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Vídeo: explotamos el Shuanghuan CEO, clon chino del BMW X5

Un coche totalmente incapaz, con una dirección, frenos y maniobrabilidad que lo hacen muy peligroso al volante, ya sea en plena recta o en cualquier rotonda... Por eso no se merece otra cosa: hay que eliminarlo de la faz de la tierra y eso es lo que vamos a hacer. El Shuanghuan CEO ha sido destruído por nuestro compañero de AUTO BILD Alemania, Wolfgang Blaube. No te pierdas el vídeo.

Todos conocemos al hombre más alto del mundo, al portero que más balones ha parado o la paella más grande cocinada jamás. Ahí está el Libro Guinness de los Récords para mostrárnoslos. La pregunta es: ¿para cuándo el peor coche del mundo? Pues bien, creo que lo he encontrado. Mi candidato a título de tan dudoso honor es, sin lugar a dudas, el Shuanghuan CEO.

Como adelanto de toda la historia, aquí tienes el desenlace:

Llevo 35 años trabajando en el sector del automóvil: como vendedor, como mecánico y como periodista. Y nunca, y digo nunca, en toda mi carrera, he visto un coche con una construcción tan miserable. Incluidas la imitaciones indias, ciertos roadsters británicos de marcas de andar por casa y camiones ligeros facturados en Ucrania. ¿No es motivo suficiente para acabar con él? Te daré más: quiero perderlo de vista, pero no quiero responsabilizarme de vendérselo a alguien. Además, destrozar un coche siempre es divertido. Y el CEO es un modelo que jamás debería haber existido. Así que debe ser castigado. Diversión y justicia.

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Espero que ahora me entiendas. ¿Y por qué me he comprado este ‘zarrio?, te preguntarás. Pues porque me atrajo el sabor de lo exótico. Y porque las siglas CEO (Chief Executive Officer) le daban prestancia. Y morbo: ¿realmente podía ser tan grotesco un coche con unas siglas así en a carrocería. Necesitaba comprobarlo. Pero empecemos la historia por el principio. Múnich, año 2007. Un empresario decide asegurarse las importaciones del Shuanghuan CEO. Pretende parecerse (copiar tiene más mérito) al BMW X5, pero en lugar de 50.000 euros sale por 28.000. Un chollo… Si obvias que la mecánica proviene de un Mitsubishi Pajero de 1990. El importador pagaba a la fábrica 10.600 dólares por un CEO recién salido de la cadena de montaje, algo más de 7.000 euros al cambio. El negocio estaba claro.

Una copia del BMW X5

Total, que importó entre 200 y 250 Shuanghuan, pero a BMW no le hizo ninguna gracia, porque le recordaba demasiado a su X5. De modo que fueron a juicio, y la sentencia dictaminó que el empresario debía destruir todos los ejemplares y cargar con los costes. Los coches quedaron confiscados, y el empresario huyó a Inglaterra. Fin de la historia. Los pocos compradores del Shuanghuan CEO pudieron quedarse con sus coches, pero enseguida surgieron los problemas, tras solo unos pocos kilómetros.

Y claro, la marca había homologado el CEO con piezas Mitsubishi que luego fue sustituyendo paulatinamente, de manera que ante una avería solo servían los recambios originales que se debían pedir a la lejana ciudad industrial asiática de Shijiazhuang. A pesar de esta historia de horror, un colega mío se hizo con un CEO en 2009. Cero kilómetros, puesto al día por 12.000 euros. ¿Qué podía salir mal?

Pésima calidad de acabado

Tras cuatro años y 100.000 kilómetros se dio cuenta del truco: la carrocería se había deformado y la luna delantera estaba ondulada por los rayos del sol. La electrónica, en fin, parecía haber adquirido vida propia, porque hacía lo que quería. La mitad de los 14.000 euros en reparaciones fueron a los frenos. Pistones devastados, discos deteriorados por el calor porque el sistema de ventilación estaba inutilizado por la corrosión.

Y la calidad de los materiales era tan ínfima que nunca me había topado con algo así, ni siquiera en otras creaciones chinas. Los revestimientos de metal, pasado el tiempo, parecían rescatados del Titanic. Y el aspecto de los plásticos no era mejor que el del plástico de esos tenedores que te dan en los puestos de patatas fritas. Y así fue como lo compré: necesitaba constatar que había dado con el peor coche del mundo. Y me alegro de haberlo borrado del mapa.

La dirección es un peligro

Olvidémonos del lamentable estado del Shuanghuan CEO. Cerremos los ojos ante los terribles plásticos o esos sucesos dignos de ‘Poltergeist’ por culpa de la electrónica. ¿Conducimos una copia china? Pues todo eso hay que asumirlo. Pero esa dirección… Es que no merece ni el nombre. Su falta de precisión en recta (sí, en recta) la convierten en lo peor que he probado en estos 26 años. Por suelo urbano, tengo que girar mucho más de lo aceptable.

En autovía debo ir muy concentrado y corrigiendo constantemente por los continuos golpes de la columna de dirección, aun sujetando el volante con fuerza con las dos manos. Además, la dirección se endurece en cambios bruscos de dirección. Y todo eso con unos frenos inexistentes y un ABS que funciona por el principio de la casualidad. En mi medición de frenada con ABS desde los 100 km/h registré 44 metros. Sin ABS y con los neumáticos humeantes, 50 metros. Si a todo esto añadimos una carrocería que balancea más que un bote en una tempestad, queda claro que el CEO es un peligro con ruedas.

La destrucción en 4 pasos

1. Maltratado

Expulsamos todo el aceite y el líquido refrigerante. Conducimos y, tras 3,6 kilómetros, el motor está devorado

2. Anegado

Lo inundamos bajo toneladas de agua. .¿Resultado? Efectivamente, el CEO no es muy estanco

3. Golpeado

Con un mazo demostramos que la calidad de la carrocería de esta imitación del BMW X5 está al nivel de resto del coche

4. ¡Dinamitado!

Al principio de este reportaje puedes ver el vídeo:

Texto: Wolfgang Blaube.

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