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Renault Etoile Filante: vuelve a Bonneville 60 años después

Nacho de Haro

El espectacular Renault Etoile Filante vuelve a Bonneville 60 años después que estableciera cuatro nuevos récords mundiales de velocidad. La firma francesa se llevó hasta Utah, además del Etoile Filante, a un Renault Dauphine con el que el piloto de la Fórmula E, Nicolas Prost, estableció una nueva marca de velocidad para automóviles construidos entre 1928 y 1981 con motorizaciones de entre 754 y 1.015 cc.

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El 5 de septiembre de 1956 se cumplirán seis décadas desde que el espectacular Renault Etoile Filante estableciera cuatro récords mundiales de velocidad en Bonneville, dos de los cuales continúan vigentes a día de hoy. Para conmemorar este hito, Renault acudió a la Semana de la Velocidad de Bonneville 2016, celebrada entre los pasados días 13 y 19 de agosto, con el impresionante bólido propulsado por una turbina de gas que es capaz de generar 270 CV de potencia a más de 25.000 rpm. No te pierdas las fotografías de ese momento que encontrarás en la galería de imágenes.

Pero no solo el Renault Etoile Filante ha acudido a Bonneville para conmemorar los récords, la firma gala también ha aprovechado la ocasión para celebrar otra fecha histórica para la marca: los 60 años que han pasado desde que el Renault Dauphine, uno de los 13 coches más terroríficos para conducir, comenzó su andadura comercial en suelo estadounidense. Es por ello que llevaron hasta el Salar de Bonneville un ejemplar del Dauphine, pero no pienses que la cosa acaba aquí.

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No satisfechos con esto, sentaron al volante del Renault Dauphine a Nicolas Prost, el piloto de la Fórmula E, que en la mañana del 14 de agosto y a los mandos del Dauphine, estableció un nuevo récord de velocidad. En concreto, batió la marca de la categoría CCG (abreviatura de ‘Classic Gas Coupé’), reservada para automóviles fabricados entre 1928 y 1981 con motorizaciones de entre 754 y 1.015 cc, tras alcanzar una velocidad de 123,1 km/h.

Conviene recordar que el impresionante Renault Etoile Filante es uno de esos coches que son un claro ejemplo de la relación entre los automóviles y el mundo de la aeronáutica y más concretamente, de cómo los ingenieros de coches tomaron prestadas ideas presentes en algunos aviones tras la Segunda Guerra Mundial. Así, este coche montó una turbina de Turbomeca que producía 270 CV de potencia y que, gracias a la aerodinámica carrocería y a su ligero peso, permitió al Etoile Filante alcanzar los 308,9 km/h en un kilómetro y los 308,85 km/h en cinco kilómetros.

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