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Caterham Seven 485: un diamante... ¡muy bruto!

Este nuevo Caterham Seven 485 es casi el potente R500, pero 'europeizado'. Pesa 525 kg y entrega 240 CV ¿Te parecen pocos?... ¿Y si te digo que gana al Ferrari 458 Italia en el ratio peso/potencia?: la cosa cambia, ¿eh? ¡Agárrate porque ES BRUTAL!

Todos los aficionados al automóvil querrán conducir este Caterham Seven 485 R y saber qué es lo que se siente a los mandos de estas 'maquinitas matonas'. Y es completamente lógico. Yo jamás había estado al volante de uno de estos deportivos ingleses, y ahora que lo he hecho he de decirte que todos deberíais probarlo al menos una vez en la vida.

Hasta que no me personé en el circuito, no me dejaron saber de qué se trataba exactamente, pero sí sabía una cosa: ¡que iba a disponer de casi todo el día para hacer lo que quisiera con estos aparatitos! La cosa pintaba bien, muy, pero que muy bien...

El encuentro con el Caterham Seven 485 R

Llego al circuito y todo el equipo de la marca inglesa me recibe. Veo los coches apuntando directamente hacia mí en batería... y ¡al turrón! Me explican que este es el nuevo Caterham Seven 485 (el más potente que ha llegado a Europa hasta la fecha). Básicamente es la versión R500 (ese que aparece siempre en blanco con las rayas rojas), o lo que es lo mismo: algo bestia, muy bestia. Aquí ofrece una cifra de 240 CV a 8.500 rpm. Le han cambiado los mapas de gestión al cuatro cilindros 2.0 Ford Duratec, han añadido tomas de aire en el capó y al fin han suprimido el escape trasero (que le quedaba muy feo) ahora vuelve a estar en el lateral. Como Dios manda.

Me cuentan que este Caterham Seven 485 ofrece dos configuraciones diferentes: el pack R y el S. El primero ofrece una suspensión orientada a circuito y el segundo es algo más 'lógico', ya que puede añadir detalles como asientos de cuero, por ejemplo.

Me dan un casco y me invitan a que me suba al que más ganas le tenga. De perdidos al río; elijo este Caterham 485 R naranja. A ver qué pasa.

Me monto en él. Eso sí, como puedo. Me ahorraré usar la palabra 'contorsionismos' y en mi defensa solo diré que ni el mismísimo James Bond podría subirse a uno con elegancia... Una vez 'embutido' la posición es perfecta: brazos muy juntos del volante y las piernas cómodamente estiradas. Me abrocho los arneses de cuatro puntos, giro la llave. Aprieto una vez el botón de 'Start' de su salpicadero de carbono y todas las agujas cobran vida. Aprieto una vez más y... ¡Aaala, esto va a ser mucho más salvaje de lo que yo me esperaba!

Inserto la primera en su caja de cambios manual de seis relaciones. El pomo va durísimo y es tan cortito que la bola casi roza con el mismo tunel de transmisión. Avanzo lentamente hasta el pit con mucho cuidado de que no se me cale y me meto al trazado. "Venga, sin miedo. No hay dolor. Que no se piensen que eres un cagueta", me digo a mí mismo. Así que sin pensar, inserto segunda, piso a fondo y... ¡PERO QUÉ ES ESTOOOOO! ¡Corre muchíiiiiisimo y el sonido es atronador! Me asusta... y mucho. Pero no puedo dejarme amedrentar. Trago saliva y reúno valor. "No, Alejandro, no. Pisa a fondo".

Con los ojos como platos y el cuello tenso me dirijo a la primera curva. Aquí hay que ir fino, muy fino. Hay que hacer el punta-tacón perfecto, sino la trasera se mueve demasiado. Hay que frenar con decisión y con el máximo de los cuidados, ya que no hay servofreno ni ABS. Si no lo haces en la medida justa, la trasera se mueve, y el volante (sin dirección asistida) hay que tratarlo con el máximo mimo SIEMPRE, de otra forma, la trasera se mueve. Y con el gas más aún por que si no... adivina qué.

Tras la primera vuelta me voy acostumbrando a su apabullante capacidad de ganar velocidad y a su imponente manejo. Por cierto, me hace mucha gracia cuando la gente dice que el Mini es como un kart. Ya, seguro... ¿entonces cuando prueben esto qué diablos van a decir?

Me voy emocionando. Ya me voy haciendo al tacto sus frenadas perfectas, así que pruebo a ir 'a machete'. Esta es mi segunda vuelta. Salgo de la primera curva disparado y me dirijo hacia la primera horquilla. ¡Noooooo! De repente voy demasiado rápido, la frenada se me amontona y pierdo el vértice de la curva. Me voy muy largo subvirando e intento mantenerme en la pista, pero de repente, el subviraje da lugar en un chasquido de dedos a un trompo bien lindo y me quedo cruzado a la salida de la curva. Me doy cuenta de que esta tarde que iba a ser de puro disfrute va a ser en realidad una tarde luchando contra no estrellar algo que vale bastante dinero...

Está claro. Estas máquinas no son aptas para cualquiera. Son muy nerviosas... Imponen. Al menos al principio. Así que prefiero tomármelo con más calma. Me doy cuatro vueltas más a ritmo claramente más relajado y vuelvo al pit lamiéndome las heridas...

A lomos del Caterham Seven 485 S

Aunque no lo parezca, me ha gustado. Pero quizá sea demasiado nervioso como para disfrutar. Al menos para un conductor como yo. Este Caterham Seven 485 verde, que tenían aparcado al lado, tiene instalado el pack S y creo que me está mirando con ojos más amigables.

Me enseñan que la suspensión delantera está mucho más dura. Al ser más firme, en las frenadas y deceleraciones, no se va tanto peso hacia delante y la trasera se mantiene algo más estable. Me tranquiliza. Su comportamiento será ligeramente más noble... al menos a la entrada de las curvas. ¡Y hasta tiene parabrisas y ventanas! No sé por qué me da que este aparato verdecito y yo nos vamos a llevar mucho mejor...

Y efectivamente así es. Pero que no te confunda: ambos corren igual, son auténticas balas muy nerviosas y aunque este es más predecible que el R, sigue dando la sensación de que puedes 'enroscarte' con él hasta aparcando.

Pero ahora voy más confiado, cón más decisión. Me acerco al viraje, piso freno con contundencia y reduzco marchas con golpes certeros de gas. El ruido es maravilloso, con los borboteos y explosiones acompañando. ¡Qué bonito es todo! Aflojo la presión pronto, aún así algunas veces bloqueo las ruedas. Puedes frenar tardísimo: esto no pesa nada y la velocidad de entrada es grandísima. Muchas veces, a la salida, opto por dejar una marcha superior a la que debería... pero no hay manera. Sigo saliendo deslizando.

¡Qué maravilla! Sin duda es la opción que recomiendo. A no ser que seas un pilotazo tremendo, el Caterham Seven 485 S es el que hay elegir. Sigue siendo difícil y divertido de llevar, pero perdona algo más que la configuración R y puedes sonreír mientras te atreves a descolocarlo un poquillo.

Y otro consejo: instalarle un parabrisas es lo mejor que puedes hacer. Este Caterham Seven 485 verde me cayó tan bien que no pude aguatarme las ganas de sacárlo a dar una vuelta por carretera abierta: me lo pasé en grande. El viento no molesta tanto como parece y tampoco hace falta correr para gozar a sus mandos, de verdad. En carreteras de montaña se convierte en lo más parecido que hay a una mezcla perfecta entre un kart y una Harley Davidson (por el brutal sonido y por el tosco comportamiento) eso sí, pero un Kart muy gordo.

Toda una experiencia. Los paseos en él son una auténtica pasada. Pero claro, no esperes comodidad ninguna ni el mínimo atisbo de discreción. Todo el mundo te saluda y pita al cruzarse contigo. Y ni siquiera sirve como coche para escapadas de fin de semana: más de una hora seguida en él hace que ir tan bajito y duro, y sus petardeos constantes, empiecen a perder la gracia. Que sí, al principio es chulísimo, pero termina irritando. En su compartimento trasero apenas te cabrá una mochila tampoco. Además, su precio de 43.495 euros sin impuestos (60.000 prácticamente después de ellos) tampoco resulta nada barato. Pero... ¡Ay, si yo los tuviera, qué ratos más buenos iba a pasar!

Aunque bueno, ¡parece que los 'poco pudientes' tenemos buenas noticias!: el nuevo Caterham Seven 165 costará 19.900 euros y llegará en 2014.

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Este nuevo Caterham Seven 485 es casi el potente R500, pero 'europeizado'. Pesa 525 kg y entrega 240 CV ¿Te parecen pocos?... ¿Y si te digo que gana al Ferrari 458

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