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Primer cara a cara: Renault Megane 2016 vs Peugeot 308

El nuevo Renault Mégane 2016 ha entrado en el segmento pisando fuerte, con grandes dosis de confort y la última tecnología. Lo enfrentamos por primera vez a su principal rival francés, el exitoso Peugeot 308.

Francia vuelve a ser protagonista en el escenario automovilístico. Coches como el Citroën Cactus o el nuevo Renault Twingo demuestran que se pueden crear productos sorprendentes, con algo de humor, y con precios de derribo. Y que es una fórmula que funciona, visto el éxito de ambos modelos. Pero llega la hora de dejar los experimentos a un lado: el nuevo Renault Mégane viene con ansias de ser una de las referencia del segmento, pero para comprobarlo lo enfrentamos a un rival muy duro, dentro de sus propias fronteras. Primer cara a cara: Renault Mégane 120 dCi vs Peugeot 308 HDI 120.

Bellos por fuera y por dentro

El diseño del Peugeot tiene unas proporciones casi perfectas, y eso lo convierte en el , posiblemente, compacto más elegante de su segmento. Renault se ha puesto las pilas en este apartado y contraataca con un Mégane que ahora apuesta por la deportividad, con una líneas que no se alejan mucho de las de un coupé. 

Dentro, el Peugeot 308 quiso ser el más innovador cuando nació, y lo es por concepto, si bien el resultado no es el más práctico: una pantalla central que sustituye prácticamente todos los botones, y un volante increíblemente pequeño, sobre el cual quedan los indicadores, de difícil lectura debido a su reducido tamaño. La ergonomía no es su punto fuerte, más aún si tenemos en cuenta que adultos de más de 1,85 metros no se sentirán muy a gusto en sus asientos. 

El Mégane sorprende con su habitáculo

Renault Mégane 4

El Mégane le da una lección de cómo debe ser un manejo sencillo e intuitivo, con su enorme pantalla central, eso sí, opcional. Este modelo se beneficia de la misma plataforma que la del Espace y el Talisman, por eso reúne electrónica de segmentos superiores. El cuentavueltas y el velocímetro cambian de color en función del modo de conducción elegido, y un poco más arriba encontramos un sofisticado head-up display. Los asientos pueden ser calefactables, con regulación eléctrica e incluso función masaje para el conductor. Lo cierto es que ninguno de los dos anda sobrado de espacio detrás. Las rodillas de un adulto de cierta estatura chocan siempre con el respaldo delantero.

En marcha, el 308 tiene una respuesta más ágil, en parte gracias a su batalla más corta. También por una suspensión firme, que no descuida demasiado el confort. Su orientación es bastante dinámica: la palanca del cambio tiene recorridos cortos, el motor es más ruidoso y, por desgracia, también transmite más vibraciones. 

Personalidades diferentes

Mégane Peugeot

Aunque su 1,6 litros tiene 10 CV menos sobre el papel, lo cierto es que transmite más empuje que el Mégane, tanto en autovía como a la salida de los semáforos. Pero, en general, el Renault está mucho mejor aislado, y solo sentirás que llevas un motor diésel al arrancar en frío. Y es que el silencio de marcha es lo primero que llama la atención, por mucho que lo estires hasta las 5.000 vueltas. Las seis marchas se insertan con recorridos largos, y lo cierto es que, cuando optas por una conducción decidida, la sensación es que a su eje delantero se le amontona más el trabajo que en su rival, y el tacto de la dirección es sintético incluso en modo Sport. Este compacto está enfocado a la conducción relajada con grandes dosis de confort, de eso no cabe duda.

Peugeot 308GTi

Y eso se nota también en su completa dotación, en la que no faltan el climatizador bizona, el Tempomat o los mandos Multisense para personalizar el color de la iluminación interior. 

En definitiva, son dos compactos que hacen muy bien su papel, aunque cada uno juegue un rol diferente: el 308 juega la carta del dinamismo y la deportividad, mientras el Mégane es el tipo elegante de la comparativa, con un nivel de confort pocas veces visto en esta categoría. 

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