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Sublimotion Ibiza: ¿pagarías 1.700 euros por una cena?

Hace cuatro años el chef Paco Roncero (2 estrellas Michelin) se hizo una pregunta: “¿qué pasaría si en un restaurante no solo prestamos atención a lo que sucede dentro del plato, sino también a lo de fuera?”. El resultado: Sublimotion Ibiza, el restaurante más caro del mundo. Una experiencia fascinante en pleno meollo de Ibiza, que te contamos ahora. Decide tú si merece la pena...

Antes de responder a si merece la pena comer en Sublimotion Ibiza, y de ofreceros las sensaciones de un servidor que ha tenido el privilegio de vivirlo (eso sí, invitado por Land Rover, cuyos Range Rover Sport son los coches oficiales de este proyecto) vamos a poner todo esto en contexto.  

Paco Roncero es un culo inquieto. No solo es uno de los chefs más reconocidos en España y en el mundo, con una visión absolutamente innovadora de la gastronomía, sino que también le hemos visto transformar su cuerpo (ahora es un maratoniano de bastante nivel) y en breve nos va a deleitar con otro reto físico de los de echarse a temblar.

¿Cómo nació Subimotion?

En su Taller en el Casino de Madrid surgió la idea de Sublimotion 2016, convertir una experiencia gastronómica en un espectáculo extra sensorial, en el que vista, oído, olfato y tacto tengan tanto protagonismo como el gusto. Dicho así suena a extravagancia fruto de una noche de copas en la que alguien se viene arriba. Pero no. Desde el primer instante en el que entras al recinto en el que todo sucede te das cuenta de que aquí se ha pensado hasta el último detalle.  De repente, uno tiene la sensación de que en cuestión de segundos ha hecho un viaje al futuro… o al pasado, según se mire. 

Toda la estancia es una enorme pantalla que rodea la mesa, que también juega un papel visual fundamental, algo fácil de comprobar cuando ves tu nombre proyectado en ella con luces de neón.  Y entonces comienza el show. Bajo la impecable dirección de la Maestra de Ceremonias, que presenta y narra con armonía cada episodio, cada plato (entre 18 y 20, cuyas presentaciones ya son de museo) supone una inmersión en un entorno único, que tan pronto puede ser las profundidades del mar para degustar unas delicias marinas servidas en una magnífica caracola, como un soleado y relajante prado de la Toscana (mi capítulo preferido), bajo los acordes de El Padrino, donde la mesa se transforma en una huerta, LITERALMENTE, en la que armados con tijeras recolectamos e ingerimos las embriagantes verduras y alucinamos con el exquisito sabor de la tierra (que también se come, por supuesto).

Nada se deja al azar y la explosión de sabores, olores e imágenes de los platos de Sublimotion y sonidos envuelven la cuidada coreografía de los camareros, que actúan perfectamente sincronizados en cada momento. Los exquisitos caldos servidos con enorme generosidad (champange francés incluido) ayudan a dejarnos llevar por el maravilloso paseo onírico, máxime cuando algunas situaciones están cercanas a la magia. Todo un alarde de creatividad que incluye, cómo no, el momento de realidad virtual con las VR de Samsung, capaces de llevarnos por un paseo en helicóptero mientras en pantalla nos diseccionan los ingredientes del bocado en cuestión (como si fuéramos el Terminator de los fogones), aunque luego a la hora de llevárselo a la boca haya que cerrar los ojos si no queremos acabar con la cuchara en la frente.

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Y una vez asumido que se trata de una experiencia única y absolutamente fascinante, que puede alargarse hasta las tres horas (y a la que es recomendable acudir con hambre feroz), volvemos a la pregunta del titular, ¿vale la pena los 1700€ que cuesta el precio de Sublimotion?. Permitidme antes más contexto. Paco Roncero nos confesó que la cifra inicial pensada era menor, pero Ibiza no entiende de comedimientos. Teniendo en cuenta que una noche en el Hard Rock, el hotel en el que está situado el restaurante, cuesta alrededor de 1000 euros, no tenía mucho sentido andarse con remilgos. Paco también revela que no solo acude gente (muy) pudiente, sino personas con salarios más “normales” enamoradas de este tipo de propuestas que deciden darse un capricho aunque para ello tengan que ahorrar unos cuantos meses. También es importante señalar que cada cena acoge un máximo de 12 personas, y para ello trabajan 35, más allá de los elevadísimos costes que conlleva crear un producto de tales dimensiones, culinarias, creativas y tecnológicas. Es curioso averiguar que hay gente que acude en solitario (“un cliente australiano ha repetido ya tres veces”, revela Paco), y sobre todo muchas parejas, “puesto que con comensales que no se conocen entre sí es cuando surgen los momentos más imprevisibles” afirma el chef. Otros clientes son mucho más populares, como Cristiano Ronaldo, un asiduo de Ibiza, que estuvo no hace mucho con sus amigos.

Si, sí, volvemos al precio. ¿1700€ es desorbitado? Si vemos la lista de espera interminable se ve que no. ¿Lo es pagar 1000 euros por una entrada de reventa en un Madrid- Barça?  Pues eso. Como en tantas cosas, el precio depende del valor que cada uno le dé a las cosas.

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