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Una experiencia única: recoger tu Porsche en la fábrica

Si te permites el lujo de comprarte un Porsche Cayenne, ¿por qué no te vas a por él a la fábrica? Te aseguro que recoger tu Porsche en la fábrica es una experiencia que nunca olvidarás...

Puede que pocos sepan que existe. De hecho, yo he tenido que explicar más de una vez qué diablos se me había perdido por esos lares. Pero, amigos, cuando te compras un Porsche, puedes conseguir que tus allegados te odien un poquito más. La culpa la tienen unos 1.200 euros, que es lo que cuesta recoger tu Porsche en la fábrica.

Como todo en esta vida, la cosa siempre se complica: puedes recoger tu Porsche en Stuttgart o en Leipzig. “¿Qué hago, lo recojo en la meca de los porschistas? ¿Donde está el museo, la sede de la marca y hasta hay una calle con el sugerente nombre de Porscheplatz? ¿O me voy a Leipzig, donde hay un circuito espectacular? Cuando propuse este reportaje a la gente de Porsche, rezaba por 1) que me lo aceptaran y 2) que fuera en este último lugar.

Con el “sí a Leipzig” en la mano salí corriendo hacia Justo, mi compañero de viaje, fotógrafo y cámara de este vídeo que rodamos durante el viaje (puedes verlo más abajo). Justo me miraba con cara de no entender nada. ¿Leip... qué? ¿A recoger un Cayenne en la fábrica? ¿Pero de qué me hablas?

Además, decidí que fuera lo más aventurero posible, así que apenas llevaba nada preparado: solo recoger el coche y enfilar a casa... Bueno, no sin antes hacer noche cerca de Stuttgart, pero esto luego te lo cuento.

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si los conduces.

Al fin llega el día. De buena mañana llegamos a la fábrica de Porsche en Leipzig en un taxi Mercedes W124 con 450.000 km en el reloj. Llego con mi maleta Porsche con llantas Turbo II, mi reloj Porsche Boxster y mi camiseta de un Porsche 917. No puedo evitarlo. Tras la foto de rigor en la entrada empieza la experiencia. Un instructor me invita a que salga a la pista con él. Se llama Sebastien, aunque me empeño en llamarle Thomas durante toda la mañana. Es parte de la experiencia: entras en la pista de asfalto y un piloto te enseña de lo que es capaz de hacer un coche como el tuyo. Como el tuyo, aunque si quieres puedes meterte con el que te acabas de comprar.

Thomas, perdón, Sebastien, me demuestra que por muy bruto que te pongas, el Porsche Cayenne no vuelca. Que lo llevas casi como un turismo. Que se zampa el Sacacorchos con una soltura pasmosa. Que mi resistencia al mareo es mínima. Estoy planteándome buscar una bolsa de papel donde depositar el desayuno cuando tengo la oportunidad de ponerme al volante. Reconozco que tengo algo de ventaja, puesto que ya he rodado aquí y, al menos, sé de qué va la vaina. Más que un millonario ruso, seguro. Sebastien me dice que vienen de todos los países, que incluso ha tenido algún español. De ahí pasamos a hablar del sol de España. Le pregunto que qué pasa si la pista está nevada. “Mas divertido”, me responde.

recoger Porsche Cayenne fábrica

Después de hacer un par de fotos y de grabar las espectaculares cruzadas que podrás ver en el vídeo, pasamos a la zona todoterreno. Reconozco que he hecho circuitos 4x4 de esos de pasar porque tienes a un tipo de la marca diciéndote que sí, que puedes, que el coche va a salir ileso. En Leipzig de eso no hay, aunque sí algunos obstáculos que te demuestran que el Porsche Cayenne no tiene nada que envidiar a los mejores todoterreno del mercado. Tras un par de vadeos, de levantar pata y de tirarme por bajadas de las de encomendarse a San Cristóbal, toca dejar los coches y meterse en la fábrica.

Leipzig últimamente ha sido noticia porque alberga la fábrica del BMW i3, aunque yo me quedo con que es el lugar donde se ensambla el Cayenne, se fabrica el nuevo Porsche Macan (hay 370 robots destinados al nuevo SUV)... Y se montaba a mano el Porsche Carrera GT. Dentro podrías comer en el suelo, en el hipotético caso de que sintieras esa necesidad. La madera hace más fácil la estancia de pie de los trabajadores; todo está impoluto y pensado para que la producción sea impecable. Paso por un aula en la que estudiantes de FP aprenden mecánica y además ¡cobran por ello! Alemania...

Es momento de volver

Después de la visita a la fábrica Porsche de Leipzig, toca el turno de comer en el emblemático edificio con forma de diamante que es el centro de atención al cliente. No está nada mal; mientras unto pan con mantequilla veo por el rabillo del ojo en la planta superior (un minimuseo) el Porsche 959 que pilotó Jackie Ickx en el París-Dakar. Pero lo mejor está por venir. Los coches esperan a sus flamantes propietarios en unos boxes. Ahí te enseñan cómo funciona todo, aunque yo estoy deseando empezar, así que, como Homer Simpson, reconozco que solo escucho “bla, bla, bla... y aquí las llaves. ¡Buen viaje!”. Manos a la obra.

Meto la dirección final en el centro de Madrid: 2.450 km y una etapa predefinida: Böblingen, una ciudad situada a unos 30 km de Stuttgart, donde está uno de los hoteles más cachondos del mundo del motor: el V8 Hotel. Si pides una suite, podrás dormir en un Cadillac o un Escarabajo. Te recomiendo que eches un vistazo a esta noticia para conocer de lo que estoy hablando: no tiene desperdicio.

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Durante el viaje aprovecho para desquitarme de los (a veces) absurdos límites de velocidad españoles y disfrutar de unas autopistas sin límite de velocidad donde el respeto a los demás es la ley (¡hasta usan esas luces naranjas que se encienden y se apagan rítmicamente!) y las señales se adecuan a las circunstancias: no verás zonas rectas de tres carriles con un límite de 60... Además de un radar de 'porsiacaso'. Te recomiendo que si pasas por Stuttgart, hagas una parada en el museo Porsche para admirar desde el primer modelo de la marca hasta el Porsche 918 Spyder y algunas curiosidades como el coche que se diseñó para el mercado chino (que nunca vio la luz).

A partir de ahí, carretera, carretera y carretera. Desde Stuttgart, Justo y yo tenemos unos 2.000 kilómetros que se suceden sin demasiados contratiempos. Alemania es más entretenida de 'autopistear'; en Francia tienen la mala costumbre de poner los radares fijos de frente, por lo que no vale eso  de frenar en el último momento y en España... Bueno, un amigo me dejó un detector de radar de esos que te convertirán en delincuente dentro de unas semanas, aunque más que nada para no despistarme y pasar a 120 por una zona de cuatro carriles con limitación de 80. Algo más de dos depósitos después, el Porsche Cayenne entra en Madrid, nuestro destino. Detrás, tres días de conducción intensa y una gran sonrisa en la cara...

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