Duelo ayer y hoy: VW Golf 2 GTI G60 vs Golf 7 GTI
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Y ha llovido lo suyo. Lo que empezó hace 40 años, con 110 CV y 810 kilos bajo las siglas GTI, hoy es un compacto considerablemente más grande de 1,43 toneladas y 230 CV. Por no hablar del Golf R, con 300 CV, pero eso son ya palabras mayores. Vayamos a lo que nos atañe. Duelo ayer y hoy: Volkswagen Golf 2 GTI G60 vs Golf 7 GTI.
La segunda generación de Golf se lanzó en su variante GTI G60 en marzo de 1990. La "G" es por el compresor G, que tenía la forma de esta letra y presionaba más aire a la cámara de combustión, con lo que elevaba la potencia. Primero se montó en el Polo y el Corrado, más tarde en el Golf. Así, la potencia de este 1,8 litros sube de los 98 CV originales a 160, y el par máximo, de 143 Nm a 225. La velocidad punta ya no es de 180 km/h, sino que llega a los 216. Y con fiabilidad probada: si buscas bien en internet, puedes encontrar incluso unidades del Golf GTI G60 con 300.000 kilómetros y en un estado correcto. Nuestra unidad de pruebas solo marca en el cuentakilómetros 105.500, de modo que le quedan aún muchos años de diversión.
A solo 1.500 rpm, rueda relajadamente entre el tráfico urbano en quinta, y a partir de las 2.000 saca músculo, el sonido se enfurece y te da un subidón automático de adrenalina. El cuentavueltas, cuya zona roja empieza en 6.200, deja claro que el motor espera aún una marcha mayor. Y el velocímetro marca 260, una cifra muy optimista, claro, pero que deja a las claras que esta es una máquina muy seria.
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La palanca el cambio viene del Passat, y lo cierto es que tiene recorridos precisos. El equipamiento era abundante para la época: dirección asistida, asientos deportivos, espejos con regulación eléctrica, radio Gamma con casete. Pero llega el momento de darle a la rueda de la máquina del tiempo, y saltar de 1990 a 2013. El Golf 7 le saca 70 CV de ventaja a su abuelo. Pero no es lo único, claro.
Monta un dos litros de cuatro cilindros sobrealimentado, aunque también crece en peso: 1.434 kilos frente a 1.080. Hay que decir que nuestra unidad de pruebas es de segunda mano, y su dueño original ha gastado 15.000 euros en extras. Lleva de todo. Y está en perfecto estado. Por carreteras normales, su comportamiento tiene poco que envidiar a berlinas de segmentos superiores: silencioso, confortable y con una gran calidad de rodadura. Tal vez demasiado civilizado para lo que uno espera de un GTI.
Hasta que pisas a fondo, claro: entonces agradeces que esta unidad monte el diferencial autoblocante, cuando el cambio de siete velocidades y doble embrague arroja el empuje del turbo a las ruedas delanteras. El resultado: este Golf pasa por las curvas con una neutralidad pasmosa, y con su precisa a la par que suave dirección, se maneja con la exactitud de un compás. Tal vez le falte algo de picante pero, a cambio, es un turismo extremadamente veloz, seguro y fácil de conducir. Y con hasta cinco ocupantes, sin estrecheces.
Algo parecido sucedía con el G60, al menos para su época. Era un coche para rodar a mucha velocidad con todas las garantías y mucho margen. Pero claro: en aquellos años los motores no estaban tan bien aislados, y el patadón del turbo era más patente. Tal vez, por eso, hace de estos defectos su virtud: conducirlo aporta más adrenalina y esencia GTI que en el caso de su "nieto".
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