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Prueba del primer megadeportivo del mundo: Koenigsegg One:1

El fabricante sueco acaba de inaugurar un nuevo segmento: los megadeportivos. Su One:1, con 1.367 CV y apenas el peso de un Volkswagen Golf, se pone por encima de lo que conocíamos como superdeportivos. Lo comprobamos al volante.

Empecemos con la teoría, para entender lo que es el Koenigsegg One:1: la relación peso/potencia, según la Física, es el cociente resultante de la masa y la potencia de un coche. Esta cifra es clave a la hora, por ejemplo, de valorar cuánto de rápido es capaz de acelerar un vehículo. 

La relación peso/potencia es precisamente lo que convierte al Koenigsegg One:1 en un coche único. Y es que cada uno de sus 1.367 CV no tiene que lidiar ni con un kilo de peso. Por eso deja atrás al mismísimo Bugatti Veyron. Ok, hasta ahora, con sus 1.001 CV, el Veyron es el coche de serie más rápido del mundo, pero ojo: debe lidiar con dos toneladas de peso. 

Christian von Koenigsegg se propuso atajar este problema. Resultado: un deportivo con más de mil CV, que no pese más que un Volkswagen Golf. Por eso el One:1 se sometió a una severísima dieta: cada pieza fue optimizada; el escape, por ejemplo, es de titanio y ahorra así 400 gramos en comparación con uno de aluminio. Pero la ligereza la logra sobre todo por su chasis de carbono, que reduce el peso del conjunto en un 20%. Pero casi tan importante como el peso es el motor.

Lleva un V8 de aluminio, con 5.032 cc de cubicaje, cuatro válvulas por cilindro y dos turbos de geometría variable, que soplan a 1,8 bares. Alcanza los 1.371 Nm de par a 6.000 revoluciones, y su potencia máxima de 1.367 CV la entrega a 7.500. Todo esto se transmite al asfalto a través de un cambio de siete velocidades con doble embrague y accionamiento por levas, y monta un diferencial electrónico que reparte la fuerza al eje trasero. Una tracción integral hubiera supuesto demasiado peso.

Como en el Halcón Milenario

El One:1 se basa en el Agera. Con esta creación, Koenigsegg se ha ganado el trono de los superdeportivos. Incluso se pone por encima de este segmento: es un megadeportivo. Acelera de 0 a 100 km/h en solo 2,8 segundos, y llega a los 440 km/h. En solo 21,5 segundos ya ‘vuela’ a 400 km/h. Lo hemos podido conducir por las calles de Düsseldorf, en Alemania. Salimos a la autovía. Piso el acelerador, y estalla el infierno. Si digo que me siento con en el Halcón Milenario cuando vuela a la velocidad de la luz, me quedo corto. La aerodinámica tampoco es de este mundo: gracias a su espoiler delantero y alerón trasero móviles, parece que el viento atraviesa el coche directamente. 

El efecto suelo es impresionante: voy a 260 km/h, y estos elementos aerodinámicos logran una presión equivalente a 610 kilos. ¿He dicho antes que bastan 21,5 segundos para rodar a 400 km/h? La frenada impresiona aún más: en la mitad de tiempo, el coche se detiene totalmente. Cuando me bajo, tengo la sensación de haber estado al volante de algo único, lo más impresionante que se ha fabricado en la historia del automóvil. Estamos impacientes por probarlo en circuito. 

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