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Buggy PGO Bugracer 500: diversión exclusiva

Carlos Siles

Un diseño atractivo y 460 cc dispuestos a complacerte en cualquier momento hacen del Bugracer 500i un 'buggy' de altos vuelos

Son las 7 de la tarde y ya empieza a refrescar. Me encuentro en Oporto, empapado, lleno de barro... y mi avión de vuelta a España sale en hora y media. Pero, a pesar de todo, estoy feliz. Quién me hubiera dicho que hacer un viaje de ida y vuelta en el día para probar el buggy Bugracer 500i de PGO pudiera ser tan divertido. Paulo Sergio, el representante de comunicación de Vouga, la marca que distribuye en España este vehículo, me recoge en el aeropuerto y me lleva al lugar donde me espera esta criatura, subida a un remolque.

Nada más bajar del coche, Víctor, el fotógrafo que me acompaña, y yo, nos quedamos mirando su silueta. Parecemos dos niños frente a un caramelo. Sólo que el que hace las fotos es él y el caramelo es para mí. Me acomodo en los bacquets de cuero y me engancho bien los arneses. Doy un pequeño golpe de gas y pongo la palanca del cambio en H, es decir, las marchas largas. Acelero y el sonido del motor me llega hasta lo más profundo del tímpano. Una vez en el asfalto, veo típica junta de dilatación y pienso: "A ver cómo se traga esto este pequeñín". La suspensión absorbe como si nada el bache y, lo que más me sorprende es que la sacudida no es especialmente bestia.

El grosor del mullido de los asientos y la suspensión independiente seguro que tienen gran parte de culpa. Aunque el Bugracer se defiende en carretera, donde realmente lo vas a usar es en campo. Así que allí voy. Coloco la palanca en la posición L de marchas cortas y doy gas sin contemplaciones. El motor aúlla de nuevo y el buggy levanta una estela de arena que me pica para ver si en cada pasada puedo hacerla más espesa. Cuando la adherencia se pone excesivamente comprometida, conecto el bloqueo de diferencial trasero (de serie) y el buggy levita sobre el terreno. Da lo mismo que la arena esté seca, mojada o haya barro.

El eje trasero tracciona con mucha fuerza y el buggy sale disparado mientras yo corrijo con la dirección, que tiene un tacto muy parecido al de un kart. La potencia de su motor de casi 500 cc hace que el buggy ande sobrado de fuerza y no te decepcione nunca. Pero su excelente manejabilidad no es su único argumento. El fabricante te ofrece una larga lista de elementos para personalizarlo: maletas traseras, delanteras, de techo, tapas de faros, neumáticos... Si me permites un símil con el mundo del automóvil, se situaría casi en el segmento premium. Sus acabados y su capacidad para hacer que te suba la adrenalina lo convierten en un modelo a la altura de los clientes más exigentes.

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