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Duelo de ayer y hoy: BMW M2 vs BMW 2002 turbo

Los separan 43 años, pero comparten el mismo espíritu. Enfrentamos a una leyenda con otra que llegará a serlo. Duelo de ayer y hoy: BMW M2 vs BMW 2002 turbo.

Motorizaciones comparadas:

La tranquilidad de esta mañana soleada en el circuito de Laguna Seca se rompe repentinamente por dos rugidos furiosos: los motores de dos deportivo de BMW. Uno ya es una leyenda, el otro va camino de serlo. Duelo de ayer y hoy: BMW M2 vs BMW 2002 turbo.

El seis cilindros turboalimentado del BMW M2 tiene un sonido imponente y sofisticado. El cuatro cilindros del 2002 suena más tosco, pero ligeramente parecido. Se nota que son familia.

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El 2002 turbo es el primer coche turboalimentado de serie que circuló por Europa. Un coche provocativo, en plena crisis del petróleo. Ahora la juntamos, 43 años después, con el BMW M2. El recién llegado se ve claramente más musculado con su imponente carrocería en azul Long Beach Blue, asentado sobre unas ruedas de 19 pulgadas. 

Detrás, acoge los frenos y el eje múltiple del M4. Pero no es más impresionante que lo que bulle bajo el capó: un seis cilindros en línea con 370 CV. Es un propulsión trasera con cambio manual de seis velocidades de serie. Esta es su pequeña concesión a la nostalgia. Un coche concebido para devorar curvas en carretera reviradas. Por eso no vamos a probar a estos dos turbo en el circuito de Laguna Seca, sino en las carreteras del alrededor. 

El empuje del M2 es abrumador pero, sobre todo, constante. Da igual en qué régimen lo lleves: en cuanto pisas el acelerador, te incrusta contra el respaldo. La aguja del cuentavueltas sube con sorprendente facilidad y no para hasta las 7.000. 

2002

Cuando activo el modo Sport, el sonido se vuelve aún más brutal. Piso a fondo y lo que sale por los cuatro escapes es pura melodía para mis oídos. Bastan unos pocos kilómetros por esta carretera de montaña para que máquina y hombre nos convirtamos en un solo ser. 

La palanca del cambio fluye por las marchas con total precisión y rapidez gracias a unos recorridos cortos y un tacto delicioso. Da igual el radio de la siguiente curva: pasa por todas con una agilidad y un aplomo abrumadores. 

Cambio al 2002 turbo. Su interior, comparado con el M2, parece incluso austero. Es un coche para ir muy rápido, pero requiere una buena forma física. La dirección no lleva asistencia y es realmente dura. Noto dentro hasta el último bache, y tengo que insertar cada una de las cuatro marchas con decisión. Con todo, la palanca se mueve precisa por la esquema en forma de H. 

Una vez me hago al coche y me reconcilio con él, me doy cuenta de que también es un devoracurvas. Tiene todo lo que se le puede pedir a un deportivo: dirección directa, cambio preciso y mucho empuje del turbo. 

2002 interior

Pero claro: me tengo que acostumbrar a la entrega de potencia y par, mucho más brusca y nada homogénea. Como corresponde a un turbo de los de antes Por debajo de 3.000 vueltas no pasa prácticamente nada. A 3.500 llega el soplido de la turbina KKK a mis oídos y recibo un patadón en las espalda. Ok, puede que 170 CV y 245 Nm de par no sean hoy para echar cohetes, pero estamos hablando de un coche de poco más de 1.100 kilos. Por eso el 2002 tira sin problemas por esta carretera de montaña, incluso en tramos en pendiente. En cuanto le cojo el punto al motor (no dejar que baje nunca de 3.500), traza las curvas con sorprendente eficacia. Y de pronto entiendo perfectamente por qué este coche se ha convertido en una leyenda. 

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