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Segunda mano: Opel Antara y Chevrolet Captiva

Nacho de Haro

El Opel Antara y el Chevrolet Captiva se fabrican en el mismo sitio y dan los mismos problemas: así son estos hermanos coreanos. Vamos a ver cómo se comportan el Antara y el Captiva como coches de segunda mano.

Motorizaciones comparadas:

Está claro que el Opel Antara y el Chevrolet Captiva no son coches de segunda mano con una enorme calidad que no te vayan a dar ni un solo problema en sus primeros 200.000 kilómetros, ni que vayan a ir 'como la seda' los siguientes. En cualquier caso, más vale que te alegres,  ya que las averías caras y problemáticas son tan ocasionales como en otros coches mejores o entre otros coches de segunda mano.

Los dos SUV se construyen, al ser parte del grupo General Motors, en una fábrica coreana de Daewoo, un lugar donde no se trabaja nada mal. Les pasa lo mismo que a los motores diésel que proceden de Corea: las averías graves de verdad son una excepción. Es algo que asombra un poco, ya que la versión Opel lista para las condiciones de las carreteras europeas viene con una relación de marchas muy corta. De ese modo, cuando el pobre diésel se pone a la velocidad máxima (180 km/h) termina tocando la zona roja, que comienza a 4.500 vueltas. Después de esto solo caben dos posibilidades: o que el diésel aguante hasta el final, o que los dueños del Antara no sean de esos que le sacan hasta la última gota al motor.

En el Opel Antara y el Chevrolet Captiva de segunda mano hay otras piezas del coche que sí que dan más quebraderos de cabeza. La primera, la dirección, ya que en su momento no pocas llegaron defectuosas. Al principio se reparaba, y a partir de 2010 los talleres oficiales empezaron a cambiar el sistema de dirección entero. A los dueños de los primeros todocamino les molestó enormemente -algo muy lógico- que el fabricante no se hiciera cargo de todos los costes y que una parte de ellos fuera a parar a sus cuentas.

El embrague no está a la altura, sobre todo si se trata de las versiones diésel. Aunque el coche es capaz de hacer frente a tareas duras en el campo o con el remolque a cuestas, el embrague, que sufre un retardo de turbo importante en el caso de los diésel, no pone las cosas nada fáciles a la hora de arrancar. Si utilizas mucho el remolque, el embrague termina necesitando un repaso a los 50.000 kilómetros. Otros puntos negros del coche son los cojinetes de las ruedas, la bomba del diésel, los limpiaparabrisas, el eje delantero o los fallos gráficos de los indicadores.

Sin embargo, lo que más cabrea a los dueños del Opel Antara y el Chevrolet Captiva de segunda mano es la cantidad de combustible que 'tragan', sobre todo, las versiones diésel y, más aún, las que llevan cambio automático, que, al no estar bien calibrada con el motor, sube mucho de vueltas innecesariamente. Un apunte interesante de un lector: su primer coche, un Range Rover TDV8, tragaba menos carburante. Y eso... ya es decir.

En cambio, los dueños del Antara y Captiva están tremendamente contentos con sus respectivos talleres oficiales. Cuatro de cada cinco les dan buena nota y el precio para una inspección general ronda los 350 euros. Además, la gente que conduce alguno de estos coreanos no suele ir al taller con averías graves. Y es que todas las versiones pueden presumir de una alta fiabilidad, incluso cuando hace mucho frío. Las averías que te dejan tirado en mitad del camino son una excepción y se deben normalmente a fallos en los componentes eléctricos o electrónicos.

A la hora de elegir el próximo 4x4, las opiniones de los dueños de un Opel Antara o un Chevrolet Captiva están divididas. Los de Opel son un poco más fieles a la marca (36%) y los de Chevrolet apenas llegan al 29%. Los que prefieren cambiar de coche optarían por pasar de un Antara a un Volkswagen Tiguan y de un Chevrolet a un Kia Sorento o a un Hyundai Santa Fe.

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