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Mercedes SLK frente Audi TT y BMW Z4

Que el nuevo SLK de Mercedes es 'sexy' ya lo sabíamos, pero… ¿es un coche divertido? Este Mercedes llega con la imagen del SLS para plantarle cara al Audi TT y al BMW Z4. Hagan sus apuestas.

Motorizaciones comparadas:

El Mercedes SLK (video del Mercedes SLK) lleva tres generaciones en el mercado y nadie lo ha colocado como un deportivo serio. Ni las excitantes versiones AMG han calado entre los aficionados. Pero los chicos de Stuttgart quieren que cambien las cosas. El roadster de Mercedes se renueva.

Ferrari para niñitas, una secadora de peluquero sobre ruedas… el pobre Mercedes ha tenido que aguantar un chaparrón de descalificaciones durante los últimos años. Se acabó lo que se daba: puede que haya llegado el gran momento del Mercedes SLK… ¡Se ha quitado por fin su nariz de payaso! El SLK irá a partir de ahora con el frontal del SLS o, al menos, eso parece cuando lo llevas detrás y miras por el retrovisor. ¿Se quedará todo en pura apariencia e imagen? Me he montado en un SLK 250 con 204 CV para probar las cualidades de este biplaza roadster. Te respondo ya: el SLK 250 borra de un plumazo cualquier atisbo de deportividad desde el primer instante en carretera. Su cambio automático prefiere ponerse al servicio del confort. Ni siquiera el motor, que tiene 1,8 litros, despierta mucho entusiasmo: si le metes caña, se estresa y no tira demasiado bien.

El Audi TT 2.0 TFSI es un descapotable a lo GTI. Audi demuestra como debe ser un biplaza GTI. Su cuatro cilindros turbo va de maravilla, da gusto llevarlo alto de vueltas y, con el modo Sport pulsado, el chasis se vuelve más firme y responde mejor. Lo manejo sin ningún tipo de dificultad y responde a mis deseos como un perrillo con ganas de calle. El lado menos amable del Audi llega en las curvas cerradas, cuando la tracción delantera se las ve y se las desea para empujar con determinación según el estado del pavimento. La dirección también le pone alguna que otra traba al par máximo (350 Nm a 1.600 rpm) de su efectivo motor turbo. Su chasis tiene una buena suspensión (sobre todo si lleva el sistema opcional Magnetic Ride que cuesta 1.430 euros) y su amortiguación es algo firme. Eso sí, no destaca en el confort si vas descapotado, porque el viento sopla con más ruido que en los coches de los rivales… Mejor cerrado, pues lleva de serie una capota aislante que en teoría reduce los ruidos aerodinámicos.

Con el BMW Z4 los bávaros apuestan por lo clásico: puesto de conducción como un guante, capó largo, zaga corta, motor delantero y propulsión… es como un precioso Austin Healey de la era moderna. El funcionamiento del propulsor es una de las características del Z4, de modo que el seis cilindros se convierte en algo exclusivo y especial. El conductor debe buscar la potencia en la zona de altas vueltas, justo donde se encuentra la diversión. El corazón del BMW no es tan vigoroso como el del TT, pero sí estira más arriba. Si quieres diversión al máximo, solo tienes que dejar pulsado un segundo el botón del DSC, el control de estabilidad desaparecerá y nunca se activará (aunque la situación sea muy delicada). Es tan diverido como un Boxster (vídeo Porsche Boxster contra BMW Z4). Otro punto a su favor: el Z4 es el coche que amortigua con mayor suavidad en las zonas bacheadas.

Señores, aquí tenemos al campeón, está clarísimo.

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