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Le Mans Classic 2014, con denominación de origen

Le Mans Classic recoge la esencia más pura de lo que un día fueron las 24 Horas de Le Mans. En la edición de este año, la cita reunió a más de 8.000 coches clásicos que brillaron con luz propia a pesar de la lluvia. Una cita imprescindible para los amantes del mundo del motor.

Cada dos años y durante el primer fin de semana de julio se celebra la edición Classic de las 24 Horas. Miles de coches clásicos campan a sus anchas por las inmediaciones del circuito de La Sarthe y, además, algunos de ellos incluso compiten en pista para conmemorar su época dorada en ese trazado... y para demostrar que todavía les queda energía para seguir dando guerra, aunque sea de vez en cuando. Es Le Mans Classic 2014, una competición con denominación de origen.

Viajar a Le Mans es despertar a la historia más pura del automovilismo. Debo decirte que desde el momento en el que puse un pie en ese pequeño pueblo pude notar que la pasión por las cuatro ruedas se respira en cada esquina del lugar. Una vez al año, las 24 Horas de Le Mans son el centro de atención para aficionados al mundo del motor de todo el mundo que se presentan allí con el único objetivo de disfrutar. Exactamente lo mismo que voy a hacer yo.

El día ha amanecido bastante gris. Salgo del hotel y pongo rumbo al circuito. Por si los efectos del madrugón todavía me tenían un poco desubicada, pasa a mi lado, haciéndose notar, un Porsche 911 Turbo con unas cuantas primaveras encima que me despierta definitivamente.

¡Estoy en Le Mans y voy a vivir las Le Mans Classic 2014! Continúo la marcha y no es la única joya sobre ruedas que acapara mi atención. Un Bentley 4,5l Tourer y un Ferrari 250 GT Berlinetta, entre otros, hacen cola conmigo para entrar al recinto. 

Como si fuera mi bautismo en Le Mans, la lluvia no deja de caer desde primera hora de la mañana, pero eso no impide que el trazado esté ya abarrotado de gente dispuesta a disfrutar de los coches más míticos del panorama internacional. Muchos de ellos permanecen tapados, esperando tímidamente a que escampe para poder lucir carrocería, pero otros aguantan el chaparrón sin problema. Quizá duele un poquito ver cómo las gotas de lluvia resbalan por su veterano cuerpo, sin piedad. 

Todos presentes

Basta con un paseo por el paddock de Le Mans para darse cuenta de que ninguna marca quiere perderse Le Mans Classic 2014, esta imprescindible cita en la que el espíritu de las 24 Horas de Le Mans se respira vayas donde vayas.

Ferrari, que hoy en día ve el toro desde la barrera, expuso en un museo, como si de auténticas obras de arte se tratara, algunos de los bólidos con los que un día vivió en carnes propias la carrera de resistencia más popular del mundo. Entre los más fotografiados se encontraban el Ferrari 250 GTO o el 512S; precisamente, Fernando Alonso rodó en este último durante la pasada edición de las 24 Horas.

Pero hay muchas más estrellas que brillan con luz propia en Le Mans Classic 2014. La mayor parte de ellas, proceden de aquellos tiempos en los que los motores de los coches de verdad sonaban y en los que la electrónica todavía era un territorio por explorar para los ingenieros y equipos. Llámame loca, pero mirar de frente a un coche que me dobla la edad hace que me sienta igual que si fuera una niña pequeña esperando las historias vividas por su abuelo. 

‘Bailando’ sobre mojado

Se acerca el momento cumbre. Le Mans Classic 2014 está a punto de comenzar. Los coches esperan en boxes, recibiendo los últimos retoques para ser los más rápidos. Allí, todo se prepara hasta el último detalle de manera que la competición conserve la verdadera esencia de Le Mans. Incluso en la salida los pilotos tienen que correr hasta sus bólidos y parten de parados, a la manera tradicional.

Los primeros en salir son los coches comprendidos entre 1923 y 1939, que abren veda a una procesión en la que no reina el silencio precisamente, pero que está llena de devotos a la velocidad. 

De noche, y bajo un manto de agua que hace aún más emocionante la luz de los faros del Porsche 917 o de los Lola, Le Mans se vuelve el lugar idóneo para dejar volar la imaginación 40 años atrás; ver cómo las chispas salen de los escapes cuando llegan al final de recta es una sensación única que todo buen aficionado debería vivir. 

Llega la hora de dejar el circuito. Fuera de allí, me doy cuenta de que llevo el olor a gasolina impregnado en el pelo y el sonido de los turbo aún me retumba en los oídos. Unos souvenirs que solo se coleccionan en esa memoria en la que permanecen los recuerdos automovilísticos. 

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