en el freno. Tengo la adrenalina por las nubes. Reduzco como un salvaje y giro el volante para tirarme a por el vértice. ¡Qué pasada! La zaga ni se inmuta... cómo se sujeta. Pie al acelerador y agarro fuerte al volante. El autoblocante hace el resto y salgo a por la siguiente curva. La sensación de control es muy alta y el disfrute que me está aportando este Mégane no lo olvidaré en mucho tiempo. ¿Lo mejor de todo? Que todavía tengo mucha gasolina que gastar.

Valoración

Nota8

Radical es poco... Todo en este Renault Mégane RS Trophy R está pensado para quitarle décimas al cronómetro. Jamás había probado un compacto tan extremo como este...

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