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Prueba DeLorean DMC-12: el coche de 'Regreso al Futuro'

Cuando se cumplen 30 años de la película que lo hizo famoso, probamos el DeLorean DMC-12, el coche de 'Regreso al Futuro'. ¿Conoces su apasionante historia? Te la contamos al volante de una unidad de 1982.

Tenía ganas de subirme de una vez al que es uno de mis coches favoritos y hacerle una prueba: el DeLorean DMC-12. A todo el mundo le gusta por 'Regreso al Futuro', pero no tantos conocen el modelo en cuestión en el que se basaron para hacer la famosa máquina del tiempo. Y su historia, desde luego, también es de película. 

El DeLorean DMC-12 cumplirá pronto 35 años como modelo, y celebra ahora 30 como protagonista de la saga que lo inmortalizó -'Regreso al Futuro'-. También hace diez que se quedó huérfano tras la muerte de su creador: John Zachary DeLorean, un excéntrico playboy al que llamaban 'el Príncipe de los coches', debido a su olfato para crear modelos y coleccionar éxitos.

¿Conoces la la moto de Regreso al Futuro

De hecho, a él se le atribuye la frase "Creamos automóviles que todos desean... pero que, en realidad, nadie necesita". Toda una declaración de intenciones.

Para ir abriendo boca, te dejamos con la prueba del modelo... ¡una auténtica pasada!

En 1976, DeLorean dejó la vicepresidencia de General Motors y no dudó en empeñar su vida y su fortuna personal para crear su sueño, su propia firma de automóviles, en una historia apasionante y menos conocida que la de la trilogía, y con la que, sospechosamente, hoy se aprecian tantos elementos en común, de éxito y fracaso... sólo que la realidad fue más dramática que la ficción.  

John DeLorean se puso a trabajar en un deportivo ético, cómodo y asequible por 12.000 dólares de entonces -de ahí, la denominación 12 tras las siglas de DeLorean Motor Company-, aunque el precio final acabara disparándose a los 25.000. Y así, con todo, a pesar de la obsesión de abaratar costes. La fábrica se montó en Irlanda del Norte con apoyo de fuertes inversores y del Gobierno británico, para obtener mano de obra barata y, de paso, dar trabajo a unionistas y republicanos en los oscuros años del terrorismo del IRA.

Ideas de cine, problemas de película

En el plano mecánico, el motor iba a ser un Citroën rotativo tipo Wankel, pero se optó por el PRV V6 de 2.849 cc de Peugeot, Renault y Volvo -más eficiente, aunque en una disposición trasera no tan aconsejable- para el que hoy lo bueno es que existen muchos recambios. Pero el proyecto se retrasó años, sus 170 CV quedaron en 130 CV tras la adaptación de la mecánica a la homologación de EEUU -potencia justa para mover sus 1.230 kilos-...

Sobre un prometedor chasis by Lotus en forma de Y y una cama sintética monocasco como carrocería, Giugiaro rediseñó este nuevo 'alas de gaviota'. Sin embargo, los paneles de acero inoxidable -no aluminio- aumentaron el peso, por lo que no se pintaron las puertas y Giugiaro cambió la ventanilla corredera original por un pequeño cristal con motor eléctrico, porque, encima, tenía que entrar en la puerta y esto maraba varios pajaros de un tiro.

Por si fuera poco, los kilos de más acabarían reduciendo la eficacia y la vida útil de los pistones de apertura, algo molesto para los clientes... y para los actores de la película. Si te fijas, tanto Doc (Christopher Lloyd) como Marty (Michael J. Fox) sufren en algunas secuencias para abrir y mantener las puertas arriba y para no darse capones -que se los dan- al entrar y salir del coche. Pero Zemeckis y su equipo tuvieron que resolver otros problemas: sustituir al Marty original (Eric Stoltz) por Fox, y cambiar el guión para que ni Marty fuera un pirata de cintas VHS ni la máquina del tiempo, una máquina de refrescos. (echa un vistazo a los 20 secretos del viaje a 2015 de McFly en 'Regreso al futuro'). Menos mal...

Al volante de "una nave espacial"

Ahora soy yo y no Marty el que ha llegado al 21 de octubre de 2015 y, como en la peli, estiro el brazo hasta el calambre -de casi 1,21 Gigovatios-, cierro con fuerza y arranco a la tercera -el sistema eléctrico tiene su miga a pesar de las mejoras del propietario de esta unidad-, pero sin necesidad de dar un cabezazo al volante, como en el film.

Los coches no vuelan ni funcionan con restos de basura, pero el DeLorean continúa pareciendo lo que querían en Hollywood: una nave espacial. Como ves en la galería de fotos, el capó se levanta y tiene dentro la toma de combustible. Con el tiempo, la tapa para repostar sería independiente, las salidas de los escapes sufrirían modificaciones, la palanca de cambio automática de esta versión también variaría en plena producción... y todo, porque se acababa el suministro de ciertas cosas y se mejoraban otras sobre la marcha.

"Conduce el sueño"

DeLorean soñó con crear su propio automóvil (uno de los eslóganes publicitarios era "conduce el sueño") y yo, ponerme a los mandos de una de las casi 8.000 unidades que se fabricaron en total -se estima que circulan unas 6.000 y sólo un puñado por España.

La postura de conducción es muy aceptable, sobre todo, cuando mides 1,90 m y sabes que hasta los primeros años del siglo XXI, no es fácil acomodarse a un deportivo biplaza, por la ausencia casi total de reglajes. Los asientos, por cierto, cumplen bien. Estos son grises, como los de la película, aunque también los había en negro.

Cuando me voy a poner el cinturón, una nueva sorpresa: los enganches ¡son iguales que los de mi viejo Seat Panda 40 de 1980! El volante es genuino y llama la atención porque no tiene airbag -lógicamente- pro es algo más grueso y ergonómico que otros de la época. Los mandos son Renault; la caja de cambios -de tres relaciones- (un extra de 650 dólares), también; la guantera, de Volkswagen Scirocco...

DeLorean Propietario

Rodrigo Fersainz y Gustavo, el propietario del flamante DeLorean DMC-12 de esta prueba, charlan mientras se quitan el atrezzo McFly. 

Engrano la directa y, aunque me hubiera gustado probar también la versión manual, dado que en el pedalier no me sobra mucho sitio, agradezco no tener que ocuparme del embrague. Pero, un momento... ¡hay un pedal a la izquierda! Ah, bueno, en realidad no es más que un reposapiés que se incluyó como mejora en el modelo de 1982, cuyos detalles tiene esta unidad, aunque fuera fabricada a finales de 1981, como me explica Gustavo, su orgulloso propietario. Me cuenta que esta unidad fue adquirida nueva en 1982. Tres décadas después, cuando su dueño falleció, sus hijos lo vendían y él la compró y se la trajo de EEUU. Gustavo es un purista, pero en el buen sentido, no de esos histéricos coleccionistas que no sacan sus joyas del garaje; él prefiere disfrutarlo y usarlo en concentraciones, quedadas y anuncios, como la última campaña de unas zapatillas de deporte en las que participaba Melendi. Y, desde que me lo encontré un día de paseo por la sierra de Madrid, se mostró entusiasmado con que hiciéramos la prueba de su precioso DMC-12. Por cierto, para poderlo dejar expuesto con las puertas abiertas, ha cambiado las bombillas de posición de las puertas por luces de LED. Así da gusto... 

21 de octubre de 2015... sin coger los 140 km por hora

Sin condensador de fluzo ni aeropistas, viajo por el ¿presente? a una cómoda velocidad de 80-100 km/h, disfrutando de la suave mecánica a gasolina sin plomo, de la suspensión independiente y de las miradas de todos. La dirección de cremallera no asistida y los cuatro frenos de disco, aunque de tacto blando, dan algo más de tranquilidad en el loco tráfico de 2015. 

Pero todo es algo diferente a como lo imaginaron en el cine y en la realidad. Lástima que tras el relativo éxito de 1981, los planes de un motor biturbo y las tres unidades bañadas en oro para una promo de American Express, las ventas cayeran en 1982 y Reino Unido cerrara la fábrica después de intervenirla. ¿Lo peor? DeLorean fue sorprendido "intentando vender un maletín de droga" en EEUU para salvar la DMC. Y, aunque años después se demostró que fue una trampa del FBI para cazar a un narco, fue el final de la compañía. Años después, quiso reflotarla y, mientras se dedicaba a la venta de relojes de lujo y peleaba en los tribunales por resolver cerca de 40 procesos judiciales, el padre de la criatura soñaba con resucitar la compañía y fabricar un nuevo DeLorean... que nunca se hizo realidad, con su inesperada muerte en 2005. 

DeLorean-torres-Madrid
Algunas cosas sí que han cambiado desde 1985...

Lo que sí se materializó fue el sueño de otro visionario, que en 1997 compró el gran 'stock' que quedaba y hoy, mediante su página web, se dedica a vender un sinfín de recambios originales, e incluso monta DeLorean mejorados que vende por más de 60.000 euros. ¿Tentador, verdad?  

Mi mente vuelve a 2015 y, entre radares y miedo de perder los puntos que me quedan en el carné, me doy cuenta de que a este coche le costaría lo suyo alcanzar los mágicos 140 km/h para viajar en el tiempo con esta prueba del DeLorean DMC-12, como en 'Regreso al Futuro', tanto con plutonio, como con un rayo en el reloj de la Puerta del Sol de Madrid, como con basura, como empujado por un tren..., porque los 140 km/h son justo el límite que marca su velocímetro. 

Llego por fin a mi destino, en la redacción de AUTOBILD.ES, apago el radiocasete y el aire acondicionado -que son de serie- y me bajo del coche, cabezazo contra la puerta mediante. Mira que he visto veces la película, el coche por Internet, en maqueta... pero cuesta adaptarse a estas puertas. Y a este coche, que una vez estuve a punto de comprar yo también y que, aunque fuera el último clásico que comprara en mi vida, no me importaría nada tener en el garaje. Aunque fuera por un tiempo... en mi particular viaje por el tiempo. 

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