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Conducir en Perú: tráfico caótico y taxistas salvajes

Conducir en Perú no es lo más recomendable, sobre todo en en Lima, su capital. En esa megaurbe los taxistas gozan de una pésima reputación totalmente merecida. AUTOBILD.ES ha conducido allí y ha sufrido el agresivo comportamiento de éstos al volante.

Perú está de moda, no sólo gastronómicamente hablando. Con unas cifras de crecimiento medio del PIB por encima del 6% en la última década, Perú es ahora mismo una de las llamadas economías emergentes más potentes no sólo de Sudamérica sino de todo el mundo. A pesar de que el presidente de la República del Perú, Ollanta Humala, forma parte de la nueva ola de gobernantes indigenistas-populistas que abundan de un tiempo a esta parte en la América hispana –de los que el adalid fue el desaparecido Hugo Chávez–, este país andino goza de una cierta estabilidad tanto política como económica (el último año ha habido cierta ralentización debido al frenazo de la economía china y al hecho de que en abril de 2016 habrá elecciones generales), a lo que se ha unido el descubrimiento de grandes bolsas de gas natural, lo que ha propiciado una impresionante fuente de energía, además de una gran entrada de divisas.

En resumen, “Perú va bien”, y a los peruanos les va cada vez mejor, pues se está consolidando una clase media. Y el mejor reflejo de que las cosas marchan es que el parque automovilístico de Perú se está modernizando.

Visité por primera vez Perú en 2003, y por aquel entonces me llamó poderosamente la atención la profusión de automóviles japoneses con cierta veteranía circulando por las calles de Lima y otras ciudades. La proliferación de coches nipones estaba motivada por los acuerdos del otrora presidente Alberto Fujimori –ahora encarcelado por corrupción y otros muchos delitos– con Japón para importar a precios de derribo todo el excedente de vehículos usados que les sobraban.

Al regresar una década después, me he encontrado con un país más desarrollado, con mejores infraestructuras, igual de inseguro y, sobre todo, con un parque móvil más modernizado. Con una población de casi 30 millones de habitantes y más de dos millones de vehículos registrados [1,2 millones sólo en Lima], a día de hoy la media de antigüedad del parque automovilístico peruano supera ¡los 16 años de edad!

La modernización de los coches en Perú ha propiciado, además de mejorar levemente la calidad del aire, una cierta disminución del número de accidentes y de fallecidos en carretera. Aun así, siguen siendo cifras escandalosas para tratarse de un país tan poco motorizado: en 2012, según datos de la Policía Nacional de Perú, se produjeron 93.134 accidentes (un 10% más con respecto al año anterior), lo que arrojó 3.273 fallecidos, de los que el 73,9% se produjo en el ámbito urbano, especialmente en la región de Lima, incluida el área metropolitana.

semáforo conducir perú

Las causas de estas escalofriantes cifras de muertos en carretera en Perú se hallan sobre todo en el exceso de velocidad, imprudencias de los conductores, conducción bajo los efectos de alcohol y/o drogas, la no utilización del casco en el caso de los motociclistas, así como la ausencia del uso del cinturón de seguridad y los sistemas de retención infantil.

En la capital de Perú hay más de 230.000 taxis

Aunque, sin duda ninguna, a ojos de un servidor que ha conducido por el caso urbano de Lima, así como por parte de la Carretera Panamericana a su paso por Perú, uno de los motivos de esta alta tasa de mortalidad en accidentes de tráfico es debido al comportamiento de los conductores peruanos, y en especial de los taxistas y los chóferes de 'combis' (como llaman allí a las furgonetas convertidas en autobuses de línea).

Hay que destacar en este sentido la particular idiosincrasia de Lima: con una población de nueve millones de habitantes –casi la misma que Nueva York– cuenta con 230.000 taxis, según fuentes de la propia provincia de Lima –frente a los 30.000 que hay en la ciudad de los rascacielos–, de los que sólo 90.000 son legales.

Esta proliferación de taxis está motivada principalmente por la masiva inmigración de población del campo a Lima –por cuestiones económicas y también por el terrorismo de Sendero Luminoso y otros grupúsculos, que sembraron el terror sobre todo en las áreas del interior del país–, ciudad que no estaba preparada desde el punto de vista de infraestructuras, ni tampoco en cuanto a medios de transporte colectivo se refiere, para absorber tanta nueva población, lo que propició que muchos de los nuevos limeños se buscaran las lentejas convirtiéndose en taxistas y, además, que se produjera una eclosión de este servicio para poder satisfacer la alta demanda de desplazamientos.

taxi conducir perú

Asimismo, ante la ausencia de planes de las administraciones para desarrollar una red de transportes pública, ésta se dejó en manos privadas. De modo que se crearon miles de pequeñas empresas de autobuses que obtuvieron la licencia para operar por las distintas líneas de la ciudad, pero sin establecer ni tiempos de recorrido, ni frecuencia, ni reglamento ni nada que supusiera un orden.

¿Qué implicaciones tiene lo anterior? Tito Jaime, un amigo peruano, me contó que un turista suizo le había indicado en su visita a este país andino que “en Perú, el cliente tiene todo el poder: levanta una mano y le llueven los taxis”. Esto es absolutamente cierto; hay tanta sobreoferta de taxis que quien quiera tomar uno, tiene donde elegir y negociar el precio. Porque ese es otro punto a tener en cuenta: no hay tarifa fija, sino que se puede pactar con el taxista lo que pagará por que le lleve a su destino. Y todo ello redunda en que los taxistas guerreen por conseguir clientes. Y ya se sabe: a más carreras, más ingresos. Así, pues, para llevar un buen jornal a casa, el taxista incumple todas las normas de seguridad vial que haga falta, ya sea saltarse un stop, un ceda el paso, un semáforo en rojo o un peatón cruzando por un paso de cebra. Todo vale. Y si las normas de circulación brillan por su ausencia en los taxis legales, imagínate con los ilegales...

Y lo mismo puede decirse de las combis, esas furgonetas convertidas en minibuses que tienen la misma agilidad que un turismo, o los propios minibuses de líneas regulares privados, que tienen la necesidad de tomar cuantos más clientes, mejor, con la enorme diferencia de que a mayor tamaño, mayor peligro para el resto de conductores. Y si, además, se añade el hecho de que distintas combis operan en las mismas líneas, se da la circunstancia de que los buses compiten –como si de una carrera se tratara– en las calles por disputarse los clientes...
Con todos estos ingredientes, te puedes hacer una idea de cómo se conduce en Perú: de forma caótica, sin orden ni concierto, sin el más mínimo respeto por el resto de conductores y de los peatones –casi me atropellan tres veces en Lima, a pesar de cruzar debidamente, y en una de esas ocasiones, el taxi no frenó hasta que no le golpeé el capó–. Y, claro, como los miles de taxis y combis conducen tan salvajemente, obliga al resto de conductores a circular de la misma manera. O te adaptas o mueres.

Y yo no fui ajeno a esta circunstancia. En Lima, por ejemplo, mal que me pese reconocerlo, conduje de forma agresiva, con mil ojos y una mano sempiternamente en el cambio y circulando continuamente por el carril izquierdo en las avenidas porque nadie respeta los ceda el paso o las señales de Stop, lo que implica que cuando menos te lo esperas surge un coche que te puede llevar por delante. Y yendo por el carril izquierdo te da cierto margen de seguridad. ¡Ciertamente estresante!

A todo ello hay que sumar que en los semáforos o cuando estás parado en un atasco hay que ser previsor y llevar los cierres echados y no llevar nada a la vista, pues en ciertas zonas y en cualquier momento te pueden reventar el cristal y robarte. Por autopista, en la Carretera Panamericana, sucede lo mismo, sólo que a más velocidad. A lo que se une que la gran proliferación de camiones que hacen y deshacen a placer, o incluso tuc-tuc que te puedes encontrar circulando en sentido contrario por el arcén o directamente sin luces ya de noche cerrada.

¿Y qué hace la policía de Perú?

Aunque se nota mayor presencia policial, en lo que al tráfico se refiere hay demasiada manga ancha. Además, la policía está bastante desprestigiada por los muchos casos de corrupción y 'mordidas', y aunque se ha producido una cierta regeneración, aún queda mucho por hacer, sobre todo en el apartado de educación vial. No obstante, en Lima ahora operan también agentes de movilidad, que están ordenando un poco el tráfico. Una perla al respecto: recuerdo una noche en Miraflores (barrio turístico de Lima) que un policía discutía con un conductor de una combi que había intentado atropellar a un agente de movilidad, porque éste le había reprendido por entrar en una zona vetada a los autobuses...

Conducir en Perú: tráfico caótico y taxistas salvajes

En resumen: pensaba que tenía el ‘culo pelado’ de haber conducido en lugares complicados como India, Sudáfrica, Botsuana, China, Marruecos, Italia o incluso Madrid. Sin embargo, lo experimentado en Perú es un punto de inflexión en mi carrera. Me pregunto, como hizo el Nobel Mario Vargas Llosa, “¿en qué momento se jodió el transporte en Perú?”, y, sobre todo, si las autoridades pondrán los medios para solucionarlo, porque además de ser un grave problema de seguridad vial, muestra la cara más fea de un país maravilloso.

Perú: el país en el que abundan los coches chinos

Con unas ventas anuales que superan los 200.000 modelos nuevos, en Perú las marcas que se llevan el gato al agua son, por este orden, Toyota, Hyundai, Kia (el Sportage se ha convertido en un éxito sin precedentes), Chevrolet y Nissan. Y el segmento preferido es el de los SUV y todoterrenos, motivado principalmente porque las carreteras en Perú están en su mayoría en mal estado y aún hay muchas vías sin asfaltar, y sobre todo por el aporte de seguridad (efecto disuasorio) que proporcionan en lo que a la jungla de asfalto limeña se refiere.

coche chino perú

Aunque los fabricantes europeos también tienen fuerte presencia en el mercado peruano, son las marcas chinas las que han irrumpido con fuerza en los últimos años. Brilliance, BYD, Changan, Chery, Foton, Geely, Great Wall, Hafei, Haima, JAC, MG, ZNA y Zotye ya se han hecho un hueco en el emergente mercado de Perú gracias a sus precios competitivos y los bajo niveles de exigencia en Perú en cuanto a seguridad y emisiones.

Visita al desierto peruano: 'sandboard' y 'tubulares'

Una buena terapia para desestresarse de la conducción en Perú es hacer una visita al desierto peruano. Yo me fui al desierto de California, a las afueras de la ciudad de Paracas (a unos 200 km al sur de Lima), donde abordo de un 'tubular' (un vehículo literalmente en el chasis, en este caso tubular, totalmente abierto) puedes experimentar la emoción de atravesar las dunas del desierto.

Conducir en Perú: tráfico caótico y taxistas salvajes

Y luego tirarse en una tabla para hacer sandboarding (deslizarse por la arena del desierto). Muy recomendable.

En este vídeo puedes conocer lo que se siente atravesando el desierto en un vehículo tubular.

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