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Cara a cara en circuito: Porsche 718 Boxster vs BMW M2

El nuevo Porsche 718 Boxster baja dos cilindros. Motor más pequeño, ¿prestaciones más grandes? Salimos de dudas con este duelo: Cara a cara en circuito: Porsche 718 Boxster vs BMW M2

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Después de que en los últimos 20 años los fans más puristas de Porsche hayan logrado digerir que sus motores ya no van refrigerados por aire, ahora tienen que enfrentarse a otro shock: el Boxster vuelve a los cuatro clindros. ¿Esto es bueno o malo? Lo enfrentamos a un duro rival para comprobarlo. Cara a cara en circuito: Porsche 718 Boxster vs BMW M2.

¿Quieres saber cuáles son los 5 rivales más duros del BMW M2?

Con Porsche, todo empezó con cuatro cilindros. En 1948, el 356 montaba uno de 40 CV. El nuevo 718 Boxster, en su variante S, rinde mucha más potencia. Extrae 350 CV también de un cuatro cilindros, pero mucho más moderno y con turbocompresor. Este BMW M2, es el modelo M más accesible. A cambio, tres litros, motor de seis cilindros en línea, 370 CV y un empuje brutal. La verdad es que los dos lo hacen, y eso es lo que vamos a comprobar ahora. 

Porsche se despide en este modelo de los motores de seis cilindros. Por eso no sorprende que el BMW M2, con su bloque de seis en línea, mantenga para muchos el espíritu purista. Tiene potencia de sobra: el tres litros rinde 370 CV y un par máximo de 465 Nm. La velocidad máxima está limitada a 250 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos. Su peso en vacío es de 1.570 kilos. 

Aunque tenga cuatro cilindros, el Porche no tiene que acomplejarse: el motor turboalimentado rinde 350 CV y 420 Nm de par. 20 y 40 menos que el bávaro, respectivamente. Pero acelera de 0 a 100 km/h en solo 4,2 segundos, 3 décimas antes que su rival, y alcanza una velocidad punta de 285 km/h, 25 más. ¿Tendrá que ves con sus 110 kilos de ventaja? Eso lo vamos a comprobar ahora, en el tramo de curvas de 2,5 kilómetros del circuito de pruebas de Bridgestone, en Roma. Empecemos con el candidato de Múnich.

Empezamos en el tramo de curvas con el M2, y enseguida uno se da cuenta de que está en su salsa. El seis cilindros entrega la potencia de forma muy homogénea. No tiene el empuje brusco del típico turbo, sino que es muy armónico. El sonido en ningún caso es escandaloso, y solo se hace notar realmente a partir de las 3.000 – 4.000 vueltas. A partir de aquí es cuando se vuelve un deleite reducir de marcha y pisar el acelerador, con las notas explosivas que salen por el escape. 

Lo que realmente fascina del M2 es que te siente tan a gusto como en casa. Permite llevarlo con mucha seguridad y solidez. 

El coche se mantiene increíblemente relajado y estable sobre el asfalto. La dirección es muy directa y comunicativa con lo que pasa en la carretera. Uno dirige el coche muy cómodo en los confortables asientos tras el grueso volante. Conducirlo es un auténtico disfrute. 

La especialidad del M2 es acelerar a fondo desde parado. Casi desde el ralentí ya sale disparado, a solo 1.400 vueltas el empuje es brutal y constante, y con el ESP desconectado puedes jugar con la zaga. Realizar drifts controlados con este BMW es un juego de niños. 

Pero vayamos ahora al motor de cuatro cilindros. Este Boxster S va como un tiro y suena tan bonito como un seis cilindros. Por tanto, no admite queja, y respecto al sonido, hay que quitarse en sombrero ante los ingenieros de Zuffenhausen. Este coche tiene un sonido indudablemente deportivo. 

Si montas el cambio de siete velocidades con siete relaciones, requiere un periodo de adaptación en un tramo de curvas como este. Tienes que estar mirando dónde va la marcha adecuada, lo que con una caja manual sería más fácil. Pero es cuestión de acostumbrarse. 

¿Y cómo se comporta? Es un Porsche auténtico. Va aplomado, pero al llevarlo al límite aflora su condición de motor central. Esto implica que es un poco más nervioso, pero al mismo tiempo, más ágil. En los fuertes cambios de apoyo se lleva una leve ventaja… Siempre que tengas manos expertas. Esa es su desventaja: en el Boxster necesitas un pequeño periodo de aprendizaje en un tramos de curvas como este. Al principio siempre parece demasiado nervioso, pero cuando le coges la medida al coche, te das cuenta de que puede ser increíblemente ágil y manejable, perfecto para vueltas rápidas al circuito. 

En comparación con el noble M2, el Porsche es más exigente. Especialmente con el ESP desactivado en fuertes cambios de apoyo, los márgenes se reducen mucho. Típico en un motor central. Pero hace justo lo que le dice el conductor. Solo hay que aprender a hablar su idioma. Con el ESP conectado y gracias a sus asistente electrónicos, se vuelve más comprensible para los no porschistas. 

La potencia es importante en coches como estos, y los dos van sobrados. ¿Hay un ganador? Por supuesto. Pero estos dos modelos están muy cerca el uno del otro. Las pequeñas diferencias afloran en circuito: el BMW M2 va más relajado, más aplomado, más sólido. El Boxster es un poco más nervioso, pero también más ágil.  

¿Porsche o BMW? ¿Cuatro o seis cilindros? Sea el de cuatro o el de seis cilindros, en rendimiento apenas hay diferencia. Pero el cuatro cilindros con turbo empuja más violento hacia delante y, como ya hemos dicho, suena realmente bien. 

Por tanto gana el cuatro cilindros, aunque el BMW M2 se le queda muy cerca. Pero eso si tenemos en cuenta que este es un cara a cara de deportivos. Y el Porsche, sencillamente, nos ha divertido más al volante. El BMW M2 es como el Oktober Fest de su ciudad: una enorme diversión para todo el mundo. Un deportivo apto para el día a día. Con su ventaja de precio, si no fuera un duelo exclusivamente deportivo, se habría puesto por delante. 

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